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Unidad o suicidio

Redacción




Enrique de Diego.

En estos tiempos de fuerte emotividad, cuando las mesnadas de los partidos se están armando emocionalmente para el combate de las urnas, hacer una llamada a la racionalidad es un ejercicio vano y estéril, pero es lo que manda la responsabilidad. Y la racionalidad es que las reglas del juego marcadas por el reparto por cocientes de la Ley D’Hondt más las circunscripción provincial hace metafísicamente imposible que gane las elecciones una opción que hace tres ofertas al electorado. Con esa fragmentación es altamente probable un escenario en el que la derecha consiga una clara victoria en número de votos pero no esté en condiciones de formar gobierno, mientras la izquierda sea claramente derrotada pero sí lo pueda formar, con las consecuencias devastadoras que a nadie se les escapa. En la situación actual de ánimos precalentados, de exacerbación del simplismo, este artículo con su sensata tesis, con su disyuntiva esencial, esté llamado a no ser tenido en cuenta y a no hacerse, por supuesto, viral, como se merecía, para generar un estado de opinión pública. Por lo menos se hace preciso que alguien defienda lo obvio.

Santiago Abascal, a su llegada al mitin de Toledo. /Foto: elplural.com.

Vox, como factor de miedo para la movilización del voto socialista y su concentración

Cuando el 15-M eclosionó la protesta ciudadana en la Puerta del Sol, que por tortuosos vericuetos y groseras manipulaciones catalizó en la formación política que hoy se llama Unidas Podemos, Julio Ariza, que entonces opositaba a lacayo mayor de Mariano Rajoy, sin hacer ascos a la inmensa corrupción ideológica del personaje, tomó la decisión de que las cámaras de Intereconomía retransmitieran durante las 24 horas en directo las protestas. No se trataba de una decisión profesional ni bienintencionada, sino política y manipuladora. Incluso se puso en riesgo a profesionales de la cadena situándoles en términos de provocación para desatar escenas de violencia y retransmitirlas. El interés estratégico cortoplacista tenía dos objetivos: a) dividir el voto del PSOE alimentando a la ultraizquierda; b) promover el miedo en la derecha para movilizar al electorado, en beneficio de la corrupción ideológica de Rajoy.

Vox, que surgió como respuesta a esa corrupción ideológica de la derechita cobarde y creció ante la vergonzante aplicación del artículo 155 frente al golpe de Estado en Cataluña, que había sido financiado por el Gobierno del PP a través del Fondo de Liquidez Autonómico, está teniendo el mismo efecto respecto a la izquierda. Esa es la intencionalidad del PSOE. Así como en Andalucía se practicó una conjura de silencio, y el mago Tezanos describió un panorama en el que Susana Díaz ganaba de calle y Vox podía quizás entrar por Almería con 1, ahora el PSOE ha dado el criterio a sus medios afines de que incluso es conveniente dar visibilidad al partido de Santiago Abascal. Es aventar la amenaza para conseguir dos objetivos idénticos a los que promovió la derecha con Podemos: a) movilizar el voto socialista, que en Andalucía se abstuvo en un alto porcentaje; b) concentrar el voto que huye de Podemos en la casa común socialista.

Juan Manuel Moreno y Juan Marín, con dirigentes de PP y Ciudadanos. /Foto: elpais.com.

El espejismo andaluz

Aunque ya se ha indicado desde Rambla Libre, es preciso insistir, en aras de la responsabilidad, que las elecciones andaluzas han sido un espejismo, casi un milagro, en el que se han producido a la vez tres factores que han determinado el resultado: 1) el más importante, la abstención como voto de castigo de una parte importante del electorado de izquierdas, entre 500.000 y 700.000, eso determinó la derrota; 2) la captación por Ciudadanos de voto socialista; 3) la irrupción de Vox que recogió todo el voto desencantado con la traición ideológica del PP. Los dos primeros factores no se van a volver a producir. Proyectar de manera automática la experiencia andaluza al conjunto nacional es una soberana estupidez, propia de hooligan. Por de pronto, y esto es lo decisivo, la Ley D’Hondt ahora no se pone en práctica en 8 circunscripciones sino en 52 y sus efectos son demoledores.

Pedro Sánchez. /Foto: diariodecantabria.es.

Dos objetivos contradictorios

En estas elecciones, en lo que se refiere a la derecha hay dos cuestiones en litigio, que realmente son contradictorias y coadyuvan al suicidio. La primera cuestión se refiere a la esencialidad de qué es la derecha y quién ostenta su liderazgo y la segunda, es desalojar a Pedro Sánchez y al PSOE de La Moncloa porque es un mentiroso dispuesto a poner en riesgo la unidad nacional y la economía de las familias. Lo que, a estas alturas, no se puede minusvalorar es a Pedro Sánchez como oportunista.

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Vaya por delante que el PSOE perderá las elecciones municipales y autonómicas, y que el castigo será inmisericorde en las posaderas de los barones y los alcaldes, pero la jugada de poner las elecciones generales por delante ha sido magistral. El PSOE se presenta, en realidad, como la única opción de izquierdas, dado el desconcierto y el desgaste de Unidas Podemos, mientras que la derecha presenta tres opciones que estuvieron reunidas, si bien no unidas, en la Plaza de Colón.

Vox en sí mismo implica una deslegitimación de las otras dos formaciones como derecha, no sólo Ciudadanos, la veleta naranja, sino también el PP, la derechita cobarde, formación en el que de producirse cualquier tipo de descalabro el liderazgo de Pablo Casado no sólo está amenazado por Santiago Abascal, también, en su propia formación, por Alberto Núñez Feijoo. El PP ha oscilado a sus esencias hacia Vox, que en buena media es una escisión del PP.

Ciudadanos no es derecha, pero lo parece por su posición clara en la unidad nacional y porque un pequeño grupo de comunicadores, mejor de manipuladores, así se lo ha impuesto a la opinión pública. Me refiero a Jiménez Losantos, Federico Calamidad, y al descentrado Pedro J Ramírez. Ciudadanos es, todo lo más, una izquierda patriótica y más aún un satélite del macronismo globalista, pero divide el voto. Presenta auténticas nulidades como Ignacio Aguado en la Comunidad de Madrid cuyo batacazo va a ser morrocotudo.

Si el objetivo esencialista sobre qué es la derecha y quién ostenta su liderazgo se aparcara ante la urgencia y la gravedad de los problemas del momento, se vería con nítida claridad que la inexorable racionalidad de la Ley D’Hondt impone que PP y Vox concurrieran en coalición, con una única candidatura, así la victoria de la derecha podría darse por segura. Los más adictos a Vox rabiarán ante esta evidencia, pero entonces ¿por qué pactó esa formación con PP y Ciudadanos en Andalucía convirtiendo el objetivo de desalojar al PSOE en prioritario? La unidad en las candidaturas es el corolario lógico del pacto en Andalucía. Si Vox quería optar a la mayoría absoluta nunca debió pactar en Andalucía.

Narcisco Michavila. /Foto: telemadrid.es.

Las inquietantes obviedades de Narciso Michavila

Narcisco Michavila es hoy en el terreno de la sociología el que se equivoca menos. Y en el programa de Luis del Pino ha establecido las siguientes reflexiones, según ha reproducido José María Garrido en El Plural:

Ascenso muy importante del PSOEque se situaría por encima del 30% del voto.

  1. Descalabro electoral de Podemos. Muchos de los antiguos votantes del partido de Pablo Iglesias se decantan por apoyar ahora en las urnas a Pedro Sánchez.
  2. Vuelta del PSOE a un escenario parecido al del bipartidismo. De continuar las tendencias actuales, los socialistas “optimizarán muy bien” sus votos en un escenario en el que la derecha está muy fragmentada y podría resultar penalizada por la ley electoral.
  3. En las próximas elecciones generales, el PSOE sería la fuerza más votada hasta en la provincia de Madrid, feudo tradicional de la derecha. Los socialistas tendrían más de un 28% del voto en la capital.
  4. A diferencia de lo que ocurrió en Andalucía, ahora la izquierda sí que está muy movilizada.De hecho, Narciso Michavila estima que la participación respecto a la última cita electoral podría aumentar más de dos puntos.

Ascenso del PSOE que no de la izquierda. Ésta está en crisis. España ha dejado de ser de izquierdas pero no ha salido de la trampa de la Ley D’Hondt. La realidad la refleja bastante bien, en mi opinión, el sondeo de SyM Consulting para el digital Valencia Plaza, realizado entre el 21 y el 23 de febrero. y publicado este fin de semana. Lo más importante: la suma de votos de PP, Vox y Ciudadanos -los tres de Colón- es el del 53,5%, la friolera de 10 puntos por encima de los llamados partidos del Pacto del Botanic -PSOE, Unidas Podemos y Compromís- que se quedan en el 43,6%. Pero esto produce otro espejismo suicida, pues mientras en la izquierda se está concentrando el voto en dos formaciones, PP y Vox, y se están perdiendo restos en una tercera, Ciudadanos, la izquierda está concentrando el voto en el PSOE, lo que hace que la distancia en escaños sea mucho menor, y dependiendo de las horquillas pueda tornarse irrelevante.

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La encuesta, que me parece atinada, apunta a un descalabro de Ciudadanos, del que no se salva ni el liderazgo de Albert Rivera, supuestamente su mayor activo, que queda como el político peor valorado, incluso entre la mitad de su electorado, que prefiere a Pedro Sánchez. En Castellón, Ciudadanos pasa a la marginalidad hasta no obtener ningún escaño. sitúa a Vox como tercera fuerza, por encima de Ciudadanos, que ni tan siquiera obtendría representación en Castellón. Al concentrar el voto de la izquierda en el PSOE, éste aparece como la formación con mayor intención de voto en la circunscripción de Valencia.

Federico Jiménez Losantos. /Foto: elpaís.com.

Federico Calamidad Jiménez Losantos

Es asombroso que un incompetente, un incapaz, un ignorante proteico como Federico Calamidad haya tenido tanta influencia, aunque ahora sea menguante. He retratado al personaje real en mi libro «La gran traición; Federico Jiménez Losantos apuñala a César Vidal en Es.Radio» (Amazon), pero no deja de sorprenderme tanto en su ignorancia como en su atrevimiento. Federico Calamidad oye campanas de Rambla Libre pero no es ni capaz de interpretarlas correctamente, porque le falta bagaje y porque tiene la cabeza como un cencerro de tanta novela negra como se ha metido al coleto. Sale, por de pronto, en defensa de Ciudadanos -partido al que ha apoyado tanto que incluso le aportó su actual portavoz parlamentario, Juan Carlos Girauta y a la efímera candidata a la Xunta de Galicia, Cristina Losada– estableciendo la suposición de que Ciudadanos no pactará con Pedro Sánchez. Depende de las circunstancias. Rivera y los suyos siempre pueden sacrificarse para que Pedro Sánchez no tenga que echarse en brazos de PNN o de Esquerra Republicana. La cuestión es que Pedro J Ramírez y Federico Calamidad se consideran los padres putativos de Ciudadanos, y si bien el segundo anda algo desnaturalizado, el primero sigue con la obsesión, acrecentada por su coyunda con la musa de la ideología de género, Cruz Sánchez de Lara.

Pero donde Federico Calamidad muestra su ignorancia supina es cuando baja al terreno de la estrategia. Ha leído que es precisa la unidad para sortear el mazazo implacable de la Ley D’Hondt -prima al primero, respeta al segundo y castiga al tercero y de ahí en adelante- y afirma que quizás podría hacerse en las circunscripciones pequeñas. La idiocia de Federico Calamidad es terminal. En términos coloquiales, no tiene ni puta idea de nada y, desde luego, de algo tan sencillo como nuestra Ley electoral y su sistema de reparto. Desde luego, en Soria, donde se dirimen dos diputados, una candidatura en coalición es irrelevante porque esos dos diputados se reparten por bloques de izquierda o derecha; donde es fundamental ir en coalición es en las circunscripciones medias y en las más grandes. Y, desde luego, es fundamental que PP y Vox vayan en coalición al Senado para asegurar la mayoría absoluta.

Ignacio Aguado. /Foto: elconfidencial.com.

Para minimizar los daños, Ciudadanos debería ser descontado como derecha y dejar de ser tenido en cuenta electoralmente. Ya no está de moda y se ha tornado por completo inservible, por nulidades como Ignacio Aguado. En aspectos fundamentales, como ideología de género e inmigración, se ha satelizado respecto al PSOE. Pero esto no es suficiente. Una posibilidad sería que Vox consiguiera entrar en los votos de los descontentos de Podemos. Esos 44 de Marinaleda, pero sería preciso que ese fenómeno fuera elevado. Vox debería incidir más en inmigración y trabajar más los barrios y las ciudades dormitorio de las grandes ciudades.

A día de hoy, la disyuntiva es o unidad o suicidio.