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En defensa de los emigrantes españoles

Redacción




Enrique de Diego.

Llevaba tiempo queriendo escribir este artículo y me arrepiento de haberlo retrasado. Es una estricta canallada el repetido argumento de la escombrera políticamente correcta, en la que milita toda la izquierda y buena parte de la derecha satelizada y globalista, PP y Ciudadanos, de que debemos recibir inmigrantes porque nosotros fuimos un país de emigrantes. Eso es una gravísima ofensa a los emigrantes españoles, con la que hay que terminar de una vez.

Emigrantes españoles rumo a Alemania.

Muchos familiares míos emigraron a Francia y Alemania, o por temporadas, para acudir a la vendimia o cultivando endivias en el Norte de Francia, o de manera definitiva. Ninguno entró en esas naciones de manera ilegal, cruzando la frontera con violencia, ni saltando vallas, ni llegando en patera, ni nada parecido. Fueron de manera ordenada y civilizada con un contrato de trabajo. Fueron de la manera más pacífica y laboriosa a sacar ese país adelante y a salir ellos mismos adelante. Con el dinero que ahorró en Francia, mi tío Luciano montó un bar. El tío Zoca pudo dar estudios universitarios a sus hijos.

Ninguno fue a delinquir. Tengo en la inmediata memoria la salvajada de esa jauría de marroquíes que en Sabadell han violado como bestias inmundas a una joven de 18 años, arrastrándola, secuestrándola, provocándola un shock postraumático. De todo ello son responsables estos políticos que se han dedicado y dedican a desproteger a la población, y especialmente a las mujeres. Nada similar hicieron nuestros laboriosos antepasados que nunca ocuparon casas, ni formaron pandillas de delincuentes, ni violaron a nadie. Si algo parecido a lo que han hecho esos marroquíes en Sabadell lo hubieran hecho los españoles en Francia y Alemania, los hubieran expulsado a todos.

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Muy al contrario, en los veranos hijas de los empresarios y patronos franceses venían a conocer España alojándose en las casas de los emigrantes temporales. El barrio «español» en Saint Denis es una maravilla de convivencia, con numerosos bares y tascas con tapas de la gastronomía española. He dicho mal, era, porque ahora está inmerso en el conflicto de esa zona que no es Francia de la banlieu parisina, y están sometidos a la inmensa conflictividad generada por los musulmanes argelinos y los violentos subsaharianos.

Hace unos años volvió un primo que vivía en Lyon. Estaba harto de la inseguridad y de que recibiera continuos insultos llamándole «francés de mierda» por pandillas de jóvenes musulmanes.

Es evidente, es obvio que, en el futuro, habrá que exigir responsabilidades a los políticos que han desprotegido a las gentes indefensas abriendo las fronteras, gente sin moral como José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, pero, por de pronto, hay que dejar claro que nuestros emigrantes fueron modélicos, laboriosos, constructivos, pacíficos, integradores e integrados, y nada tienen que ver con esta invasión conflictiva que han montado nuestros políticos, nuestros servicios sociales y nuestras onegés.

Por mucho que estos medios de incomunicación y manipulación se empeñen en negar la realidad, por mucho que pretendan ocultar la nacionalidad de los delincuentes y violadores, es ya de todos conocida. Cada vez que no dicen la nacionalidad, es porque, de seguro, se trata de inmigrantes, marroquíes o argelinos. Casi todas las agresiones sexuales cometidas en el último año, específicamente todas las perpetradas no en manada sino en jauría, ha sido por inmigrantes, casi todo eso que llaman violencia de género es protagonizada por inmigrantes. Nuestros emigrantes fueron modélicos. Iban a trabajar y cuando terminaba su contrato, se volvían. Nunca vivieron de las ayudas sociales. Por de pronto, que dejen de insultarlos comparándolos con lo que han dejado entrar.