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Vox, bien; PP, mal, Ciudadanos, fatal

Redacción




Editorial.

Está aún en marcha la negociación para alcanzar un acuerdo de investidura. Esa negociación se produce exclusivamente entre el PP y Vox, puesto que Ciudadanos desde el primer momento ha dejado claro que ni tocará ni una coma del acuerdo de Gobierno firmado con el PP, ni siquiera saber nada de Vox, salvo sus votos a cambio de insultos.

Nos encontramos ante una situación esperpéntica, con pocos precedentes en la historia de la razón humana y de la política, en la que dos partidos se han dedicado a repartirse el “pastel” –terminología abyecta habitual en nuestra degradada política- y a marcar sus pautas de Gobierno -bastante parecidas, por cierto, a las del socialismo, al que se pretende heredar más que producir un auténtico cambio- sin tener mayoría absoluta y cuando uno de los jugadores desprecia olímpicamente y se dedica a criminalizar, de manera constante, al tercero en discordia, si bien los votos de los 12 diputados de Vox son decisivos.

Las urnas andaluzas ofrecieron sólo dos posibilidades para un acuerdo de investidura: o un pacto PSOE-PP-Ciudadanos, con Susana Díaz en la presidencia de la Junta (o PSOE-Ciudanos-Adelante Andalucía, fuera de la realidad), o un acuerdo PP-Ciudadanos-Vox. En un cúmulo de despropósitos, Ciudadanos se ha inventado una tercera vía que sería el pacto PP-Ciudadanos-PSOE, pero con la simple abstención de los socialistas. Esa opción, planteada por Manuel Valls, apoyada por Inés Arrimadas, y apasionadamente defendida por el alocado riverista Pedro J Ramírez, no tiene ni pies ni cabeza y es un brindis al sol tan increíble y desacreditante como cuando, en los primeros compases, Albert Rivera propuso a Juan Marín, el tercero en votos, para la presidencia de la Junta. Recordemos que tanto PP como Ciudadanos son partidarios de dejar gobernar a la lista más votada siempre que sea la suya.

Santiago Abascal, Francisco Serrano y Javier Ortega, mitin en el Palacio de Congreso de Sevilla.

Vox está teniendo un comportamiento impecable y de plena coherencia. Sus propuestas, que suscribimos de la a a la z, que son sensatas y magníficas, en la línea correcta para que Andalucía salga adelante, se mueven en plenitud con el compromiso adquirido con sus electores. Es fácil colegir que estos no sólo votaron para desbancar a los socialistas sino también para erradicar el socialismo. Vox no ha pedido puestos, no ha exigido consejerías, se está moviendo por ideas y principios lo cual es inédito en la política española. No ha cedido, como se le pedía desde diversos ámbitos, ni se ha instalado, como tantos esperaban.

Si se sigue la única vía lógica en la que son precisos los 12 votos de los diputados de Vox ni tendrían, en propiedad, que rebajarse a negociar, porque el sistema proporcional concede el poder a la minoría que tiene la llave de la gobernabilidad. Como se lo ofrece, y lo ejerce, en el Congreso de los Diputados al PNV con sus cuatro diputados del PNV. O como en Cataluña se lo entrega a la CUP. Esas son las reglas del juego. Parece mentira que a estas alturas tanto PP como Ciudadanos desconozcan una cuestión tan obvia.

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Juan Manuel Moreno con Juan Marín. /Foto: elconfidencial.com.

El PP, mal. Ha aceptado negociar y ha mantenido una posición retóricamente dialogante, oponiéndose, al menos, a establecer cordones sanitarios; eso le salva del muy mal sin paliativos. Necesita acceder a la presidencia de la Junta de Andalucía para que no se desmoronen el liderazgo de Pablo Casado y la estructura putrefacta de ese partido. La descalificación en su conjunto de las 19 propuestas de Vox –un resumen de ellas se inserta al final de este editorial- resulta chocante, toda vez que se trata de un programa clásico liberal-conservador, con indudables connotaciones patrióticas, a las que el PP debería ser sensible. Conllevan, eso sí, una reducción sustancial del botín electoral que es lo que parece haber sacado de quicio al PP. La propuesta de celebrar el Día de Andalucía el 2 de enero en conmemoración del final de la Reconquista es interesante, imaginativa y justa, Lo único que nos resulta difícil de entender es por qué no se le ha ocurrido antes a nadie, empezando por el PP.

Albert Rivera saludando a Manuel Valls. /Foto: lavanguardia.com.

Fatal la actitud de Ciudadanos que está pareciendo un partido de aficionados, ignorantes y sectarios. Lo lógico hubiera sido establecer con nitidez que no querían, bajo ningún concepto, los votos de Vox y santas pascuas. En vez de eso, se ha dedicado al improperio como si tuviera la mayoría absoluta, lo cual no es el caso. Algunas de sus posturas hacen dudar seriamente de que Ciudadanos sea un partido liberal (antes era socialdemócrata, nadie en el mundo ha pasado de la socialdemocracia al liberalismo, porque son los contrarios pero para Rivera todo vale). Su defensa a ultranza de la Ley Integral contra la Violencia de Género, contra posturas anteriores, dentro del apropiado concepto de partido veleta, carece de sentido porque cualquier mentalidad liberal ha de estar contra esa Ley por cuanto es totalitaria en cuanto establece la responsabilidad colectiva –típica de los totalitarismos- al considerar que hay una “violencia estructural” –ejercida por las estructuras de eso del heteropatriarcado y todos los varones- y rompe la igualdad de todos ante la ley, privando de un plumazo a todos los varones de la presunción de inocencia, conquista inexcusable del Estado de Derecho, diferencia esencial entre la civilización y la barbarie, aunque se vista de feminista. Otras posturas de Vox son claramente patrióticas y su brutal rechazo hace dudar del patriotismo de Ciudadanos, que aparece ahora sometido a los poderes globalistas, a la masonería en la que milita Manuel Valls y a George Soros, tan alabado por destacados dirigentes de la formación naranja.

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Propuestas de Vox:

Derogar la Ley contra la violencia de género andaluza y la de promoción de la igualdad y la de los derechos LGTBI. No a la “implantación, asignación de presupuesto y/o desarrollo” de estas leyes “ideológicas”.

Declaración institucional de la Presidencia de la Junta “a favor de la apertura de un proceso nacional de devolución al Estado” de competencias. Entre ellas, las de Educación, Sanidad, Justicia y Orden Público, así como la propuesta de reforma para suprimir el término “realidad nacional” del Estatuto de Autonomía andaluz.

Declaración institucional de la Junta “de condena al discurso de odio y exclusión que algunos líderes políticos y medios mantienen desde las elecciones del 2 de diciembre contra los votantes y representantes de Vox”.

Expulsión de “52.000 inmigrantes ilegales”, así como “suprimir las ayudas a los inmigrantes ilegales” para “terminar con el efecto llamada”. Igualmente exige la supresión de las ayudas a los inmigrantes ilegales y la ilegalización de organizaciones que “favorezcan la inmigración ilegal”.

“Implantar un ‘PIN parental’ con el objeto de que los padres puedan excluir a sus hijos de enseñanzas, charlas, talleres o actividades con carga ideológica o moral contraria a sus convicciones”.

“Garantías” de que las escuelas “no difundirán ninguna ideología que niegue hechos científicos indubitados, con especial atención a la biología” y acabar con lo que la formación denomina “hostigamiento de la Junta” contra los modelos educativos de “educación diferenciada”.

Creación de una Consejería de Familia y Natalidad que impulse un plan integral del fomento de la natalidad. Eso incluye medidas fiscales, como son las desgravaciones proporcionales al número de hijos, y educativas, como es la ampliación de la red de guarderías.

Prestar atención a las mujeres con embarazos no deseados” y proporcionarles “alternativas” al aborto. Además, exige a la administración que vigilen que las mujeres no reciban “coacciones o presiones de su entorno que la obliguen a abortar”.

Evitar “la discriminación de los andaluces que viven en otras regiones de España”. La Junta debe prestar “asistencia legal y económica” a aquellos “andaluces que residan en otras comunidades no se vean obligados a escolarizar a sus hijos en una lengua regional”.

Derogar las leyes de memoria histórica al considerar que da “una versión sesgada de la historia andaluza en el periodo 1931-1982”.

El Día de Andalucía debería pasar del 28 de febrero al 2 de enero, “en conmemoración de la culminación de la Reconquista”.