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Las tres derechas se parecen bastante a la izquierda

Redacción




Editorial.

No somos inmunes a la consideración del cambio histórico que está teniendo lugar en Andalucía, donde el socialismo ha perdido tanto la hegemonía como el poder y se va a ver fuera de las instituciones con todo el sistema prebendario acumulado durante 36 años. El hecho de que una nulidad como Susana Díaz, que ahora se acuerda de España tras haberse intentado reiventar como una nacionalista andaluz, es una total satisfacción. También percibir el fracaso de Podemos (Adelante Andalucía) jugando, como una rabieta, al purismo es enormemente aleccionador.

Susana Díaz abriendo campaña en el Palacio de Congresos de Granada. /Foto: eldiario.es.

Además, el programa de gobierno, las 90 medidas que son 87, incluye una de gran calado que rompe la voracidad fiscal del sistema: nos referimos a la reducción sustancial del impuesto sobre la muerte, del impuesto de sucesiones y donaciones, del que queda exento las herencias por debajo del millón de euros, y en otros supuestos con una bonificación del 99%. Lo mejor hubiera sido erradicar un impuesto tan evidentemente contra natura y que no quedara resto de él, y que esa medida incluyera otra de retroactividad para que recuperen sus dineros todos aquellos a los que se les ha confiscado de manera tan altamente arbitraria. Hay también medidas beneficiosas para los autónomos. Y quizás ello justifique una legislatura. Pero ya estamos hartos de la derecha económica que perpetra conjuras de corrupción ideológica gobernando con ideas de la izquierda.

Pero fuera de eso, las tres derechas se parecen mucho a la izquierda y al susanismo, del que Ciudadanos ha sido cómplice. Por de pronto, cada una de las derechas ha conseguido algunos beneficios tácticos. El Partido Popular sortea su crisis galopante conquistando un premio tan alto como la presidencia de la Junta de Andalucía, de forma que tanto Juan Manuel Moreno como Pablo Casado no se ven en la necesidad de afrontar las consecuencias de lo que ha sido una clara derrota.

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Ciudadanos se ha presentado dominando la escena y llevando el peso fuerte de las negociaciones, aunque con abrumadores vaivenes y rectificaciones, desde la primera postura de que el presidente de la Junta de Andalucía debía ser Juan Marín, pasando por el veto a Vox y la búsqueda de la abstención del PSOE, hasta terminar claudicando yendo de la mano de Vox. Ciudadanos es un partido que se ha mantenido fuera de las responsabilidades de poder y que ha practicado la selección por la mediocridad y purgas inmisericordes, por lo que se encuentra ante el reto de no hacer el más pavoroso ridículo.

Vox, que fue el claro triunfador de las elecciones, en cuanto alcanzó cifras sorpresivas, tanto de votos, cuatrocientos mil, como de diputados, doce (el CIS de Tezanos le daba uno por Almería), consigue entrar en el sistema, sentándose en la Mesa del Parlamento, adquiriendo legitimidad de interlocutor y evitando sufrir un cordón sanitario. Habrá que ver cuando los diputados de Vox cobren la primera nómina hasta que punto se diluye o no el programa máximo de la eliminación de las autonomías o el de devolución de competencias al Estado o el cierre de Canal Sur limitando su déficit o el recorte de instituciones duplicadas e inútiles.

Francisco Serrano, con los dirigentes de Vox, en el cierre de campaña. /Foto: abcsevilla.es.

Dicho todo esto, el pacto de Gobierno en sus medidas es altamente insuficiente y no servirá para resolver ninguno de los más graves problemas que aquejan a la sociedad andaluza. En buena medida, el programa de Gobierno pactado por PP y Ciudadanos es un acuerdo contra Vox, es una consolidación de los males del socialismo, contra los que ha votado el pueblo andaluz. No modifica en nada el paisaje en cuanto al modelo de sociedad, sino que en varios puntos lo agrava. PP y Ciudadanos hacen bandera de la ideología de género, a la que con justicia se opone Vox, y pretende adoctrinar a los niños andaluces en tan nefasta doctrina. Tampoco hay nada referido a la inmigración invasiva que tiene en Andalucía la primera línea de batalla. La ideología de género ha de ser erradicada y más de las escuelas. Vox no puede tolerar tal desatino, que le llevaría al descrédito y al hundimiento de las ilusiones. La inmigración ilegal debe ser cortada de raíz y los ilegales deportados de inmediato. Es lo que se debe hacer. El tiempo de la estupidez buenista ha pasado.

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En todos los aspectos fundamentales no hay cambio alguno, salvo el de las poltronas. Vox puede considerar eso suficiente. A nosotros nos parecería un error. Ha establecido que ahora quiere negociar el programa de Gobierno. Ese programa es un desastre sin paliativos. Es continuista, pues, al fin y al cabo, Ciudadanos ha sido el cómplice necesario del susanismo y en muchos sentidos se está postulando como el continuador del PSOE.

Con el programa acordado entre Partido Popular y Ciudadanos no habría cambio en niveles suficientes, se trataría de un total fraude al electorado y de entrar Vox en la componenda perdería credibilidad a raudales. Si Vox ha recibido apoyo popular es que la necesidad de cambio es intensamente sentida y resulta obvia. El Gobierno PP-Ciudadanos-Vox con este programa nacería muerto.

Si no hay cambio, lo mejor es ir a nuevas elecciones. Una opción sería tomar posesión, erradicando al PSOE del cortijo, suprimir el Impuesto de Sucesiones y convocar de inmediato elecciones y que el pueblo andaluz decida si quiere la componenda o el cambio real. No tenemos ninguna duda de que optaría por el cambio que se le trata de ningunear.

Las tres derechas, en el momento presente, se parecen demasiado a la izquierda. Y eso es un fraude a las urnas. Los andaluces han votado sacudirse el socialismo de encima, no sólo enviarlo a la oposición. No bastan con medidas económicas, la regeneración social es básica.