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Ciudadanos no es parte de la solución sino del problema: Sus posturas globalistas favorecen la islamización de España

Redacción




Editorial.

Antes de nada, queremos pedir disculpas a nuestros electores. En las pasadas elecciones, en un editorial coincidente con el inicio de la campaña electoral, recomendamos el voto a Ciudadanos, y también a Vox. En el del cierre de campaña nuestra recomendación se restringió a Vox, siempre en la consideración de que nuestros lectores establecen sus juicios propios. Nos arrepentimos de haber hecho esa sugerencia a favor del partido de Albert Rivera, pues está tan personalizado que más que un partido es una pandilla de amigos instalados en el culto a la personalidad.

No volveremos a hacerlo, como propósito de la enmienda, y como resarcimiento vamos a extremar el celo, sin perder nunca la objetividad y la pulsión de la búsqueda de la verdad, en deconstruir Ciudadanos, porque nos parece un grave peligro para España. Ciudadanos, tal y como lo percibimos, no es parte de la solución sino del problema.

En nuestro descargo podemos aducir que se han producido hechos esclarecedores tras la celebración de las elecciones andaluzas que han mostrado aspectos que antes no se manifestaban con esa claridad. Ciertamente, teníamos que haber estado más sobreaviso y tener en cuenta los bandazos dados por Ciudadanos y específicamente por Albert Rivera, que hacen que sea un personaje veleta y un partido veleta que no merecen la más mínima credibilidad, pero nos cegó la defensa de la unidad de España que mantienen Inés Arrimadas y los militantes en Cataluña, aunque tampoco en este punto podemos dejar de establecer algunas dudas. Albert Rivera tiene no poca responsabilidad en la desmadejado y absurda aplicación del artículo 155 por Mariano Rajoy. Albert Rivera condicionó su apoyo a la celebración inmediata de elecciones, donde a la fuerza había de cosechar un buen resultado, al forzar a concentrar el voto llamado constitucionalista en la formación naranja. Eso le relanzaría de cara a su objetivo legítimo de acceder a la presidencia del Gobierno. El coste ha sido muy elevado: intensificar el conflicto en Cataluña. Como oposición al separatismo, Ciudadanos también ha dejado mucho que desear y en algunos aspectos se ha acomodado al paisaje secesionista. Ni tan siquiera fue capaz de presentar candidato en el debate de investidura.

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Albert Rivera e Inés Arrimadas. /Foto: youtube.com.

Desde las elecciones andaluzas, ha establecido la posición táctica de establecer un cordón sanitario en torno a Vox mientras ha apostado por la abstención del PSOE. Es una posición que tiene consecuencias ideológicas. Dejamos al margen la estupidez primera de propugnar el acceso a la presidencia de la Junta de Juan Marín. Ciudadanos no quiere contaminarse con Vox, aunque la coalición Libertas-Ciudadanos que concurrió a las europeas en 2009 tenía un programa muy similar.

George Soros con el borracho Jean-Claude Juncker. /Foto: gettyimages.co.uk

Se han producido declaraciones bien explícitas de dirigentes destacados de Ciudadanos situándose en las tesis de sin fronteras, de apertura a la inmigración ilegal, que muestran en Ciudadanos un patriotismo invertebrado, tramposo y pantalla. La defensa cerrada de George Soros, hasta la adulación, muestra que Ciudadanos no tiene una concepción adecuada de la soberanía nacional y que es un caballo de Troya de las fuerzas centrípetas que tratan de acabar con nuestra sociedad mediante una invasión migratoria islámica. Esa es una línea que ningún patriota debe compartir y, por tanto, entendemos que todo patriota ha de combatir a Ciudadanos mostrando su auténtica realidad. Se trata de cuestión de la máxima gravedad.

A Emmanuel Macron le gustan los descamisados. /Foto: valeursactuelles.com.

La formación naranja, alineada con el desacreditado Macron, que no se atreve a salir del Eliseo porque es constantemente insultado por los franceses, o que proclama su sumisión política al islam, ha profundizado en las destructivas tesis globalistas de favorecer lo que denominan multiculturalismo, y que no es otra cosa que la islamización subvencionada de las sociedades, sometiéndolas a intensos conflictos y a elevados riesgos de terrorismo indiscriminado, y la potenciación de las entidades supranacionales.

En nuestra opinión, Albert Rivera no es un patriota sino una parodia y un peligro cierto para la soberanía de España.