Editorial.
No toda la responsabilidad es de Pedro Sánchez. La aplicación del artículo 155 por Mariano Rajoy fue tibia y vergonzante y sus consecuencias han sido nefastas. Ni tan siquiera intervino los medios de comunicación públicos, auténticos voceros del golpismo y la sublevación, tampoco tocó la educación, vivero adoctrinador de separatistas. Lo único que hizo fue convocar elecciones de inmediato para que nada cambiara y todo fuera a peor. Merecería un juicio justo por alta traición.
Pedro Sánchez ha empeorado sustancialmente la situación. Su política de apaciguamiento ha sido un completo fracaso. Las virtudes taumatúrgicas del diálogo se han mostrado un fraude. El presidente del Gobierno ocupa es un pleno fracaso. La situación en Cataluña es límite. Desde la propia Generalitat se alienta y se protege a los terroristas de las CDR, que no son otra cosa que las juventudes de la CUP. Esa protección llega hasta el nivel intolerable de exigir a los mossos que no repriman las algaradas de la kale borroka separatista.
El día 21 está prevista la celebración de un Consejo de Ministros en Barcelona al tiempo que se están haciendo llamadas a la anarquía, la violencia y el pillaje, en lo que constituye un reto que el Estado no puede tolerar salvo entrando en el descrédito de la debilidad y la inacción.
Es preciso aplicar ya, de inmediato, el artículo 155, sin paliativos, con todas las consecuencias, recuperando de manera definitiva e irreversible las competencias de educación y orden público, controlando y depurando los medios de comunicación públicos, cerrando las sediciosas embajadas, interviniendo la Generalitat y desposeyendo de su cargo el esloveno Quim Torra. O eso o Cataluña seguirá despeñándose por la vía de la guerra civil y ese amargo final, o las tragedias que se sucedan, serán responsabilidad de Quim Torra y Pedro Sánchez. Y también de una oposición que tiene mayoría absoluta en el Senado y debe tomar la iniciativa ya.