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La ‘extrema derecha’ ha venido para quedarse y ganar de goleada

Redacción




Enrique de Diego.

El diario Público inserta un presunto estudio titulado “Las claves para aislar a la ultraderecha: así es el cordón sanitario”. Llevaba tiempo sin encontrar una titulación que respondiera menos a su contenido. Las conclusiones son: a) no hay cordón sanitario posible; b) puede ser contraproducente.

Así que lo que se prometía como el bálsamo de Fierabrás para una izquierda, que ya no es de este mundo, en pánico, queda en agua de borrajas. El falaz testo firmado por Danilo Albin constata un “terremoto político” en Andalucía, señala que “el debate está en despachos de todos los colores e ideologías” y parte de que “los resultados no siempre han sido los esperados”; los de eso del cordón sanitario. Ojo, que el debate no está en la calle, está en los despachos, estos son ya gente de despacho que no pisa la calle.

No se renuncia, sin embargo, al anatema: los partidos de “ultraderecha” “no son compatibles con un sistema democrático genuino ni con ningún catálogo mínimo de derechos humanos”. Lo de “genuino” trata de salvar la contradicción de que son fuerzas que se presentan a las elecciones y son respaldadas por las urnas.

Público recurre al socorrido método de hablar con unos cuantos politólogos. Pero estos son gente que sólo se mueve en ambientes cerrados, endogámicos y que no se salen de las ortodoxias dominantes. Sus opiniones tienen menos valor que la de cualquier hombre de la calle. De hecho, su afirmación más interesante es que “si algo sabemos hoy es precisamente que no sabemos cuál es la fórmula para evitar el crecimiento de la extrema derecha” y sólo queda tender un cordón sanitario “ante los miedos que ese partido (Vox) es capaz de representar”, lo cual es casi poético, pero sin significado.

En Italia y Austria la ‘extrema derecha’ está en el Gobierno, en Suecia y Países Bajos se gobierna gracias a su apoyo desde fuera. Los cordones sanitarios hace tiempo que fueron superados. En Francia y Alemania han servido para que no entren en el Gobierno pero han sido ineficaces para evitar un creciente respaldo en las urnas.

Santiago Abascal con Morante de la Puebla, a caballo.

La extrema derecha ha venido para quedarse y para ganar de goleada. En las elecciones europeas de mayo de 2019 arrasará. Es tan previsible como inevitable. No deja de tener fundamento la feliz síntesis de Santiago Abascal de que su partido es de “extrema necesidad”. No es un diseño de élites, sino que está en la calle. Con evidente intencionalidad descalificadora, Pablo Echenique, que no es la reencarnación de Apolo, ha comparado a Santiago Abascal con Torrente, pero los torrentes también votan y son muchos.

Lo que antes era paralizante, ahora es un espantapájaros

Utilizo la terminología peyorativa de ‘extrema derecha’ de manera provocativa e impropia. El sistema, que es la tiranía de la corrección política, ha invertido mucho en diabolizar el concepto ‘extrema derecha’, que antes resultaba paralizante pero ya es un espantapájaros. La extrema izquierda ha sido consentido y mimada y está acostumbrada a ejercer la violencia sin consecuencias y con trato privilegiado en los informativos y en los programas magazine.

La izquierda no puede plantear ningún cordón sanitario porque está desapareciendo de toda Europa; el socialismo ha prácticamente desaparecido de Francia, Alemania e Italia; se reproduce suavemente a través de vetas inocuas como Los Verdes en Alemania o se diluye en el macronismo francés; en Italia ha muerto. La izquierda no necesita ningún cordón sanitario sino coronas de flores para su tumba. Público se quedará sin público y terminará desapareciendo.

Pym Fortuyn.

El sistema ha intentado eso del cordón sanitario con poca fortuna mediante tres etapas; a) la conjura de silencio; b) la criminalización; c) la demolición personal. La tercera fue eficaz con el asesinato por un izquierdista de Pim Fortuyn en Holanda y el accidente de automóvil de George Hayder en Austria. Ahora sería contraproducente. Como lo es la violencia que despliega en las calles.

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No se trata de partidos de extrema derecha y ese es un error de base en el diagnóstico de esta izquierda atrapada en sus propios tópicos. Son partidos identitarios de derecha clásica, conservadora, con numerosos matices internos. En los años 90, los laboristas ingleses decidieron abrir las fronteras: en una sociedad multicultural los partidos conservadores dejarían simplemente de tener sentido. De paso, se sustituía a los trabajadores con poca conciencia de clase proletaria por inmigrantes, que bien alimentados con subvenciones votarían a sus ungidos protectores. El esquema ha hecho quiebra. Fue generosamente alimentado con dinero por magnates como George Soros generando un entramado de servicios sociales, onegés, asociaciones feministas, colectivos lgtbi, que empezaron a vivir sin otro oficio ni beneficio que tratar de hundir las sociedades y perseguir a los disidentes.

Los partidos de derechas, las formaciones conservadoras se mimetizaron y se satelizaron con las de izquierdas y siguieron sus dictados, en un proceso de corrupción ideológica. En el PP de Mariano Rajoy ha estado muy claro. Mantenían matices teóricos de diferencia, pero gobernaban de la misma forma que la izquierda, por miedo a los ataques de los medios y los anatemas. La estrategia llegó a ser tan firme que se intentó eliminar cualquier foco de resistencia mediante el Código Penal introduciendo los genéricos y ubicuos delitos de odio.

Víctimas sin nombre: masacre Niza. /Foto: elpais.com.

Dos fracasos patentes

El problema es que esta imposición de la estupidez ha fracasado y ese fracaso ya es irreversible. Hay dos fracasos patentes: 1) los inmigrantes no resultaron ser esos buenos salvajes rousonianos que huían del hambre y ayudarían a pagar las pensiones con sus esforzados trabajos. La inmensa mayoría eran musulmanes que muestran un completo desprecio por sus naciones de acogida. Han demostrado ser gente inadaptada, muy violenta, llegando al terrorismo indiscriminado, con obsesión por matar niños, con un total desprecio a las mujeres, incrementado en lo relativo a las occidentales, de forma que las violaciones con sadismo se han multiplicado en toda Europa en porcentajes superiores al 1600% como en Suecia; 2) la izquierda, y sus aliados consevadores, mintieron a las sociedades y cuando prometían una nueva sociedad, un nuevo paraíso, el resultado es un infierno. Los que propugnaban el nuevo desorden, devenido en desorden y caos, no eran personas altruistas y generosas sino que han mostrado una propensión instintiva a vivir de los demás, del Presupuesto, sin generar un solo empleo, sino siempre viviendo de la subvención. Sus mascotas, los inmigrantes, viven de las ayudas sociales (más del 50% de los marroquíes en España están en paro) y ellos de los sueldos públicos. Con tanto lastre, las economías han embarrancado. Pero lo más grave es que hay barrios y ciudades donde no se puede vivir.

Las agresiones de la Noche Vieja en Colonia conmocionaron a Alemania. /Foto: eperiodico.com.

La mentira se ha hecho intolerable

Todo esto se ha administrado con dosis tan grande de mentiras que ya se ha hecho intolerable. Se le puede amenazar a las gentes con llamarlas de extrema derecha pero ya no sirve; las gentes están inmunizadas. Al tiempo, los sectarios de la corrección política se han puesto a imponer deberes absurdos a la gente, a romper con sus tradiciones, que son las que permiten el diálogo real y la convivencia, resulta que hay que amar más a los animales que a los seres humanos, que hay que prohibir los toros, la caza, la ganadería y la pesca, quizás también mañana la agricultura, porque los vegetales también son seres vivos.

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Cada vez hay más colectivos enteros que están amenazados por la tiranía de la corrección política. Se suponía, por ejemplo, que el colectivo LGTBI tenía que ser uno de los fundamentos del nuevo orden, uno de cuyos objetivos es el hundimiento de la natalidad y la sustitución de las poblaciones autóctonas. Pero muchos homosexuales en toda Europa están votando a eso de la extrema derecha –a la derecha- porque se sienten amenazados por los musulmanes y temen ser lapidados o lanzados desde una azotea. Se ha dado privilegios autoritarios a las mujeres mediante el feminismo arrebatando a los varones la presunción de inocencias, pero los varones están respondiendo votando a la extrema derecha como cuestión de supervivencia, y las mujeres, menos las subvencionadas, también están huyendo a la carrera viendo que su peligro no son los civilizados autóctonos sino la barbarie de algunos de esos inmigrantes. Por ejemplo, se pretende prohibir la homeopatía y de esa manera la izquierda echa en manos de la ‘extrema derecha’ a mucha gente. La izquierda se está suicidando con sus prohibiciones y sus persecuciones de lo natural.

Isla de Lindhom. /Foto: diariodesevilla.com.

Dinamarca va a reducir a los bárbaros en una isla

Dinamarca ya ha previsto reducirlos en una isla para luego deportarlos. Hace unos años la medida hubiera provocado una escandalera monumental y se hubieran oído por toda Europa el rasgarse de vestiduras. Dinamarca hubiera sido condenada sin paliativos. Ahora no se ha oído el más mínimo susurro de desaprobación. Los daneses están hartos de los inmigrantes. Los niveles de violación son insoportables. La inseguridad es creciente. El sistema se ha cansado tanto de mentir que ya no provoca ni miedo ni tiene credibilidad. La medida de Dinamarca ha sido ampliamente respaldada por los ciudadanos.

Ángela Merkel, destructora de Europa. /Foto: burbuja.info.

Los puntales del esquema, Ángela Merkel y Emanuel Macron, están la primera retirada y el segundo en descrédito, convertido en un guiñapo por la protesta de los “chalecos amarillos”.

Se dice que los Policías Nacionales y los Guardia Civiles han votado en Andalucía masivamente a Vox. No sé con qué fundamento, pero es totalmente lógico. Los policías de toda Europa están votando a la extrema derecha. Están hartos de la inseguridad, de esas mentiras de los casos aislados y los trastornados mentales para ocultar el terrorismo y la violencia irrestricta. Y en España están hartos de que España sea vilipendiada por esa izquierda que se suena los mocos en la bandera, que visita a los golpistas en la cárcel y que solicita sus votos, en medio de un clima de cesión degradante, para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Los militares también están hartos de quedarse sin Patria que defender.

Cortes de carreteras en Francia en protesta por la subida de combustibles. /Foto: lavanguardia.com.

Es ya cuestión de supervivencia y Público dejará de existir

Así que la corrección política ha cabreado a todo el mundo. El cordón sanitario es imposible porque la pandemia está generalizada y la gente funciona bajo el instinto de supervivencia. Quiere sobrevivir como persona, como familia y como sociedad. En España se ha retrasado un tiempo el proceso natural porque el sistema se inventó a Podemos, una farsa, una coartada, un timo comunista que se presentó con el discurso y el lenguaje de la derecha, de la extrema derecha, pero ese camelo ya ha sido detectado y está desacreditado; es un cadáver que hiede.

La izquierda en España va a desaparecer, como en el resto de Europa. No es un proceso lejano. Se va a producir en 2019. Es decir, mañana. La izquierda llegó demasiado lejos en la estupidez y su fin es inevitable. No hay cordón sanitario a su favor para evitarlo.

Ana Pardo de Vera, director de Publico, oradora en una concentración contra Franco ante la Catedral de la Almudena.

Público dejará de existir por muerte natural. Nadie querrá leer sus estulticias y sus manipulaciones, porque los efectos destructivos de sus chorradas son evidentes.