Enrique de Diego.
En las elecciones andaluzas, a la espera de que las urnas den su veredicto, se ha puesto en marcha un proceso sociológico de la máxima importancia cuyas consecuencias futuras pueden modificar todo el mapa político: la rebelión de los varones.
La empresa sociológica GAD3 ha detectado que el 70% de quienes han decidido votar a Vox son varones. Vox parece estarse convirtiendo en un refugio del voto de reacción frente al feminismo y sus imposiciones. Los otros partidos coinciden en lo que podríamos denominar el “consenso feminista” e incluso tienen establecida una especie de competición para cosechar el voto de las mujeres con propuestas marcadas por el feminismo y la ideología de género.
El consenso feminista contra los varones
El partido al que hasta el momento le ha sido más provechosa esa tendencia es el PSOE cuyos votantes son en el 55% mujeres. Por el contrario, en Podemos el porcentaje de mujeres es de sólo el 45%. Podemos ha intentado contrarrestar esa tendencia pasando por el feminismo al PSOE con polémicas nacionales como la de la “portavoza” de Irene Montero o sus referencias a la “revolución de las mujeres”. Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, ha radicalizado su mensaje en este terreno propugnando la creación de una Consejería de Feminismo. También diferencia entre el feminismo impostado y de moqueta del PSOE –“chiringuitos institucionales a favor de la mujer que sólo sirven para que haya mujeres elegantes paseándose por moquetas”- del suyo, populista, que representa a las mujeres “precarizadas” y “semiesclavas” que limpian las aulas. Rodríguez destaca que las denuncias por violencia de género han aumentado el 18%, hasta superar las 35.000.
El PP, tras su lejana resistencia al establecimiento de cuotas y su tibia defensa del mérito, se ha satelizado en este terreno respecto al PSOE. Si bien deja la iniciativa a los socialistas, tiende a consolidar sus avances y a evitar cualquier cosa que plantee polémica. Sus votantes son en el 55% mujeres. Ciudadanos intentó desmarcarse de la ideología de género en las elecciones generales de diciembre de 2015 cuando pretendió cambiar la terminología para hablar de “violencia doméstica” y renunciar a la “asimetría penal por cuestión de sexo”, de modo que su programa establecía “igualar las penas con independencia del sexo del agresor”.
El 9 de diciembre de 2015, la intervención de la diputada Marta Rivera en un debate electoral en el que afirmó que “es igual que un hijo vea a su padre matar a su madre que a su madre matar a su padre” se saldó con una furibunda escandalera. El tono se percibe en un titular de El Diario: “Ciudadanos niega la importancia del género en los casos de violencia contra la mujer”. Tanto el partido socialista como sus satélites feministas propiciaron un ataque de histeria moral en el que la racionalidad fue agostada en el debate. Ciudadanos entró en miedo escénico y reculó. Posteriormente, Albert Rivera situó esa polémica como uno de los factores que llevaron a que Ciudadanos no culminara sus expectativas electorales.
El consenso feminista no cuestiona sino refuerza lo establecido en el preámbulo de la Ley Integral de Violencia de Género: “la manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes están o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”.
Incentivos a las denuncias falsas
Por tanto, sólo los varones son capaces de ejercer la violencia sobre la mujer por el hecho de serlo, y nunca al contrario. Eso tiene consecuencias como que se hayan dejado de ofrecer datos sobre asesinatos de varones a manos de sus parejas desde 2004 y numerosas medidas de discriminación positiva. Desde el curso 2014-2015, las universitarias andaluzas que denuncian por violencia de género tienen gratuita la matrícula.
Según tituló El País resumiendo el inicio de la campaña electoral andaluza: “Los partidos se vuelcan en atraer el voto femenino”. Hay que entender que, en esos términos, el voto masculino queda huérfano. Hay un sentido de aritmética democrática en esta tendencia: las votantes mujeres son 17.868.107, 1.104.580 más que varones. Eso hace que todos los partidos busquen el voto de la mujer, pero eso deja un flanco inmenso abierto.
Criminalización del varón y Francisco Serrano como catalizador
Vox ha roto este consenso feminista y parece estar cosechando réditos. GAD3 establece que el 10% de sus votos son antiguos electores de la izquierda y prácticamente todos son varones. La criminalización del varón puede ir pasándole una factura cada vez más elevada a la izquierda y dejar a PP y Ciudadanos en terreno de nadie. Si hay alguien capaz de servir como catalizador de esa rebelión electoral de los varones es el candidato de Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía, Francisco Serrano Castro. Fue uno de los primeros en criticar con relevancia pública la ideología de género y la Ley de Zapatero, en calidad de titular del Juzgado de 1ª Instancia nº 7 de Sevilla, y de los pioneros en denunciar que había un mercado de elevadas dimensiones de denuncias faltas.
El sistema, trufado de feminismo, inició una auténtica caza de brujas contra él. En 2011 una cuestión menor como ampliar un día y medio la custodia de un padre separado para que su hijo participara como paje en una procesión de la Madrugá sevillana. Fue un caso de histeria moral, una auténtica caza de brujas. Francisco Serrano fue suspendido como juez. Tras un largo itinerario jurídico, el Tribunal Constitucional dictaminó que fuera repuesto en su puesto. Francisco Serrano ha seguido ejerciendo la abogacía con un despacho exitoso como referencia de la lucha contra la ideología de género.
¿Hay motivos para la rebelión electoral de los varones? El proceso es tan previsible como lógico e incluso puede dictaminarse que se ha producido demasiado tarde para el nivel irrestricto de agresión. Recientemente, la concejal de Igualdad de San Fernando de Henares, Rocío Vicente afirmaba que “la mitad de la población está en peligro de muerte”. Estas exageraciones de la izquierda se han hecho tristemente habituales. Se trata de un gran negocio. Desde 2004, a la ideología de género se han dedicado 65.000 millones de euros. A título comparativo, el rescate de la banca ha costado 67.000 millones de euros.
Los varones han sido despojados de la presunción de inocencia
La inspiradora de la Ley Integral de Violencia de Género, Soledad Murillo, recuperada por Pedro Sánchez como secretaria de Estado de Igualdad, afirmó: “Cuando hicimos la Ley se nos planteaba el dilema entre la presunción de inocencia y el derecho a la vida y optamos por salvar de vidas”. Es decir, se ha despojado a los varones de la presunción de inocencia, la principal conquista del Estado de Derecho, la diferencia entre la civilización y la barbarie. En mi libro “¡Derogad la genocida Ley de Violencia de Género!” (de venta en amazon) he documentado casos extremos y sangrantes. Los procesos de divorcio han ido degenerando con facilidad en juicios por violencia de género, en los que los varones son literalmente masacrados, despojados de todas sus propiedades, separados de sus hijos que son destrozados como rehenes y habitualmente encarcelados. Los presos por violencia de género son ya el tercer grupo en las cárceles españolas.
El domingo 3 de septiembre de 2016, una joven colombiana denunció por violación en Cambrils a Santi García. El Juzgado de Instrucción número 4 de Reus decretó su inmediato ingreso en prisión incomunicada. Hasta que llegó el resultado del análisis de ADN, que demostró su inocencia, Santi García estuvo cuatro meses encarcelado, en los que fue criminalizado. Si una extranjera denuncia violencia de género ya no puede ser expulsada y pasa a cobrar una paga. Es un claro incentivo para la denuncia. La denunciante era una prostituta y en su vagina y en sus bragas había restos de semen de varios varones, pero no de Santi.
Para mantener el negocio y el mercado electoral –puede decirse que el PSOE financia su estructura en el inmenso negocio de la ideología de género– el sistema ha decidido que no hay denuncias falsas. Eso las ha disparado. La Asociación Europea de Ciudadanos contra la Corrupción ha hecho un estudio que pone en evidencia con claridad las dimensiones estratosféricas del problema. Entre 2.004 y 2.012 se interpusieron 1.034.613 denuncias, de las que el 79% fueron absoluciones, archivos y una ínfima parte desistimientos. Hubo 207.997 condenas (21% de las denuncias totales), y de esas condenas el 80% fueron por delito, de las que más de 77.000 fueron conformidades, y el 20% restante por faltas. En el año 2.016, las denuncias fueron 142.893 y las condenas 19.388. Ese año las denuncias falsas fueron 123.505. En total, las denuncias falsas superan el 1.200.000.La misma mujer puede presentar un número casi infinito de esas denuncias: de 7 a 15 y más. El 56% de las denuncias son presentadas por mujeres inmigrantes.
El varón ve como su vida es destruida, como empeora sistemáticamente su situación procesal, como todo el entramado institucional, de servicios sociales y médicos forenses, está en su contra. Como en algún momento ya no sale del Juzgado salvo para entrar en la cárcel, mientras se le impide ver a sus hijos o estos, ante la presión, adoptan una posición de rechazo.
A más mujeres asesinadas más subvenciones para las autonomías
En 2016, en todos los ámbitos del Código Penal, las simulaciones de delito se incrementaron en el 171% y las denuncias falsas en el 133%. A pesar de esos datos oficiales, el sistema se empeña en establecer la grosera mentira de que no hay denuncias falsas en violencia de género, contabilizando como tales sólo las que llegan con querellas a las Audiencias Provinciales.
La denuncia, la destrucción de las familias en medio de conflictos terroríficos, está incentivada:
1.- La mujer inmigrante se mantiene en suelo español si denuncia violencia de género y pasa a cobrar una ayuda en una sola entrega.
2.- La viuda puede denunciar al difunto por malos tratos.
3.- La divorciada se queda con la casa, con los hijos y se asegura el pago de alimentos. Él es llevado al calabozo y estigmatizado socialmente. En el peor de los casos, puede ir a prisión; frecuentemente saldrá con una orden de alejamiento, o de principio o paulatinamente se le retirará la patria potestad, con lo que él quedará arruinado y sin derecho a ver a los hijos, y ella se quedará con todo.
El sistema no sirve para proteger a las mujeres realmente maltratadas, camufladas en un problema artificialmente inflado y económicamente muy rentable. En 2016, el 36,4% de las mujeres asesinadas habían presentado denuncia y gozaban de una orden de alejamiento que no sirvió para nada.
La violencia de género es mucho mayor en la población inmigrante
Según GAD3, esa apuesta destacada de los varones por Vox implica una nueva dialéctica que rompe la clásica entre derecha e izquierda. Eso explicaría ese 10% de votantes varones provenientes de la izquierda que piensan depositar su papeleta a Vox en las urnas. GAD3 diferencia esta rebelión de los varones del debate sobre la inmigración, que estaría teniendo un especial eco en Almería donde el porcentaje de extranjeros es del 19,7%, la mayoría marroquíes. Pero esas dos líneas se entrecruzan. Nada confunde más y desata los nervios de la izquierda que establecer la relación entre inmigración y delincuencia. Pero los datos son concluyentes: hay una clara sobrerepresentanción de la población inmigrante en las cárceles. Actualmente, la población reclusa ha alcanzado niveles récord. En octubre de 2016, el total de recluso en las cárceles era de 60.175, de los que 55.636 son hombres y 4.539, mujeres, según datos oficiales de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias.
De esos 60.175, el total de extranjeros que el contribuyente español ha de mantener en las prisiones es de 17.147, de los que 15.861 son hombres y 1.281 mujeres. 1 de cada 3,2 reclusos en nuestras cárceles es extranjero. Una relación, ciertamente, alarmante, que implica un fuerte incremento de la delincuencia y la criminalidad derivado de la inmigración.
Según datos del Ministerio del Interior, el 25% de la población reclusa extranjera es de nacionalidad marroquí; de los algo más de 300 asesinatos que se cometen al año en España, el 18% son cometidos por marroquíes.
El contribuyente español paga, muy cara, la estancia de las cárceles de personas que han venido a delinquir. En concreto, esos 17.147 presos cuestan más de 406 millones de euros anuales, pues el coste anual por preso está estimado en 23.725 euros.
En materia de violencia de género la relación con la inmigración es abrumadora. Casi puede decirse que como problema está restringido a la población extranjera. De manera bastante constante, en los históricos anuales los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas se producen entre inmigrantes por encima del 45%, lo que implica que una mujer inmigrante tiene 6 posibilidades más de ser asesinada por su pareja que una española autóctona.
Esta rebelión de los varones que puede trastocar y varias todo el mapa político español tiene muchas aliadas naturales: hermanas y madres de las víctimas de la Ley de Violencia de Género, en primer lugar. Aunque Soledad Murillo afirma que optó por salvar vidas, se detecta una elevación sustancial de los suicidios entre varones, superando los 3.000 de media anual en los últimos años, sin que se quiera relacionar este hecho con la persecución judicial por violencia de género. Como referencia, en Estados Unidos la ruptura de la relación conyugal se considera la primera causa de suicidio en el varón. Quienes consiguen rehacer su vida tras auténticas masacres propias del totalitarismo suelen hacerlo por el apoyo de mujeres fuertes.
El 27 de abril de 2018, en mi artículo “Carta a los varones españoles: ¡Hay que rebelarse!” escribía lo que bien puede servir de colofón:
“Hay que rebelarse! ¡Deroguemos la Ley de Violencia de Género contra los varones! Que ese sea el objetivo de todos los varones españoles. Por dignidad y por instinto de supervivencia. Hagamos todos el firme compromiso de no votar a ningún partido que no lleve como primer punto de su programa derogar esa maldita Ley, esa Ley genocida.
En esta lucha, que ha de ser firme, a brazo partido, somos mayoría, pues contamos con muchas mujeres, con la mayoría de ellas, con tantas buenas esposas, muchas de ellas segundas, con tantas hermanas, madres, abuelas, primas, que viven en el sufrimiento. Es cada vez más difícil encontrar una familia española que no haya sido destruida e instalada en el dolor irrestricto por esta inmensa corriente de odio desplegada por la Ley de Violencia de Género contra los varones. El voto es la clave. La solución es política.
“Asumid, asumamos todos ese compromiso y el sistema temblará. No hay nada de idealismo en ese proceso genocida, sólo dinero y subvención y designios destructivos de nuestra sociedad. Recuperemos la presunción de inocencia, sin la que todos somos víctimas propiciatorias de un holocausto. Reclamo para esta lucha el ejemplo de nuestros viriles antepasados, de los que nos formaron en el respeto a la mujer.
“Luchemos todos juntos. Nuestra arma es el voto. Ni un voto a los partidos del genocidio contra los varones. Y la victoria será segura”.
Esa rebelión de los varones está en marcha y va a cambiarlo todo para bien.
http://ramblalibre.com/2018/04/27/carta-a-los-varones-espanoles-hay-que-rebelarse/
Plaga de denuncias falsas provocada por la Ley “contra” la Violencia de Género
Inmigración y delincuencia: una relación evidente, manifiesta e innegable