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“Jesús de Vascaret” o la iglesia nacionalista vasca (V): Comunicado de obispos vascos pidiendo perdón por ciertas complicidades

Redacción




José Manuel Lestón.

En relación al reciente comunicado de los obispos del País Vasco, Navarra y Bayona (2018), mediante el cual piden perdón por ciertas ‘complicidades’ de la Iglesia, conviene decir una serie de cosas, no sin antes extractarlo resumidamente para su conocimiento: “La Iglesia católica presente en las diócesis de…valora lo que de positivo tiene la ‘Declaración sobre el daño causado’ de la banda terrorista ETA, después de 60 años de historia de muerte y sufrimiento…Deseamos…que el saludo bíblico ‘Paz a vosotros’ se enraíce en nuestra tierra para siempre…Reiteramos nuestra solidaridad de una forma especial con todas las víctimas de la violencia y con sus familiares, especialmente con aquellos cuyos atentados no han podido todavía ser esclarecidos y padecen el sufrimiento añadido de la impunidad. Su memoria y la oración por ellos debe estar siempre entre nosotros…La Iglesia ha recibido de Jesucristo la vocación a ser instrumento de paz y de justicia, de consolación y de reconciliación…Pero somos conscientes de que también se han dado entre nosotros complicidades, ambigüedades, omisiones…por las que pedimos sinceramente perdón…Además del inmenso y prolongado sufrimiento infligido por la violencia, nuestro pueblo ha padecido un daño espiritual y social incalculable, provocado por las ideologías totalitarias e idolátricas que alimentaron el fenómeno terrorista. En el momento presente, nuestra sociedad tiene que afrontar el reto de la reconstrucción moral y de la reconciliación…La deseada disolución de ETA ofrece nuevas posibilidades para la normalización, que debieran ser aprovechadas por todos. Pensamos en…atender las peticiones de los familiares de los presos inmersos en diversas necesidades humanitarias. También es importante que el retorno de los excarcelados a sus lugares de origen se realice de forma que las víctimas del terrorismo no se sientan humilladas…La verdadera reconciliación sólo es posible si existe un auténtico arrepentimiento y una sincera petición de perdón; además de una disposición real a reparar el mal causado en la medida de lo posible…” (Obispos firmantes: Francisco Pérez, titular de Pamplona y Tudela; Mario Iceta, de Bilbao; José Ignacio Munilla, de San Sebastián; Juán Carlos Elizalde, de Vitoria; Juán Antonio Aznárez, auxiliar de Pamplona; y Marc Aillet, de Bayona).

Para entender este comunicado-pastoral “tipo” conviene antes descodificar el lenguaje en el que está escrito, oculto sobre todo para el profano no habituado a escuchar cierta palabrería, muy habitual por otra parte en territorio vasco. Aparte de esto, la sinceridad del perdón pedido, como ustedes comprenderán, es medible tanto por lo expuesto como por lo no escrito. Sí que es verdad que algo de positivo se añade en relación a anteriores pastorales, pero no es menos cierto que ciertas ausencias importantes restan credibilidad al texto y a su fin. Sinceramente el entrar a valorar lo que tiene de positivo una mera “Declaración sobre el daño causado” de una banda terrorista, para acto seguido describir sucinta y asépticamente su historia (60 años de “muerte y sufrimiento”), no me parece un buen comienzo, máxime cuando se debería de estar hablando de asesinatos, sin generalizar tanto el concepto de ‘sufrimiento’. Seguimos en el lenguaje de las ambigüedades, manteniendo incluso cierta equidistancia entre unos y otros. Se generaliza al hablar de “víctimas de la violencia” en un intento muy sutil  de cierta equiparación. Además en ningún momento se habla de víctimas del terrorismo, salvo al final y de refilón, y no es precisamente para exponer sus justas reivindicaciones sino más bien para “atender” las peticiones de los familiares de presos y facilitar el ambiente de retorno de los excarcelados. Es curioso cómo en el comunicado ‘se solidarizan’ con los atentados no esclarecidos y con el consecuente sufrimiento padecido al quedar éstos impunes, mientras no exigen su resolución, eximiendo a sus autores de tal responsabilidad, haciéndose por ello cómplices de la no tributación penal de sus actos/delitos, para, a continuación, expresar que “su memoria…debe estar siempre entre nosotros” (como no sea la memoria del olvido). En otra parte del texto piden ‘sinceramente’ perdón por las complicidades, ambigüedades, omisiones…olvidando su prestado y activo colaboracionismo, al no identificar los actos que lo conformaron. A mayores, el texto no identifica la procedencia del daño y sufrimiento infligidos al pueblo, más bien al contrario generaliza la violencia, al ser causada ésta por ideologías totalitarias e idolatrícas (“varias”) alimentadoras del fenómeno terrorista. Siguen sin identificar nacionalismo con exclusión y terrorismo, con separatismo. Cuando se dice que ‘la disolución de Eta ofrece nuevas posibilidades para la normalización’ se está adoptando el mismo lenguaje “normalizador” pretendido por el nacionalismo en su conjunto, lo que supone realmente una normalización del P. Vasco en clave separatista (social, política y lingüísticamente). Así la sociedad vasca no puede ‘afrontar el reto de la reconstrucción moral y de la reconciliación’ si lo que se normaliza es la exclusión (la inmersión), en vez de la integración. En esa normalización, anómala en su planteamiento, no entra la colaboración con la Justicia, ni la integración en igualdad de condiciones de todos los habitantes de aquel territorio. Por todo lo dicho, este comunicado no deja de ser una mera y filosófica declaración de intenciones más, que el buenismo imperante puede engullir sin más como quien practica un acto de fe. No hay ‘disposición real a reparar el daño causado’ ni “auténtico arrepentimiento”, precisamente porque se busca la paz (una paz de convivencia, no una paz social) mediante esa viciada normalización. En resumen, una paz de connivencia con una ideología nacional-terrorista.