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Exclusiva: Tremendo varapalo del fiscal al mentiroso y figurante Bartolín de Leganés

Redacción




Javier de la Calle.

Rambla Libre ha tenido acceso al escrito de la Fiscalía en el que se desestima el recurso interpuesto contra la sentencia de 10 de septiembre de 2018 por Francisco Javier Márquez, director de sostenibilidad del Ayuntamiento de Leganés, más conocido como el Bartolín de Leganés, por su condición de mentiroso compulsivo y de figurante.

En el centro, Carlos Delgado Pulido, portavoz de ULEG. /Foto: ramblalibre.

El escrito es un completo varapalo a la huida hacia adelante de Márquez, sostenido realmente por el ladrón de bicicletas Santiago Llorente. El fiscal considera la valoración de las pruebas realizada por el Tribunal «procedente y ajustada«, establece que en ella no se contemplan «razonamientos ilógicos y arbitrarios«, resalta que tanto en sede policial como judicial Márquez entró en contradicciones respecto a las versiones dadas, así en sede policial afirmó que forcejeó con Carlos Delgado con unos papeles «perdiendo el equilibrio y golpeándose al caer mientras que en el plenario manifestó que le retorció la mano, le empujó y se cayó«.

La Fiscalía considera concluyente la grabación aportada sobre la reunión de concejales de ULEG con Francisco Javier Márquez en el despacho de éste, a raíz de la cual éste se inventó una agresión, dando incluso una mendaz rueda de prensa con el brazo en cabestrillo, acompañado del alcalde. El escrito del fiscal señala que de la grabación «no resulta acreditada la agresión denunciada«. En suma, Márquez ni forcejeó ni se cayó, sino que montó un simulacro y una mentira indigna de un pueblo noble como el de Leganés.

Por todo ello, concluye de manera contundente que procede la «desestimación del recurso interpuesto».  Con la presentación del recurso, Márquez pretende ganar tiempo ante el anuncio de la presentación de querella por denuncia falsa, lo que sin duda le alejará de la vida pública y le permitirá dedicarse al teatro en alguna estación de Metro de Madrid, para lo que es procesalmente necesario el final del actual proceso judicial, en el que no está haciendo más que el ridículo más espantoso.