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El ocaso de Pedro J Ramírez (y 5): Jota, el perro abandonado

Redacción




Luis Bru.

En su magnífico relato “El hogar del soldado”, Ernst Hemingway hace decir a uno de los personajes: “no es antinatural que los mejores escritores mientan. Gran parte de su oficio es mentir o inventar. A menudo mienten inconscientemente y después recuerdan sus mentiras con remordimiento”.

Pedro J Ramírez no es, ciertamente, uno de los mejores escritores, su estilo es mediocre, pero sí es uno de los mayores mentirosos compulsivos. Vale aquí la sabiduría del refranero: quien miente en lo poco, miente en lo mucho. Tras su divorcio de Agatha, Pedro J se mostró como uno de esos inmensos egoístas, que piensan que los demás no sólo deben aceptar sus decisiones sino también aplaudirlas y cuando no lo hacen se sienten ultrajados moralmente.

Una de las polémicas colaterales surgidas fue en relación con que no sólo había abandonado a Ágatha, tampoco había hecho ningún caso a Jota, el perro de raza chow chow que le habían regalado los redactores fundacionales de El Español. Influenciado por Cruz Sánchez de Lara, otra mentirosa profesional cuyas clientas tienen la rara costumbre de presentar denuncias falsas, y temeroso de ser repudiado por el creciente movimiento animalista, Pedro J mintió: “cuando pasan a mi lado los perros siempre los acaricio y tengo uno, que ahora vive con mi hijo, que se llama Jota, al que quiero mucho”. Ni mucho, ni poco, ni nada.

Ágatha se hizo un reportaje con Jota en el que ponía las cosas en su sitio: “Me he tenido que hacer cargo yo porque a él no le gustan los animales, de hecho no lo ve desde el famoso desayuno en el que me pidió el divorcio. Yo lo adoro; lo han tenido que operar como diez veces y en una de ellas estuvo a punto de morirse. Tuvo que estar ingresado en una clínica 15 días”.

Ha pasado más de un año desde esta refriega colateral y Pedro J, el mentiroso, no ha vuelto a ver a Jota. Ni la más mínima preocupación, ni la manifestación del más mínimo deseo. Jota, en propiedad, es un perro abandonado por su amo, uno de esos desaprensivos que aceptan las mascotas pero que luego las abandonan en el arcén de una carretera. En este caso, al cuidado de Ágatha y de Tristán.

Quien miente en lo poco, miente en lo mucho. Ramírez mintió durante años sobre la masacre del 11-M saliendo en defensa del asesino Jamal Zougam, cuya libertad exigía comparándolo -¡suprema desfachatez!- con el capitán Alfred Dreyfus. Zougam ha sido detenido como el dirigente del “frente de cárceles” de Daesh y El Español ha sido incapaz de dar ni tan siquiera la noticia. Pedro J Ramírez es el mayor mentiroso y manipulador de la historia reciente del periodismo.