Miguel Sempere.
Bajo una delgada capa firmeza en los principios, en los que se proclama una disposición a combatir la islamización y cerrar mezquitas integristas, en la línea y conducta política de Santiago Abascal se perciben abundantes incoherencias. Una muy notable es su promoción constante de quien como Luis del Pino se proclama proislamista, afirma estar aquejado de «islamofilia«, defiende el uso del burka, considera que los periodistas de Charlie Hebdo se dedicaban a difundir el odio o considera las democracias de Indonesia y Malasia homologables, ocultando la persecución religiosa que padecen los cristianos, además de pedir con insistencia la liberación del asesino integrista Jamal Zougam, recientemente detenido como dirigente del Daesh en las cárceles.
Luis del Pino fue invitado de honor en el mitin de Vista Alegre. Santiago Abascal, un hombre, al parecer, de principios pero sin criterio, le situó como orador en la asamblea extraordinaria de Vox en el año 2016. Sin embargo, sistemáticamente las posturas de Luis del Pino son notoriamente proislámicos. Ni tan siquiera fue capaz de condenar con claridad la masacre de la redacción de Charlie Hebdo. «La ofensa a religiones puede ir a los tribunales, nadie puede tomarse la justicia por su mano, una cosa es condenar el ataque yihadista y otra cosa es decir ‘Je suis Charlie’, a mí me ofende. Si dicen que propagaba el odio a los musulmanes y a los católicos, lamento la muerte de los redactores de la revista pero no me identifico con quien propaga el odio». La idea de que los redactores y caricaturistas de Charlie Hebdo eran los que propagaban el odio entra dentro de la abyecta doctrina del justo castigo.
Charlie Hebdo traspasó la línea infame y se burló de los muertos en Egipto cuando la portada a la semana de una masacre en Egipto matando a 149 personas, Charlie Hebdo se atrevió a hacer una portada en el que salía con el Corán delante diciendo: «El Corán es una mierda, no detiene las balas». Eso no se puede permitir, incita al odio, no está bien mostrar que es acribillado a balazo».
Los argumentos de Luis del Pino inciden en establecer complejos de culpa sobre Occidente, mientras se muestra altamente comprensivo con los islamistas. Sus argumentos son del tipo de que es Occidente el que monta dictaduras en los países islámicos o que si los derechos de la mujer no son respetados en las sociedades islámicas, hay que tener en cuenta que las mujeres en Occidente sólo llevan votando unas décadas.
Según Luis del Pino, en artículo publicado en El Medio, 28-8-2013, «desdeñamos su religión como si no fuera otra cosa que un credo terrorista y opresor. Manifestamos de modo continuo un ignorante desprecio hacia el islam, hacia los musulmanes y hacia lo árabe, que a veces raya en el clasismo más casposo y a veces cae en el más descarnado racismo».
«Esa actitud despectiva -prosigue- resulta tanto más sangrante si analizamos nuestra reciente historia. En lugares como Suiza, la mujer no podía votar hace escasamente 40 años. En lugares como Estados Unidos, se quemaba vivos a negros hace solo 50 años, por reclamar su derecho a votar o a ir a la universidad. En lugares como el Reino Unido, a los homosexuales se los castraba químicamente hace menos de 60 años. En lugares como Alemania, se asesinaba a millones de personas en las cámaras de gas hace solo 70 años… ¿Cómo nos atrevemos a decir que los países musulmanes están en la Edad Media? Si Occidente solo ha sido capaz de evolucionar hace escasamente medio siglo hacia la consolidación de verdaderas democracias avanzadas, ¿por qué negamos a los musulmanes la capacidad de evolucionar de la misma manera?».
«Como los egipcios votan a los Hermanos Musulmanes, decimos que no están preparados para la democracia. Entonces apoyamos un golpe de estado dado por los mismos militares que llevan gobernando Egipto 50 años, y que han conseguido en ese tiempo mantener a los egipcios tan atrasados… ¡como para que voten a los Hermanos Musulmanes! Vaya ejercicio de cinismo, ¿no? Si los egipcios están atrasados, la responsabilidad no será del islam, sino de quienes han estado gobernando a los egipcios el último medio siglo. Que no eran precisamente los islamistas».
Para algunos analistas, el verdadero peligro para Europa no es el yihadismo, a pesar de lo mortífero que puede llegar a ser, sino la islamización, la lenta y silenciosa sustitución étnica de la población blanca europea por la islámica. Algunos dicen que la amenaza de atentados sirve para distraer a la gente de la colonización musulmana, que sí puede acabar con Europa en pocos decenios. Luis del Pino está entre los que califican de islamófobos a los que piensan así. Para él, el Islam no es peligroso en sí mismo, son peligrosos los radicales enloquecidos que traicionan al verdadero Islam. Postura que se da de bofetadas con la de expertos como Raad Salam Naaman, quien sostiene que los yihadistas son los más fieles seguidores de las enseñanzas del Corán. Esto explica, entre otras muchas cosas, por qué los musulmanes no suelen condenar en público las hazañas de sus héroes. Algo que lamenta Luis del Pino, no sin antes dejar claro que el islam no tiene la culpa de los atentados.
El 19-9-2015, en Libertad Digital, se describe: «Como bien saben los que escuchan mi programa, si de algo peco es de islamófilo, no de islamófobo. Y creo firmemente, como ya he repetido muchas veces, que la inmigración contribuye a aumentar la riqueza material, social, cultural y humana de las sociedades«. ¿Son estas ideas próximas a Vox? ¿Es Santiago Abascal un personaje sin criterio? ¿A qué juega?