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Carta al porrero Pablo Iglesias: No eres más que el cojón de Soros

Redacción




Enrique de Diego.

Haber lanzado la propuesta de legalizar la marihuana, porrero Pablo Iglesias, es de una extrema gravedad. Es la banalización de la droga, la banalización del mal. Es, desde luego, tu tendencia más instintiva, pues eres un personaje banal que evacúa disparates lógicos. En estos tiempos te has convertido en un personaje más destructivo que nunca, pues no eres el vicepresidente de iure ni de facto, sino el chambelán y aún más el pelele de Pedro Sánchez y tienes que ganarte tu espacio en los informativos a fuerza de dar la nota y de provocaciones.

Pero lo de legalizar la marihuana, banalizar la droga, frivolizar la autodestrucción, favorecer la demolición de los cerebros, reblandecer las voluntades, extender la psicosis, la paranoia y la esquizofrenia como el paisaje normal es una canallada que pretende culminar la degradación de la sociedad permisiva. Es un proceso largo y al tiempo corto de demolición de los resortes morales de una sociedad que se tambalea en sus fundamentos y que ha conseguido un extraño sortilegio por el que se ha quitado el presente y aún más el futuro a los jóvenes pero estos no presentan capacidad para la rebeldía sino para el adocenamiento. Por primera vez en la Historia los jóvenes, de vicios consentidos, son los coros y danzas del sistema.

Pablo Iglesias, dirigiendo el rebaño.

Primero se destruyeron las Humanidades en la educación para sindicalizar la mediocridad e intensificar el adoctrinamiento a fin de generar lo que denominé el ignorante ilustrado: un personaje vacuo y manipulable que repite consignas gastadas y clichés absurdos de modo que es suficientemente pacifista, convenientemente ecologista, básicamente feminista y absolutamente estúpido. Expoliado, saqueado, ninguneado, adora a sus verdugos, como tú, Pablo Iglesias, que te has permitido romper todas tus promesas, ciscarte en todos tus compromisos y encima tratar como rebaño a los tuyos con un referéndum infame. Lo que no ha destruido una educación moralizante en el relativismo, lo ha podrido el bombardeo de la televisión basura –toda ella-, reafirmación de la degradación humana. Y al brebaje se le ha echado droga para hundir las voluntades y destruir los cerebros.

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Sólo como estación de término de ese proceso resulta inteligible que tu alucinada propuesta de porrero no haya levantado una ola de indignación nacional. La primera sensación que uno tiene cuando entra en la Facultad de Políticas de la Universidad Complutense, hábitat mugriento del que tú has emergido, es que no se entra en un centro del saber sino en un antro de drogadicción. Los aromas que exuda no son los de la ciencia y la sabiduría sino los de canuto. Uno de los males de España es la extensión de la droga en sus clases dirigentes y en las menestrales. Podemos se ha destapado como un partido para drogadictos.

Has llegado a decir que es un agravio comparativo poder tomarse “dos botellas de tequila en casa” y no poder fumar marihuana. Disparate lógico. Sería un argumento válido para la ley seca, que se implantó, en Estados Unidos y también en Noruega, a través de mecanismos democráticos, mediante referéndums con los elevados estándares de enmiendas constitucionales. El alcohol es también una droga altamente perniciosa que provoca violencia, muchas veces de la llamada de género.

Para ver las consecuencias de la droga no tienes más que mirar a tu propia formación que se caracteriza por una pérdida completa del sentido de la realidad. Y no tienes más que mirar a esa ruina humana alucinada de Cristina Fallarás a la que tú y tu partido propusisteis para el Consejo de Administración de RTVE. Élite podemita de escombrera: “Yo soy de la generación que nos drogamos, nos drogamos todo el rato, yo pasé una década drogándome, ala, ala, ala; y La Movida, ala, ala, ala; y la teta de Susana Estrada, ala, ala, ala… Aprendimos de porno, aprendimos de drogas y aprendimos de movida, y se nos olvidó… Tuvimos una generación que olvidó que había un montón de gente a nuestro lado que sufría porque su familia había sido enterrada en cunetas. ¡La mía! ¡Y me olvidé! Mi generación no somos idiotas, en el fondo éramos conscientes y tuvimos que drogarnos mucho y hacernos mucho daño”.

La desinhibición mostrenca de la politoxicómana; la exaltación de la autodestrucción; la falsa sanación a través de la mentira y la paranoia. No, la droga no es banal. En esto, Pablo Iglesias, también eres venezolano, proponiendo un Estado narco. No hay nada más ultraliberal que proponer la legalización de la marihuana, pero, al fin y al cabo, tú, Pablo Iglesias, no eres más que la coartada dicharachera del sistema, el vocero de las élites. No eres más que el líder de los porreros podemitas; el cojón de George Soros.