Virginia Montes.
Ángela Merkel no ha asistido al cierre de la campaña de la CSU en Baviera, ante unas elecciones que pueden dañar significativamente la estabilidad de la coalición de gobierno en Berlín y a la misma canciller. Los sectores oficialistas insisten en un análisis previo centrado en los errores de la CSU que habría tensionado en exceso al Gobierno, con las posturas del ministro del Interior, Horst Seehofer. Pero es una estrategia inducida y básicamente falsa. El deterioro electoral previsto en los sondeos afecta mucho al SPD que está siendo un socio leal y complaciente de Gobierno. La líder nacional Andrea Nahles si se ha trasladado a Baviera. Además, después vienen las elecciones en Hessen, donde el desgaste previsto en los sondeos es similar y afecta directamente a la CDU.
Los socialcristianos han preferido cerrar con la presencia del canciller austriaco, Sebastian Kurz, un conservador que gobierna en coalición con los identitarios y que ha cerrado las fronteras a la inmigración ilegal. Todo un gesto cuando uno de los adversarios políticos es Alternativa para Alemania, quien se presenta por primera vez en este länd, el segundo más poblado, con 13 millones de personas, y al que las encuestas sitúan con el 10% de los votos. Compiten en su espacio con los Freie Wähler, electores libres, a los que los sondeos dan también ese porcentaje. Un grupo conservador, bávaro, coalición de localismos.
Los Verdes se han ido posicionando en la segunda posición, con el 18%, posicionándose en una zona descomprometida centrada en asuntos sociales: vivienda, sanidad, pensiones…Los liberales rozan la representación con el 5,5%.
Baviera no tiene problemas económicos. Su paro se sitúa en el 2,8%, y aunque las amenazas de aranceles a la industria automovilística le afecta pues en el länd tiene su sede la BMW, el nivel de vida es alto y no ha descendido. De fondo, está la política de inmigración y los efectos perversos de la llamada crisis de los refugiados de 2015, cuando Ángela Merkel abrió las fronteras a 1,2 millones de musulmanes.
Si se confirman los resultados de las encuestas, el gobierno de Berlín es insostenible. La horquilla de intención de voto en la que se mueve la CSU es entre el 33 y el 35%. Se debilitarían, pues, los dos socios de gobierno. La legitimidad para gobernar se reduciría notablemente. Entraría en crisis la CSU, un partido acostumbrado a las mayorías absolutas, pero también el SPD. La CSU tendría que formar coalición en Baviera con Los Verdes o con los Electores Libres. Todo el panorama político alemán está a punto de ser trastocado.