Enrique de Diego.
Eres un canalla, un impresentable, un frívolo irresponsable, un mentiroso compulsivo, un sucio antipatriota, un asqueroso manipulador, un analfabeto funcional, uno de esos tipos que acumula muchos libros en las estanterías pero no ha sido capaz de digerir ninguno, No son más que descripciones ceñidas a la realidad. Si tuvieras un ápice de decencia, que no la tienes, dedicarías el resto de tu miserable vida a ir a pedir perdón a todas y cada de las familias de las víctimas de la masacre de Atocha, irías a hincarte de rodillas y a poner flores en la tumba de Magdalena, buena madre y patriota, que se suicidó tras decir que eras un hijo de puta –“Pedro J y Losantos son unos hijos de puta” y cada palabra es verdad-, la esposa del comisario Rodolfo Ruiz a la que amargaste la vida, tendrías que ir hogar por hogar de los españoles a decir que eres un mentecato y un mentiroso y pedir perdón y al final de esa romería de compunción que te salvaría –lluvia de oro y mierda- habrías de peregrinar hasta la tumba de Alfred Dreyfus para decirle que eres un pedazo de imbécil, que no eres Emile Zola sino una parodia de tebeo.
Hete aquí que ese asesino sin entrañas, ese integrista criminal al que tú, amoral sin escrúpulos, has dicho durante años, con la histeria del histrión, que debía ser puesto en la calle, que era un pobre inocente, maltratado en las cárceles, según tú, pedazo de canalla, se ha puesto a liderar el “frente de las cárceles” de Daesh, a reclutar terroristas y a trazar planes para con pinchos asesinar funcionarios de prisiones. ¿Qué hubiera pasado, degenerado con corpiño rojo, si se hubiera dejado libre a tu amigacho Zougam y a Hassan el Haski? ¿Cuántos hubieran muerto en la siguiente masacre? Pero eso a ti que te importa, frívolo insustancial. Porque es seguro que esa hiena –esas hienas- hubieran seguido matando inocentes.
Hubiera sido, y aún lo sería, muy interesante, como contrastación de tus alucinaciones de manipulador irrestricto, meteros a ti, a Federico Jiménez Losantos, al triste Javier Gómez de Liaño, al demente Luis del Pino, e incluso al corrupto Eduardo Zaplana, y a una representación selecta de los más estultos de los peones negros, en un módulo de respeto con Jamal Zougam y a Hassan el Haski. Una especie de Gran Hermano con esos “chivos expiatorios”.
No has tenido ni el valor ni la decencia de dar la noticia. Nada aparece en el buscador Google sobre la materia en tu digital (ni el de Losantos, que está en quiebra, por cierto). No lo has hecho para no mostrar años y años de engaños y de mentiras. He releído en estos días, a raíz de la noticia, mi libro “Conspiranoia”, en el que combatí tus alucinaciones. ¡Cuánta nauseabunda fabulación a favor de los islamistas! ¡Qué estulticias tan toscas! ¡Qué vergüenza eres para la nación! Has hecho perder una década decisiva a la sociedad española.
Aquellas chorradas del ácido bórico, aquellas estupideces de la “macedonia de explosivos”, aquellos cursos acelerados para petimetres y retrasados mentales de química y explosivos, aquel ninguneo a los héroes, aquel odio a los Tedax, a Pedro, el héroe, la criminal falta de respeto a Torronteras y todo aquel desfonde moral de un personaje dolorosamente patético como Gabriel Moris, empeñado en que se pusiera en libertad a los asesinos de su hijo, la abominación de la desolación, ignonimia y estupidez en grado extremos, aquel abogado de circo y parvulario José Luis Abascal que llegó a intentar colar un temporizador Segurtasun Temporizadorea, aquel frenopático andante de los peones negros con sus vagones de Acebes y Cascos, los culebrones en sábanas interminables del Inmundo con José Emilio Suárez Trashorras, aquel hundimiento en el fango de la ignonimia de Agustín Díaz de Mera, aquellas infamias garrulas del demente Luis del Pino –“Leganés fue un puro teatro, sangriento, pero teatro; en aquel piso no se suicidó nadie”- todo aquel río de tinta mentirosa cuya conclusión paranoia e histérica era: que liberen al pobre Jamal Zougam. Y ahora ¿también ha sido un montaje de los funcionarios de prisiones y el Servicio de Información de la Guardia Civil? ¡Sigue con la matraca, Pedro J!
Porque de toda aquella canallada de la conspiranoia el principal responsable eres tú y la maldición del 11 M caerá sobre ti, como ha caído sobre el corrupto Eduardo Zaplana, con el que cenabas cada domingo en un reservado del restaurante Jai Alai.
Nunca en la historia de la estupidez humana y de la inmoralidad se había llegado tan lejos de lo que llegaste tú. Te recuerdo, para tu oprobio, lo que escribiste: “¿Culpable o inocente? ¿Chivo expiatorio camino de la isla del Diablo como el capitán Alfred Dreyfus o frío y calculador criminal sin entrañas como su contemporáneo Henri Desiré Landru que fue guillotinado negando cínicamente su acreditada trayectoria como asesino contumaz?” Zougam no es ni Dreyfus –la comparación es tan ofensiva que te inhabilita por completo- ni tampoco Landru, es un integrista islámico, dispuesto a matar no musulmanes a la mínima ocasión por imperativo coránico.
Y tú, Pedro J, no eres Zola sino un simple gilipollas.