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Lucía Alvarado irá a la manifestación del 6 de octubre, convocada por Stop Sucesiones

Redacción




Enrique de Diego.

Para evadirse de los problemas cotidianos, mi querida esposa sigue la serie “Acacias”, de la 1, y a veces la acompaño, sobre todo si hay té. En los últimos dos meses, ha tomado protagonismo el personaje de Lucía Alvarado, quien habiéndose descubierto que es hija de los Marqueses de Bálmez, rica heredera, ha entrado en un extraño conflicto de conciencia al enterarse que sus padres, los marqueses, eran hermano y hermana.

Lucía Alvarado combina ese escrúpulo, que le lleva a ir ofreciendo su cuantiosa herencia, con numerosas obras de arte, al primero que se encuentra, al tiempo, que llevando su estupidez al extremo feminista, añade que ella quiere abrirse paso por sí misma y volar. Este alocado desprendimiento desata la avaricia general, pero especialmente la del sacerdote de la Parroquia, que quiere hacerse con las obras artísticas, y el malvado Samuel, quien ya ha matado a varios, porque en Acacias muere hasta el apuntador, que pasa, además, por un mal momento económico.

La serie ha bajado bastante desde que la tortuosa Úrsula ha perdido protagonismo, mientras resulta difícil dar verosimilitud a las angustias de Lucía Alvarado.

Ahora, desde luego, no se encontraría en este laberinto. No le daría tiempo a sorprenderse por el incesto de sus progenitores, ni tendría que pararse a dirimir que hacer con la herencia que le ha tocado, que en estos momentos sería un lastre, un peso muerto, una completa desgracia. De inmediato caería sobre ella la Consejería de Hacienda de la autonomía y la Agencia Tributaria y Lucía Alvarado se encontraría en la más absoluta ruina.

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Foto aérea de la manifestación en Almería de Stop sucesiones. /Foto: ramblalibre.com.

¡Qué tiempos aquellos tan felices en los que Lucía Alvarado era el objeto de la atención de todos por su bienaventuranza! Ahora todos se separarían de ella, acosada por inspectores y peritos, valorando sus bienes, aplicando coeficientes y robando a mano armada su herencia, de forma que tal que maldeciría las últimas voluntades de sus padres.

Su buzón estaría lleno de imperiosas misivas, de citas exigentes, para escudriñar hasta los últimos recovecos de sus faltriqueras, con cargos, recargos y multas, como si fuera una vil delincuente, incapaz de contribuir a pagar el Falcon y el Super Puma de Pedro Sánchez, 17 reinos de taifas y millones de chupópteros.

A Lucía Alvarado, en estos tiempos, no le quedaría otra que asistir a la concentración convocada por Stop Sucesiones el próximo 6 de octubre, a las 12 horas, en Madrid y, además, en Zaragoza en la Plaza de España y en Sevilla frente al Ayuntamiento.