Enrique de Diego.
El fin del mundo tiene su gurú, Yuval Noah Hariri que está haciendo una fortuna con sus visiones milenaristas a través de algo tan anticuado como la galaxia Gutenberg; es decir, con libros de papel. Sus reflexiones son interesante para saber lo que piensan los nuevos enemigos de la especie humana. Por de pronto, la inteligencia artificial y la biotecnología van a expulsar del mercado de trabajo a miles de millones; en suma, a toda la Humanidad, salvo una pequeña élite dominadora. El control del mundo se va a articular en torno al control del flujo de datos.
Vamos, hacia la posibilidad de que haya distintas especies o castas biológicas. Dado que el común de la Humanidad será suplantado por robots habría una inmensa casta de parias en la que los hombres de esa casta perderán su valor económico y su poder político; dominados por una pequeña élite de superhumanos.
Seremos monitorizados con un régimen de vigilancia total, en el que mediante sensores se controlarán nuestro cerebro y nuestro corazón; la élite sabrá lo que sentimos y pensamos y se nos privará de libertad pues las decisiones de nuestra vida serán tomadas por algoritmos. Se supone que se podría dar una salida, temporal, mediante rentas universales y servicios gratis; una subespecie ociosa bajo el poder de unas pocas megacorporaciones tecnológicas. Esa supuesta opción, que está siendo ampliamente publicitada en reportajes adormecedores, es una manifiesta trampa, pues quien es inservible es prescindible y será, más pronto que tarde, eliminado. Sin trabajo, sin utilidad, dependes de la élite.
El esquema tiene algunas fallas o contradicciones internas: sin consumidores, el sistema entra en colapso, aunque las élites pueden jugar al monopoly con los robots, haciendo como que pagan impuestos y que viajan en taxis autónomos.
Otra, es que puede haber una reacción humana, en la que se opte por la supervivencia, estableciendo el principio de que no se puede permitir aquello que sustituya al hombre. Es decir, tenemos aún el arma del voto y esa reacción humana se está produciendo a través de la corriente que ha llevado a la Casa Blanca a Donald Trump, quien por cierto ya ha arremetido contra el sectarismo de las tecnológicas, y de los partidos identitarios europeos, porque si nos quieren dejar sin trabajo a todos, porque los mismos se empeñan en decirnos que necesitamos millones y millones de ociosos y conflictivos emigrantes musulmanes, salvo que su misión sea impedir nuestra resistencia.
Por lo demás, los milenaristas satánicos insisten mucho en 2030 como la fecha clave para las maravillas del fin del mundo, que se presenta con miedos malthusianos: para esa fecha, un estudio de esos que dan cifras redondas afirma que seremos ya 10 mil millones de hombres en el Planeta, que no nos podrá soportar. Nunca los tolerantes habían hablado con tanta claridad de nuestro exterminio, pero la reacción humana se producirá, está en marcha.