Virginia Montes.
Resulta difícil no percibir la importancia política de la protesta popular en Chemnitz, Sajonia. Implican el fin político de Ángela Merkel, con esa fecha definitiva del 14 de octubre con las elecciones de Baviera. La manipulación del sistema de presentar las manifestaciones como la eclosión de un reducto nazi de la antigua Alemania del Este ha chocado con la clara realidad: los alemanes -«somos el pueblo», como repetían los manifestantes- se han echado a la calle; el sistema, con su presión mediática, y con la artimaña de las contramanifestaciones, escasamente nutridas, ha sido incapaz de frenar el malestar popular.
Llegados desde toda Alemania, convocados por 70 asociaciones y por tres partidos, SPD, Verdes y Linke-La Izquierda, la presencia de unas pocas decenas es un fracaso sin paliativos. No había nazismo contra el que luchar, sino con la decisión de un pueblo a no sucumbir. Con aires de indignada protesta, los dirigentes políticos insisten en que las protestas se han movilizado a través de las redes sociales, al margen de los medios oficiales, obviamente controlados. Los medios de comunicación han entrado en descrédito; la gente les está dando la espalda.
La alcaldesa de Chemnitz señala que la gente se cree rumores como que Ángela Merkel quiere sustituir a los alemanes por sirios, pero eso no es un rumor, es una evidencia.
Ha tenido un fuerte impacto el diálogo entre una contramanifestante y un ciudadano de edad de Chemnitz. La progre pregunta histérica por qué se manifiestan -cuando ella y sus amos no les han autorizado- y él le responde que ya no puede ir al centro de la ciudad con sus nietos, que su nieta ya no puede salir sola por su propia ciudad y que los musulmanes que han sido acogidos y que viven del contribuyente solo han aprendido una frase en alemán que repiten continuamente. «¿quieres follar?«. Ante las negativas, desde el 1 de enero ha habido en Chemnitz 60 violaciones, 54 perpetradas por musulmanes identificados, las otras 6 no se ha conseguido identificar al agresor. El multiculturalismo forzado tiene ya víctimas y un pueblo que no soporta la tiranía de la corrección política: Ángela Merkel está acabada y la UE se tambalea.