Enrique de Diego.
El historiador César Vidal, que se mueve tan lejos de la leyenda negra del franquismo como de la leyenda rosada, ha concedido una entrevista a Rambla Libre en la que afirma que Pedro Sánchez se dispone a aniquilar la obra de la Transición con vuelta a las dos Españas, sin otro objetivo que perpetuarse en el poder satanizando a media España. Para César Vidal, el Gobierno está abriendo la vía de una dictadura de facto. Unas declaraciones que no tienen desperdicio.
- El Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido por decreto exhumar los restos de Francisco Franco. El debate político se centra exclusivamente en la urgencia justificada o no para sostener ese decreto. ¿Cuál es su opinión sobre la materia? ¿Ese es el debate de fondo?
– En mi opinión hay dos cuestiones – no son las únicas – especialmente relevantes. La primera es la intención del gobierno – en la misma línea de ZP – de dividir a los españoles en dos bandos ensalzando a uno y satanizando al otro. Detrás de esa maniobra no hay sino un intento de perpetuarse en el poder deslegitimando a media España algo de lo que existen trágicos antecedentes en nuestra Historia nacional. La segunda es el desprecio hacia la legalidad. Sánchez – como si fuera un Montoro cualquiera – está pulverizando el rango de normas e imponiendo por decreto su voluntad en ésta y otras cuestiones. Ese es el camino perfecto hacia la dictadura de facto aunque, para ser honrados, tenemos que reconocer que el gobierno de Rajoy y, en especial, su ministro de Hacienda ya les dejó el camino más que abonado.
– ¿Qué significado histórico tiene exhumar los restos de Franco?
Me temo que el único significado es señalar que la obra de la Transición, con todos sus defectos y carencias, pero también sus méritos, va a ser aniquilada. Se diluye así la única vez en toda nuestra Historia en que un sistema es para todos y regresamos a las dos – como mínimo – Españas.
– ¿Cree que afecta al concepto de “reconciliación” sobre el que se fundamentó la llamada transición?
Es su liquidación sistemática y consciente. Por cierto, merece la pena leer las intervenciones de los parlamentarios de entonces desde Carrillo a Arzalluz pasando por Felipe González para darse cuenta de cómo España está sufriendo una dolorosa involución.
Una majadería y una maldad
– Se habla de que el Valle de los Caídos pase a ser un memorial e incluso se pone el ejemplo de Auschwitz. ¿Qué le parece esa propuesta?
Me parece una majadería y una maldad. En Auschwitz pereció en torno a un millón de personas no sólo en las cámaras de gas sino, fundamentalmente, en virtud de unas condiciones de trabajo esclavo que incluían torturas, experimentos médicos, fusilamientos, mala alimentación, etc. La gente que trabajó en Cuelgamuros eran presos políticos, sin duda, pero recibían una redención especial por el trabajo diario, su alimentación era mejor que en las prisiones y también era mayor el contacto con las familias. De hecho, muchos reclusos solicitaron ir a trabajar al Valle de los caídos precisamente por las circunstancias más favorables. No era un destino envidiable, ciertamente, como nunca lo son los trabajos forzados, pero estoy convencido de que todos los reclusos de Auchswitz habrían cambiado más que a gusto su puesto por uno en el Valle de los caídos.
– ¿Cuál es el contenido ideológico de la exhumación y la descristianización del Valle de los Caídos para la izquierda?
Hablar de contenido ideológico me parece excesivo. No veo más que un intento de perpetuarse en el poder proscribiendo a todos los que no se sometan a una visión de la Historia que es radicalmente falsa.
– Ni PP ni Ciudadanos apoyan al Gobierno, pero tampoco plantean una posición que les pueda identificar con el franquismo. ¿Qué opina de la postura de esos dos partidos?
A mi me recuerdan a aquel texto del Apocalipsis donde Jesús, refiriéndose a la iglesia de Laodicea, dice que puesto que no es ni fría ni caliente sino tibia, la vomitará de su boca. El PP y Ciudadanos se supone que deberían ocupar un espacio electoral en la derecha, pero la verdad es que, salvo en algunas cuestiones, son de una tibieza vomitiva. Eso cuando no asumen las posiciones más delirantes de la izquierda como en el caso de la ideología de género.
– Podemos presentó una nueva ley de memoria histórica que representa un directo ataque a la libertad de expresión y que cercenaría por completo el debate histórico. ¿Hay una tentación totalitaria en este proceso?
¿Quién puede dudarlo? Para remate, la visión falsa de la Historia impulsada por el PSOE, IU, Podemos y nacionalistas vascos y catalanes fue desmentida por no pocos pro-hombres republicanos ya antes de acabar la guerra. Leer a Azaña, por ejemplo, y su Velada de Benicarló resulta una conducta obligada para comprender hasta qué punto quieren hacer comulgar con ruedas de molino a toda una nación. Pero no sólo es Azaña. Indalecio Prieto, Julián Besteiro, Julián Gorkín, Enrique Castro Delgado, Jesús Hernández, Valentín González el Campesino, Max Aub y tanto otros dejaron testimonios que merece la pena leer para comprender hasta qué punto la visión que quiere imponer la mal llamada Memoria histórica es criminalmente falsa.
– ¿Qué opina de la postura de la jerarquía católica y del prior del Valle?
No deseo ofender los sentimientos de nadie, pero me recuerda a la furcia que, tras sacarle todo a un cliente, ha decidido ahora irse con alguien que la paga mejor. La iglesia católica pagó un costosísimo tributo en la guerra civil a causa de una feroz persecución religiosa, pero también fue la gran ganadora de la contienda. Gracias a Franco, aumentó sus privilegios hasta unos extremos que no se dieron ni siquiera con la monarquía absoluta española. De hecho, se convirtió en un estado dentro de otro estado – España – subordinado a la Santa Sede en buena parte de su derecho interno e incluso en su política exterior. Todo ello por no contar los caudales gastados a su favor como, por ejemplo, la reconstrucción y construcción de iglesias con fondos públicos en los años del hambre o la pérdida del Plan Marshall porque los obispos españoles no estaban dispuestos a permitir alguna tolerancia religiosa en España. Si existe un segmento de la sociedad española que debe estar agradecido a Franco es la iglesia católica. Pero Franco murió, ya no puede dar nada y la actual jerarquía se acuesta con Pedro Sánchez como lo hizo antes con ZP, un presidente anticlerical, pero que más que duplicó el porcentaje del IRPF que recibía la Conferencia episcopal. La actitud del prior – quizá porque no depende de la Conferencia episcopal – parece algo más digna. Teóricamente, la última palabra la tiene el mismo papa, pero no veo yo a Francisco teniendo un gesto de dignidad en esta cuestión.
– ¿Beneficia o perjudica a la estabilidad de la monarquía la exhumación de Franco?
Me cuesta muchísimo no ver en todo esto un ataque apenas encubierto contra la monarquía. La decisión de inhumar a Franco en Cuelgamuros fue del rey que envió una carta expresa al prior de la abadía ordenándolo. Fue una decisión que chocó con la ausencia de disposición de Franco en ese sentido y que implicó, por ejemplo, retirar de la futura fosa los cables de la luz y taponar las corrientes de aire. Es posible que Juan Carlos I intentara, por un lado, rendir un homenaje formal a quien lo había colocado en el trono de España y, por otro, enterrarlo para siempre e iniciar una nueva etapa desvinculada de su recuerdo. Fue una acción inteligente e incluso elegante. Ahora, al arremeter frontalmente contra todo lo derivado del franquismo, se ataca a la monarquía que nació de él y se abre el camino hacia una república que no sería como la francesa o la alemana sino bolivariana.
– Le rogaría un juicio de balance de Franco y del franquismo…
Creo que es imposible de manera breve. Sin embargo, creo que es esencial enjuiciar a Franco y a su régimen desde una perspectiva que no sea tuerta. Si por parte de la izquierda y de los nacionalismos se ha creado una leyenda negra falsa, no me parece menos lamentable la leyenda rosada que otros están difundiendo ahora aprovechando esa circunstancia. Ambas visiones impiden examinar la Historia de manera objetiva, asumirla y construir el futuro. Resulta, por ejemplo, lamentable que se asemeje a Franco con Hitler, pero no es menos falso que se presente su régimen como una época que tenía todo lo bueno que ahora pueda existir y además muchas cosas positivas más. Durante el franquismo, España tuvo su revolución industrial – con un retraso de dos siglos en relación con Gran Bretaña – pero no es menos cierto que se partía de una posición de enorme atraso y que el crecimiento fue desordenado y favoreciendo especialmente a las oligarquías catalana y vasca. Los españoles pasaron de la alpargata al seiscientos, pero no es menos cierto que más de la mitad del franquismo – hasta 1959 – fue un rotundo fracaso económico derivado de las recetas del socialismo en camisa azul de la Falange. Es cierto que España llegó a ser la novena potencia industrial, pero no es menos cierto que todavía no habían entrado en esa escena colosos como China o India y que el mundo industrial se reducía a Norteamérica y Europa. Es cierto que el desempleo era mínimo, pero no es menos cierto que dos millones de españoles emigraron al extranjero, que la mayoría de las mujeres no entraba en el mercado laboral y que no existían ayudas al desempleo obligando a buscar puestos de trabajo. En esas condiciones, yo también reduciría el desempleo drásticamente. Es cierto que no había divorcio, pero es que estaba prohibido legalmente y hasta inicios de los años setenta, la esposa no podía ni siquiera abrir una cuenta corriente sin permiso firmado del marido. Es cierto que la iglesia católica era omnipresente, pero no lo es menos que los judíos no pudieron abrir una sinagoga hasta bien entrados los años sesenta, que no hubo un reconocimiento de la libertad religiosa – con muchas limitaciones – hasta 1967 y que el número de años de prisión de los objetores de conciencia por causas religiosas superó con mucho al sufrido por los miembros del Partido Comunista. Es cierto que la nación avanzó enormemente durante los años sesenta, pero no es menos cierto que ese crecimiento sufrió un frenazo irreversible a partir de la crisis del petróleo de 1973 que el gobierno no supo abordar y tampoco se puede negar que en 1975, el mismo año de la muerte de Franco, en Madrid había gente que vivía en cuevas – ¡¡en cuevas!! – poblados de chabolas y barrios donde todavía no existía el agua corriente y las mujeres y los niños tenían que ir a la fuente más cercana a buscarla. Yo he sido testigo ocular de esas y otras circunstancias que convierten en inverosímil la leyenda rosada. El franquismo NO fue la suma de todas las ventajas actuales y además la paz y la armonía conyugal. SÍ fue un período largo de dictadura que permitió, con tiempo y sin disturbios, realizar avances muy notables y, sobre todo, crear una clase media que permitió que la Transición se llevara a cabo sin demasiadas convulsiones. Se trató además de una clase media que tenía la ilusión – esa emoción tan ausente hoy en día – de que el mañana, cuando el dictador muriera, sólo podía ser mejor.