Virginia Montes.
El alcalde y los habitantes de Boostedt describen un pueblo «irreconocible» desde la llegada de los inmigrantes. El alcalde de Boostedt, una pequeña ciudad en el norte de Alemania, ha decidido dejar que su ira explote a unos 1.200 inmigrantes a los que en su día dio la bienvenida en su pueblo de apenas 4.600 habitantes. Ha concedido una entrevista al canal de televisión alemán NDR sobre la transformación del municipio desde su llegada. La experiencia es demoledora.
Hartmut König se queja de la falta de ciudadanía de los inmigrantes que ahora habitan en las calles de la aldea. Denuncia las molestias y reprueba su «comportamiento» , citando a su vez ejemplos de tiendas robadas o contaminación urbana. «Yo mismo lo viví: tres refugiados caminando por la acera, sin dejar espacio para que una mujer con un cochecito y un niño pasaran. Tuvo que bajarse a la carretera para evitarlos».