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Trump y el pueblo contra la prensa

Redacción




Virginia Montes.

Las relaciones entre Donald Trump y la prensa son manifiestamente deplorables. No puede decirse que esta guerra la haya abierto el presidente. En ese sentido, el victimismo exhibido por The Boston Globe que ha movilizado con un único editorial a casi todas las publicaciones de Estados Unidos es una impostura.

Los medios estadounidenses han sido tradicionalmente proclives a las posiciones y los presidentes demócratas. Fueron muy condescendientes con Franklin Delano Roosveelt, silenciaron con complicidad la promiscuidad de John F. Kennedy y no se ensañaron con Bill Clinton. Sin embargo, desde el principio se ensañaron con Richard Nixon, sin duda uno de los presidentes más eficaces de la historia reciente, que sacó a los Estados Unidos del atolladero de Vietnam y normalizó las relaciones con China, pero cuyas posiciones conservadoras eran insoportables para los editores de la costa Este. Se convirtió un caso de espionaje político, Watergate, en un problema moral y se desató una auténtica caza de brujas.

Donald Trump, con su familia, en la toma de posesión.

Con Donald Trump ha sido mucho peor. Prácticamente todos los medios apostaron por Hillary Clinton y situaron a Donald Trump como un peligro para la paz mundial y para la democracia. Ni tan siquiera la Fox hizo una apuesta clara por el magnate. Se produjeron hechos de juego sucio como que Hillary Clinton recibiera por anticipado las preguntas que se le iban a hacer en el debate.

La victoria de Trump elevó la ira de los medios a niveles jupiterinos. Había que acabar con él, proceder de inmediato al impeachment e incluso matarlo: la CNN llegó a reportajear el magnicidio. The Washington Post mantiene un medidor diario de las mentiras del presidente y la medía que le sale es de 16 diarias. Cada día el lector o el espectador durante estos años se ha levantado con la percepción de la inmediata caída del presidente. Éste no se ha doblegado. Ha convertido su cuenta de twitter en un poderoso medio de comunicación personal desde el que ha arremetido contra los medios, sin estar nunca a la defensiva.

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El editorial «La prensa libre te necesita» elaborado por The Boston Globe y reproducido a lo largo y ancho de la nación da la razón en buena medida a Trump pues confirma la existencia de una posición común de los medios antiTrump. Es lo que ha aducido The San Francisco Chronicle para no sumarse a la cruzada. El editorial afirma que «insistir en que las verdades que no te gustan son noticias falsas es peligroso para la vitalidad de la democracia».

Es una respuesta a la afirmación de Trump de que «los medios de comunicación falsos son el partido de la oposición. Es muy malo para nuestro gran país. ¡Pero estamos ganando!«.

Trump no ha, obviamente, encarcelado a ningún periodista, aunque se haya negado a responder a las preguntas de alguno de ello o por él o por su medio, ni ha querido establecer ningún tipo de legislación que choque con la Primera Enmienda. Lo que ha hecho es ejercer su libertad de expresión. Lo que duele a los medios es que les haya situado «contra el pueblo«, pero no le faltan motivos. El 85% de los votantes republicanos avalan esa afirmación. Pero es que en buena medida los medios mantienen una línea favorable a las élites que son sus accionistas y a la agenda dictatorial de la corrección política que la mayoría no comparte, como muestra la victoria electoral de Trump.

The Washington Post y The Wall Street Journal tampoco han reproducido el editorial, aunque sus posiciones son también muy críticas con el inquilino de la Casa Blanca.

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Esta guerra no la está perdiendo Trump.  El editorial de The Boston Globe es más una claudicación que un ultimátum, una muestra de debilidad más que de fortaleza.