Miguel Sempere.
Esto ya pasa de castaño oscuro. España se va a convertir en una nación africana. Por de pronto, ya es la base de operaciones de los barcos esclavistas de las ONG que actúan en el Mediterráneo. El Aquarius ya tiene una carga de 145 africanos para traérselos a Pedro Sánchez, cuya política migratoria o, mejor, falta de política es la senda al suicidio colectivo.
De venir hacia España, y Matteo Salvini ya ha dicho que «esta nave no verá nunca un puerto italiano«, sería la segunda entrega del Aquarius y la tercera de Open Arms. ¿Cuántas más? ¿Hasta cuándo van a abusar de nuestra paciencia? ¿Qué pretende el Gobierno socialista, hacia dónde quiere llevar a España?
El Aquarius ha hecho dos recogidas, una de 25, con gentes de Bangladesh, Camerún, Ghana, Costa de Marfil, Nigeria o Senegal. Ninguna nación en guerra. Se trata de una inmigración económica, o antieconómica. Otra, de 116, con invasores de Eritrea, Somalia, Marruecos y Egipto.
Matteo Salvini ha recordado que el Aquarius tiene armador alemán, Jasmund Shipping, y bandera de Gibraltar, donde por cierto no arriba ni una sola patera.
¿Dónde atracará esta vez el Aquarius? ¿En Valencia o en Algeciras? ¿Conseguirá Ada Colau el honor para Barcelona? ¿Irán de nuevo las cámaras? ¿Y en el 3,4…27 desembarco, irán los de La Sexta, seguirá recibiéndoles Mónica Oltra?
¿Quién está defendiendo los intereses de su nación, Matteo Salvini o Pedro Sánchez?