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El Gobierno Sánchez estalla la crisis migratoria que desborda a Andalucía: 32.000 menores han llegado hasta el 31 de julio

Redacción




Miguel Sempere.

El Gobierno de Pedro Sánchez -cuya esposa va a hacer negocio con el problema, a través del Instituto Empresa, una entidad parapública- se ha enquistado en la improvisación del Gobierno anterior, un argumento recurrente en todo Gobierno entrante, pero que tiene poco recorrido. Al lado de la irresponsabilidad y la improvisación de Pedro Sánchez cualquier otra palidece. Súmense al panorama la subida de los precios del crudo y la decisión del Banco Central Europeo de reducir la compra de deuda española en octubre y de cerrar por completo el grifo el 1 de enero, para que el panorama sea negro.

Inmigrantes africanos en la cubierta del Aquarius. /Foto: lavanguardia.com.

Sánchez convirtió la llegada del Aquarius en una operación de imagen, en la que hubo celos de protagonismo por parte de Compromìs y de Ada Colau que se sintió preterida, y a la que se cedió su cuota parte de exposición mediática humanitaria con la arribaba del barco de Open Arms.

Con inusitada frivolidad, y sin medir las consecuencias, el Gobierno de Pedro Sánchez situó a España como el único destino de todas las mafias, dada la fortaleza de la política italiana, en la que actualmente Matteo Salvini aparece como un triunfador que acusa a España de promover la «inmigración incontrolada«. Y lo peor es que lleva razón. El Gobierno se apresuró a ofrecer Sanidad gratis mediante un decreto de urgencia y lanzó un mensaje de debilidad por parte del ministro del Interior prometiendo retirar las concertinas de las vallas de Melilla y Ceuta; el asalto de esta última ha puesto en evidencia al Gobierno, quien además este fin de semana escenifica en Las Marismillas de Doñana su disposición a convertirse en la colonia de Alemania, recibiendo sus ahora -elecciones en Baviera el 14 de octubre- indeseados e indeseables refugiados. El Gobierno filtra que serán unos cien, pero otras fuentes hablan de miles y cientos de miles.

Pedro Sánchez ha montado un desastre que le pasará una tremenda factura a él y al partido socialista. Está siguiendo milimétricamente los pasos que han llevado a la marginalidad al Partido Demócrata italiano.

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Se han enfangado en la mentira y está combatiendo un problema urgente con palabrería hacia la eternidad, como el programa Erasmus africano de Josep Borrell, un demagogo de prestigio inmerecido. Son los argumentos del tipo de actuar en los países de origen, como si el Gobierno tuviera capacidad alguna de resolver los problemas de África, o el recurrente de una solución común europea, como si eso estuviera entre las opciones actuales del borracho de Jean-Claude Juncker, que es incapaz de mantenerse en pie en los actos públicos.

El Gobierno se está haciendo trampas al solitario y compagina las obligaciones legales con su postureo humanitario soltando al deambuleo a los recién llegados (con una orden de expulsión retórica en sus bolsillos). Pero ese sistema tramposo, y altamente conflictivo, en el que no se toma ninguna medida de cuarentena sanitaria, y puede estar extendiendo enfermedades infecciosas, la sarna, entre otras, de postureo humanitario, tiene un escollo importante que está haciendo estallar a Andalucía, cuya Junta participa de la irresponsabilidad del Gobierno. Por imperativo legal, tiene que asumir la tutela de los llamados «menores no acompañados«, eufemismo para señalar a adolescentes lanzados a su suerte y que son muy conflictivos. Hasta el 31 de julio, han llegado a las costas andaluzas más de 3.700 menores. La Junta de Andalucía, que ya no tiene camas libres, que tiene ocupada toda su red asistencial y buena parte de los polideportivos por una riada invasiva que no va a cesar, quiere repartir a esos menores por el resto de autonomías, y así se lo ha trasladado a la incapaz Carmen Calvo para que se tomen decisiones en la reunión del 5 de septiembre de la comisión sectorial de migraciones.

Carmen Calvo, justificando el viaje de Pedro Sánchez como «agenda cultural». /Foto: abc.es.

Pero mientras con el Acuarius funcionó, bajo el fulgor de los focos mediáticos, cierto nivel de reparto solidario, con la trampa siempre de soltarlos a la calle, es muy dudoso que las otras autonomías estén dispuestas a que la Junta de Andalucía les endose e implique en el problema.

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Una de las medidas que más rechazo ha provocado en toda Europa es que los polideportivos han sido colapsados y ocupados por los mal llamados refugiados. Al final, las poblaciones no entienden por qué no pueden hacer deporte.

En Algeciras, la celebración del mitin de Vox, ha tenido el efecto dominó de la aparición de una fisura crítica por parte del alcalde de Algeciras. El PP empieza a lanzar fuego graneado. El portavoz popular en el Parlamento andaluz, Juan Bueno, señala que “la política de apariencia y de titular de Pedro Sánchez no es lo más provechoso”. Las ONGs tampoco ofrecen oxígeno al Gobierno. El patrón del barco Open Arms se ha quejado de que le hayan hecho llegar a Algeciras, que no era, ciertamente, el puerto más cercano.

Llegada del Open Arms a Algeciras. /Foto: elconfidencial.com.

Todo empieza a sonar a irresponsabilidad y naufragio colectivo. La inteligencia norteamericana ha informado, como adelantó Rambla Libre, de una avalancha de cien mil subsaharianos. Marruecos no está haciendo nada para frenarla y muchos síntomas indican que se preparan asaltos masivos a las vallas: quienes tienen dinero para pagar a las mafias se montan en una patera, quienes mendigan, preparan la cal viva y aprietan los dientes.

Pedro Sánchez se ha metido en un embrollo monumental y ha metido a España en un pantano del que él, con tendencias irreprimibles al fantasmeo acomplejado, no es el hombre para ponerle coto. Claro que, a lo mejor, Begoña Gómez y el Instituto Empresa van a resolver el problema con sus «proyectos para África«, que tan lucrativos le van a ser a la segunda dama y tan bien le va a venir a la economía de los Sánchez, aunque reviente España. Andalucía ya lo está haciendo. Este es un verano caótico que incuba tragedias inenarrables.