Josep Sansano.
Es una ironía del destino, o un eco de aquella consigna del 15-M de que PSOE y PP la misma mierda es, que la familia política del nuevo presidente del PP, Pablo Casado, sea el pilar económico del PSOE en Elche, en su lado más oscuro y corrupto.
Las virtudes empresariales de las anteriores generaciones han desaparecido. Luis Torres Candela, el padre de Isabel, es definido en los ámbitos empresariales como un “ave de rapiña” especializado no en crear empresas, sino en cerrarlas y liquidarlas.
Vimos, en la anterior entrega, como Luis Torres, en este caso tío de la esposa de Pablo Casado, acudió con la chequera a apagar el fuego del caso Cosistel que estuvo a punto de hacer estallar al PSOE ilicitano. A cambio, iba a ser beneficiario de uno de los casos más escandalosos y mafiosos de pelotazo urbanístico propiciado desde el Ayuntamiento socialista.
Con ánimo de revancha y ansias de enriquecimiento, el PSOE ilicitano señaló a los huertos de palmeras como el epicentro de la especulación urbanística del franquismo. La denuncia entrañaba un contenido ecologista que daba vitola a la estrategia centrada en una de las señas de identidad de Elche. En realidad, lo que hizo el PSOE fue ponerse a especular furiosa y desvergonzadamente, jugando con la declaración de zona verde o recalificando. La especulación, que no existía previamente, se disparó en una trama conjunta de políticos y empresarios. Ahí aparecen los Torres en vanguardia.
El esquema socialista centro su objetivo en el Huerto de Porta Morera, inserto en el casco urbano y bastante deteriorado. Con la interesante peculiaridad de que era propiedad de la viuda de José Ferrández, alcalde franquista, buen alcalde, buena persona y de honradez acrisolada. La campaña fue institucional: el Ayuntamiento dejó claro que Porta Morera sería zona verde mientras fuera propiedad de los Ferrández. Eso era reducir su valor prácticamente a cero.
La viuda de Ferrández fue literalmente obligada a vender como una ganga. Apareció como comprador Luis Torres por un precio de 41 millones de pesetas; un precio muy bajo entonces y ahora. Pero se trataba de una operación a tres bandas. El Ayuntamiento pasó a recalificar el terreno, con una salvedad, que veremos a continuación. Luis Torres vendió Porta Morera de inmediato a Francisco Borja, propietario de la marca Reebok, por 930.000 millones de pesetas; una plusvalía inmediata de 900.000 millones de pesetas. Un expolio mafioso a la familia Ferrández.
La guinda del pelotazo es que Porta Morera tenía unas casas tradicionales cuyos propietarios no quisieron entrar en la operación urbanística. El Ayuntamiento los castigó declarando solo esas casas, ya edificadas, obviamente, como zona verde. Una medida de prepotencia que desató un prolijo conflicto jurídico, en el que, al final, el Tribunal Supremo dio la razón a los propietarios, que tuvieron que ser indemnizados con 1,6 millones de euros.