Virginia Montes.
La izquierda por toda Europa languidece. El socialismo está en trance de desaparecer por el sumidero de la historia. En Italia, está para el forense. Nadie ejemplifica mejor ese proceso de deterioro que Matteo Renzi. Hoy no es nadie, un senador que sigue cobrando del Presupuesto y que es noticia escandalosa por la adquisición de una lujosa vivienda en su Florencia natal por 1,3 millones de euros -a los dirigentes socialistas les ha resultado muy rentable aplicar la piqueta a la civilización occidental- y porque va a poner guión y voz a una serie de reportajes sobre la ciudad de los Médicis.
No hace mucho tiempo, antes del descalabro de las elecciones legislativas del 4 de marzo cuando el Partido Demócrata cayó a la sima del 18,7%, este político simpático, chistoso y algo bufón, brilló con el fulgor de una estrella emergente capaz de revitalizar la izquierda. Su curriculum está lleno de efímeros éxitos: fue alcalde de Florencia con el 59,56% de los votos, ganó las primarias del PD a la secretaría general con el 68%. En 2.014 fue señalado por la revista Forbes como la tercera persona más influyente del mundo menor de 40 años y entró en el Top 100 de pensadores globales de la revista Foreing Policy.
Durante un tiempo se paseó por Europa junto a François Hollande y Ángela Merkel, con la que dio una recordada rueda de prensa bajo el David de Miguel Ángel, defendiendo la política de sin fronteras, el acogimiento irrestricto y eso de los «valores europeos«, que parece reducirse a un irreflexivo y estúpido proceso de ingeniería social por el que se pretende una sustitución de la población autóctona por una conflictiva población islámica, magrebí y negra, acarreada por el tráfico esclavista de las ONG. Mientras crecía el mar de fondo en la población italiana, Renzi era mimado en los medios de comunicación al dictado de George Soros.
El sueño de una noche de verano se ha trocado en una pesadilla para la izquierda cuyo descenso a los infiernos es cada día más rápido. El PD ha perdido alcaldías como Siena y Pisa en las que había gobernado durante 70 años y lo ha hecho a favor de la Liga del nuevo Matteo emergente, Salvini. Es decir, buena parte del electorado del PD ha pasado a la Liga para no retornar. Es una lección para España. Al fin y al cabo, Renzi accedió al poder de una manera limpia y con respaldo electoral y formó el primer gobierno paritario de la historia italiana y apostando por la juventud de sus miembros. ¿Suena a algo la música? Pedro Sánchez es, por el contrario, el dirigente socialista que ha obtenido los peores resultados; no tiene el mandato de las urnas para gobernar, no tiene un programa respaldado, sino que es consecuencia de una elección indirecta en una situación excepcional. Sánchez no es más que el nuevo Renzi, en peor. Y el PSOE puede ver su futuro en los posos del Partido Demócrata italiano.