Yolanda Cabezuelo Arenas.
Por lo visto la prensa alemana no tiene otra cosa en qué ocuparse que informar sobre un nuevo embarazo de Letizia, y ya la vemos todos con el tontito diseñado por Felipe Varela para lucir barriguita añosa, porque como bien apunta Jaime Peñafiel, la esposa de Felipe VI tiene 45 años, y por tanto es más creíble que un retraso en la regla se deba a la menopausia que a un embarazo.
Y todo ésto si tiene un retraso en la regla, que no se sabe ni importa. A los alemanes, que son muy imaginativos, se les debe haber ocurrido que Letizia podría haber recurrido al viejo truco de embarazarse para evitar un divorcio, por si son ciertos los toros de que Don Felipe está hasta las narices de sus salidas de tono, desplantes y mal carácter; porque un divorcio para Letizia no sería nada ventajoso, sobre todo en lo tocante a la custodia de la prole. Tanto Leonor -a quien Peñafiel llama maleducada- como Sofía, pasarían a ser custodiadas y guardadas por su regio padre.
En el supuesto caso de que la naturaleza hiciera un milagro y Letizia fuera capaz de traer al mundo un nuevo Borbón, el follón constitucional superaría con creces cualquier culebrón: de ser varón, el recién llegado desplazaría inmediatamente a Leonor en la línea sucesoria, y las voces anti sistema de patriarcado se escucharían en Calcuta; aparte de que perfectamente podría darse el caso, dada la edad de la madre, de que viniera al mundo un nuevo Carlos II El Hechizado.
Estoy por poner la mano en el fuego de que cualquier síntoma de embarazo que pudiera tener Letizia se deberá a una gastritis o a esa menopausia que tanto tememos las mujeres. La consorte de Don Felipe aparenta menos edad porque el bótox obra milagros, pero los obra en la cara, no en el útero. El sistema reproductor sigue teniendo 45 años, y a esas edades los ovarios suelen estar ya para pocos trotes.