Enrique de Diego.
Francia no ha merecido ganar. El resultado no hace justicia a Croacia. Ha sido un desastre de final, rota por la ineptitud del árbitro. Croacia es un equipo ejemplar, no es Cristiano Ronaldo, ni Messi, es un equipo, que lucha sin descanso, que nunca da un balón por perdido, que toma con solidez la posición en el campo y no desmaya. Croacia planteó muy bien el partido, con mucha presión, sin dejar evolucionar a Francia, que estaba acogotada.
El árbitro argentino salió en su defensa, a romper. Primero, una falta que nunca existió y que debió dirimirse con tarjeta amarilla a Griezmann. Y luego un penalty inventado con el suspense estúpido de las nuevas tecnologías, en una mano nítidamente involuntaria. El árbitro no ha robado el partido, simplemente se lo ha cargado. Yendo por delante, con tanto regalo, Francia ya se mostró suelta, abrió huecos y jugó bien. Croacia no cejó en la lucha. Un robo de partido, una completa vergüenza, un árbitro incompetente e inútil, una canallada, una injusticia para Croacia, una gran selección, con Modric y Rakitic, y con todos, porque todos juegan a una.