Editorial.
Contundentes y de extraordinaria gravedad son las grabaciones a Corinna zu Sayn-Wittgenstein en las que se sitúa a Juan Carlos de Borbón con claridad en el terreno del delito. Juan Carlos utiliza a su examante Corinna -«no porque me quiera mucho, sino porque resido en Mónaco«, donde el sistema fiscal es laxo- para poner propiedades a su nombre, incluso sin su consentimiento.
Estamos ante tres hechos que precisan la inmediata actuación de oficio de la Justicia:
1.- Un posible delito de blanqueo, seguramente con falsificación de documento público (se ponen bienes a nombre de otra persona sin que ella lo sepa).
2.- Se habla de propiedades en Marruecos, que por haber sido Juan Carlos de Borbón jefe del Estado es preciso, con luz, taquígrafos y acciones judiciales, desentrañar si se trata de comisiones recibidas por una potencia extranjera, que, entre otras cosas, mantiene reivindicaciones hacia parte del territorio español.
3.- Es preciso saber de dónde sale el dinero que es preciso mantener en secreto, en cuentas en Suiza, y en negro, que puede ser el producto de comisiones, mordidas y chantajes, utilizando la jefatura del Estado.
El testimonio grabado de Corinna tiene un plus de crebidilidad en cuanto que ha formado parte de la comitiva oficial de Juan Carlos en visitas a Arabia Saudí y que ha tenido la representación de Estado ante príncipes de la familia Saud.
El vulgar chorizo Juan Carlos de Borbón no está amparado ya por ninguna inmunidad, de la que ha abusado de manera tan nauseabunda y traidora, así que debe ser puesto a disposición judicial de inmediato.
http://ramblalibre.com/2016/07/07/el-dia-d-de-la-corrupcion-a-gran-escala-de-juan-carlos-de-borbon/