Enrique de Diego.
No sé qué resulta más asombroso si la osadía de Pablo Casado presentándose al puesto de presidente del Partido Popular o la locura de una parte del PP, especialmente en Madrid, votándole y situándole en el segundo puesto. En ambas cuestiones se percibe una déficit en el instinto de supervivencia y una falla sistémica en el sentido de la realidad. Entra dentro de las posibilidades que Pablo Casado sea imputado judicialmente por haber obtenido una Licenciatura mediante el tráfico de influencias, de hecho la juez que investiga un caso mucho más grave que el máster de Cristina Cifuentes ha pedido ya la información sobre al aforamiento del todavía candidato. Aunque –y es mucho suponer- no se produjera ninguna acción judicial tumbativa, la credibilidad de Casado está muy dañada, es nula, y mermada su autorictas para la crítica al partido socialista. Es increíble que renqueara notoriamente en sus estudios y que, mediante el cambio de matrícula al Colegio Universitario Cisneros, lo resolviera todo, como por ensalmo, en sólo cuatro meses, tras una convalidación al margen de la norma y con firma del Rector, haciendo méritos.
La historia es fácil de entender: a Pablo Casado le hicieron la carrera mediante el tráfico de influencias porque Esperanza Aguirre lo apadrinó, la misma que ha vuelto de las sombras para respaldarle en la jornada electoral de estas primarias esotéricas, difíciles de entender, a pesar de los intentos didácticos de Luis de Grandes.
Las primarias ya han tenido lugar y las ha ganado Soraya
Las primarias las ha ganado Soraya Saénz de Santamaría y debería ser proclamada presidente del Partido Popular. Las primarias es un método de selección relacionado con el sistema mayoritario, inventado en Estados Unidos. No admite pactos corruptos so pena de provocar daños incalculables. Cuando en 1824 se produjo el “trato corrupto” entre John Quincy Adams y Henry Clay, que dio la presidencia al primero, despojando al ganador, el general Andrew Jackson (luego el 7º presidente), de su primer puesto, la conmoción envenenó la vida pública de la joven República durante dos legislaturas. Si Soraya Saénz de Santamaría fuera despojada de su justa victoria mediante un trato corrupto entre Pablo Casado y una María Dolores de Cospedal de salida el PP entraría en un proceso de autodestrucción, naufragando en el ridículo. ¿Tiene algún sentido lógico que el partido que no se ha cansado de repetir que debe gobernar la lista más votada proceda a la elección de su presidente encumbrando a la segunda?
La generosa oferta de Soraya para integrar a Pablo Casado como secretario general ha sido rechazada, porque Pablo Casado no está dispuesto a haber llegado hasta aquí “para hacer lo mismo con los mismos”, curiosa respuesta para un político profesional que lleva viviendo del Presupuesto desde los 24 años y ocupando puestos de aparatich ininterrumpidamente, desde el aznarato, y que carece de vida fuera de la política. Los términos de su regeneración son verbales, retóricos e incoherentes.
El cachorro del esperancismo y el aznarismo
Pablo Casado no es que represente, es que es el cachorro del esperancismo y el aznarismo, ámbitos en los que se ideó y se elevó a bella arte la corrupción del PP, que Mariano Rajoy heredó. Es un candidato con tantos puntos débiles que sería hecho trizas por el partido socialista. Es, como ha dicho Yrene Callais en sus magníficos artículos, toda una referencia, un viejo prematuro. Es el hombre destinado a entregar el PP a Albert Rivera. El compromiso de los apoyos más fervorosos de Pablo Casado con Ciudadanos es total, con el objetivo de implantar definitivamente la derecha pagana de los intereses, de los suyos.
La presencia de Albert Rivera es tan constante y tan asfixiante en el digital de Pedro J que el redactor responsable de la información de Ciudadanos dio el portazo y se fue a Voz Pópuli. Federico Jiménez Losantos, que tiene la terminal de Juan Carlos Girauta, llegó a poner a la fracasada candidata a las elecciones gallegas. Ahora, en un despropósito completo, sitúa a Soraya como una socialista. Ambos, Pedro J y Federico, tienen empresas con fuertes pérdidas, que pretenden endosar al contribuyente. Eso les aumenta exponencialmente la ansiedad y les hace peligrosamente destructivos. Buena parte del desastre actual, por sus torpezas acelerando tiempos, es responsabilidad suya. Es una derecha pagana sin ninguna relación con las bases de la identidad española, mundialista y de fronteras abiertas. Casado es el hombre destinado a entregar Génova a Albert Rivera.
El que el PP desaparezca no es un mal en sí. Es un partido que se ha dedicado sistemáticamente a traicionar y agredir a su electorado, Ya lo hizo Aznar que no modificó el sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial como prometió. Arrebatar la legítima victoria a Soraya Sáenz de Santamaría –una mujer con preparación y carácter, que no depende de la política- sería llevar esa traición al interior del partido, culminar el proceso haciéndolo irreversible, y caer en la más clamorosa impostura: ¿no está en su ADN que debe respetarse la lista más votada? Casado no es otra cosa que el instrumento para acabar con el PP.