Virginia Montes.
El lunes termina el ultimátum dado por los bávaros a Ángela Merkel para que presente una «solución europea«, que nunca llega, a la inmigración, o pasarán a adoptar una «solución alemana» desde el Ministerio del Interior, cuyo titular es Horst Seehofer. Eso significará hacer estallar la coalición gobernante y aún más la vieja alianza entre la CDU y la CSU bávara que viene funcionando desde la segunda guerra mundial.
La línea caótica seguida por Merkel es, a día de hoy, profundamente antidemocrática, pues el 90% de los alemanes está a favor de acelerar los procesos de deportación y, por supuesto, de cerrar las fronteras. «La ciudadanía ha dejado claro que quiere unas fronteras seguras y nosotros, sus dirigentes, estamos obligados a darles una solución. Si ésta no llega de Europa y la señora Merkel ha fallado en todos sus intentos, Alemania tiene la obligación de buscar sus propias soluciones», declaró el primer ministro bávaro, Markus Söder.
Los bávaros no van a ceder porque responden a una demanda clara de la ciudadanía y, además, el 14 de octubre hay elecciones en Baviera. En las elecciones generales de septiembre, Alternativa para Alemania obtuvo el 12% de los votos. La extrapolación conlleva que la CSU perdería la mayoría absoluta. Nadie piensa que la AfD no vaya a subir, sobre todo, si Merkel sigue empecinada en la absurda decisión tomada en 2.015 cuando abrió las puertas a los mal llamados refugiados. Desde entonces, el contribuyente alemán soporta 1.500.000 de inmigrantes ilegales pidiendo asilo, que no se incorporan al mercado de trabajo, que son focos de conflictos y que han traído el terrorismo indiscriminado. Baviera es la vía de entrada de todo el flujo.
En declaraciones al ‘Süddeutsche Zeitung‘, Seehofer ha responsabilizado a Ángela Merkel de «haber provocado la división de Europa con la decisión sobre refugiados de 2015«. Es la primera vez que se señala de manera tan clara a Merkel, quien hace tiempo perdió el control de la situación.