Yrene Callais.
No se trata de una profecía sobre el fin del mundo. Los últimos días, o mejor, las últimas semanas, de la realidad política española son la catarsis de toda una época de tropelias y desaciertos de las oligarquías. El primero en caer, como ya les venía anunciando desde hace mucho tiempo, fue Eduardo Zaplana, abriendo la caja de Pandora. Era un secreto a voces en el mundo judicial de la Comunidad Vaenciana, pero estos hipócritas, ninguno movía un dedo, no sé si por temor reverencial al poderoso o porque el cambio les asusta en sus prestaciones y salarios. En este país el conversadurismo de una gran parte de la Judicatura ha dejado pudrir y descomponer la gran asignatura pendiente política: la honradez.

Empezamos con Federico Trillo, el indigno embajador, y según fuentes cercanas, y ya saben ustedes que estoy muy bien informada, con tentáculos, comisiones, acciones o lo que sea en asuntos armamentísticos. Federico, en los últimos tiempos está muy callado, sus asesores más directos le han aconsejado no meneallo, que en boca cerrada no entran moscas, no sea caso de que aún vaya a hacerle compañía a este «personaje inmoral», como él calificaba a Eduardo Zaplana.

Y si quieren que les diga la verdad, tanto uno como otro me producen una profunda pena, porque son dos pobres de espíritu, y en el caso de Eduardo también el momento de salud que atraviesa no es el más idóneo para estar en una prisión, a pesar de que siempre conmigo y con mi familia se portó como un cochero, la cárcel no debería haber sido su paradero. ¿Dónde va a ir una persona enferma, dependiendo de hospitales y medicinas? Hubiera bastado con una fianza y con arresto domiciliario, para que estuviera tranquilo.
Pero los tiempos que se avecinan son de ensañamiento. La gente lo ha pasado muy mal; ha tenido que dejar herencias por no poder pagar impuestos confiscatorios; a la gente se la está ahogando día a día, con chorradas y tasas, que si sube la ITV, que si ahora una revisión del catastro…Y si vas a cobrar una subvención, ya se encargan de buscarle tres pies al gato, y a la mínima, si tienes una casa, aunque no tengas ni para la luz ni para el agua, se escudan en ello y no te la dan; claro, eso si eres español.

Todo esto contado como en un cuento de niños, parece una obviedad, pero el vaso ya está rebosante de obviedades hostiles al sentido de la dignidad humana y la revolución ha empezado por los jueces. Eso se veía venir. Había un sector en la Judicatura, más o menos digno, que iba a hacer saltar este statu quo de las mordidas y los compinches. Bárcenas sabia demasiado. El Bigotes, un pobre hombre llevado por una mala abogado (de la cual me reservo la opinión, porque toda su carrera la hizo en base a matrimoniar con un hijo de un magistrado del Constitucional) ha cantado La Traviata. Y el próximo en caer será Francisco Camps y hay una lista de por lo menos diez valencianos a los que sin piedad van a pasar por la guillotina judicial. Les puedo adelantar que algunos de ellos están en Alicante y creen que gozan de una gran inmunidad por sus cargos, apoltronando sus posaderos en la comodidad de las instituciones.
Con esta muerte del padre Zaplana, que junto a José Joaquín Ripoll, que me extraña que no esté ya haciendo compañía a su gran amigo en Picassent, fundadores del partido Ciudadanos en la Comunidad Valenciana, se ha llevado por delante a la formación naranja. Ya les vaticino que Albert Rivera no va a tener la suerte de Macron, es un chisgarabís político, una marioneta, que repite consignas de Pedro J Ramírez, quien por cierto en este entierro vikingo, va a ser sepulturero, junto con su diario, quizás porque le ha llegado la hora de arrastrar su Cruz.

De todo esto quien puede informar bien es Francisco Sánchez, director del CEU de Elche, con una situación inestable dentro del mismo, puesto que la UCAM pisa con mucha fuerza y está desbancando al CEU. Me pregunto si Francisco Sánchez y Emigdio Tormo han ido a visitar ya a Zaplana a recibir consignas.