José Donís Catalá.
Adiós don Mariano Rajoy. Se marchó el presidente y lo hizo público en el restaurante Arahy, cerquita de Cibeles. Un Salmorejo cremoso, unas anchoas de Santoña y un solomillo de vaca gallega, todo regado con buen vino español y dos botellas de wisky. Los que mandan son como cualquiera de nosotros, solo que no van al Bar de Pepe.
Cuando una conspiración triunfa es inevitable que, pasado el tiempo, vayan surgiendo voces autorizadas, personas que participaron de alguna manera y cuyo testimonio sirve para poner las cosas en su sitio. Una supuesta conspiración con decenas de pruebas falsas, falsos testimonios, policías corruptos, políticos implicados y docenas de fiscales y jueces prevaricadores exige que, antes o después, alguien cante. Del mismo modo, el grupo de personajes relevantes que mantuvieron dichas tesis acusando sin pruebas, personas con poder y en el entorno del poder, deberían con el paso de los años mostrar alguna prueba de sus palabras o desdecirse. Han pasado 14 años y aquel grupo de conspiradores no ha dado más señales de vida que sus causas judiciales o su ingreso en prisión.
Estos tampoco iban al Bar de Pepe. Las reuniones se producían en distintos domicilios y restaurantes de postín como el prestigioso Jai Alai, en pleno centro de Madrid junto a Nuevos Ministerios. Allí un Pedrojota Ramírez acostumbrado a las conjuras hacía de maestro de ceremonias, y con él Eduardo Zaplana, Ángel Acebes, Jaime Ignacio del Burgo, Esperanza Aguirre, Alicia Castro, Agustín Díaz de Mera … añadan a esa lista a Jaume Matas, Rodrigo Rato, Ignacio González y demás prebostes de la época para tener el cuadro completo. Todos ellos bajo el ala de don José María Aznar, el presidente., quien aseguró que los autores «no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas«.
Los que han destruido a la derecha española pergeñaron bajo la batuta de Pedrojota Ramírez su estrategia delirante. Allí, entre manjares, el entonces director de El Mundo les dictó las 400 preguntas parlamentarias al nuevo gobierno sobre las actuaciones que ellos mismos habían llevado a cabo. Así, inquirieron sobre cuestiones como los «motivos por los que se intervino el teléfono del locutorio de Jamal Zougham dos semanas antes de los atentados del 11M así como la suspensión de dicha intervención una semana antes de la masacre». La cara del nuevo ministro de Interior era un poema, José Antonio Alonso tuvo que recordarles que eso ocurrió con Aznar de presidente y Acebes en Interior. Todo les daba igual, simplemente reproducían portadas de El Mundo. Preguntaron en el Congreso sobre la tarjeta del Grupo Mondragón en la furgoneta Kangoo con un teléfono que “apunta al Norte”, otra portada de Pedrojota-. No existía tal tarjeta sino una casette de la orquesta Mondragón, ya saben, los de viaje con nosotros si quiere gozar… y como traca final se vinieron arriba al encontrar otro nexo entre el 11M y la ETA, ¡el ácido bórico! Y efectivamente, hubo una etarra en Alicante que padecía picores vaginales y usó el mejor remedio, ácido bórico en polvo.
Eduardo Zaplana está actualmente en prisión. Ángel Acebes imputado en el caso Bankia. Jaume Matas entra y sale de la cárcel. Rodrigo Rato esperando sentencia firme. Esperanza Aguirre expulsada del servicio público por su ojo para rodearse de ladrones. Como Ignacio González, al que esperan muchos años a la sombra. Agustín Díaz de Mera pagó una multa de mil euros y se libró del delito de desobediencia grave al tribunal cuando finalmente aportó la fuente de sus acusaciones infundadas sobre el 11M. Alicia Castro en 2007 renunció a presentarse a las elecciones, y en 2011 se dio de baja del Partido Popular. Jaime Ignacio del Burgo, portavoz en la comisión del 11M, terminó con los sindicatos policiales anunciando querellas contra él, que finalmente no presentaron.
Y, por encima de todos ellos, el autor intelectual, Pedrojota Ramírez. Lo echaron de El Mundo y creo que ahora tiene un digital o algo donde intenta convencer a sus lectores de que no conoce a Zaplana de nada. Es curioso el destino de aquellos conspiradores. Realmente parece una agorería, un hechizo fatal, la maldición del 11 M.