Editorial.
La presentación de una denuncia por violencia de género por Antonia Carrasco contra su ex Germán Polo provocó una división en el movimiento de resistencia a la genocida Ley Integral contra la Violencia de Género. Esa división aún perdura, aunque está a punto de superarse. De manera desenfocada, y en buena medida irracional, algunos han entendido esta cuestión como una especie de polémica entre dos personas, en las que unos toman parte por uno y otros, por otra. Esto, además, de ofender a la lógica y al sentido universal de lo que es justo, carece por completo de coherencia. Germán Polo merece respeto en tanto que persona pero también en tanto que víctima.
Manifiestamente, Antonia Carrasco, que se presenta falazmente como una luchadora contra las denuncias falsas, presentó una más falsa que un Judas de plástico, mimetizando pautas de comportamiento del feminismo más radical. Por de pronto, convirtió una separación en cuestión judicial de la llamada violencia de género. Convirtió o interpretó una cita de Confucio contra la venganza en una amenaza de muerte, cayendo en el ridículo más extremo. Según la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, no informó correctamente de las pruebas, pues pareció ocultar una gran parte de mensajes. Incluso presentó a una psicóloga que parecía necesitar comprensión y tratamiento, como una alucinada feminista radical. Todas estas son las artimañas que utilizan las feministas radicales y contra las que Antonia Carrasco decía combatir y que toda persona racional debe hacer hasta derogar esa nefasta Ley.
Resulta lamentable que posteriormente Antonia Carrasco utilizara la Justicia para intentar acallar cualquier crítica hacia su persona, confundiendo la libertad de expresión con algún tipo de injurias y amenazas, y volviendo a recurrir a la LIVG. Esta señora ha quedado por completo inhabilitada como lo estaría la propietaria de una carnicería para liderar un movimiento vegano o la ganadora del Toro de la Huerta para hacerlo en un partido animalista. No tiene vuelta de hoja. Es evidente y contrastable. No admite discusión. Quienes habiendo tenido cargos de responsabilidad en GenMad callaron ante la denuncia falsa sólo son recuperables si resarcen el daño producido y salen de su complicidad culpable.
La pretensión de generar algún tipo de miedo o de terror mediante la amenaza a acciones judiciales, en personas que pueden considerarse de su entorno, están de más, no van a tener ningún efecto. Esa etapa ha sido superada. Ha sido una especie de pesadilla absurda. Entre los fieles a Antonia Carrasco como el inefable José Chefy Corredoira parecen utilizarse técnicas que vemos y repudiamos en las feministas de intento de demoler al contrario en lo personal. Con eso no hace más que ponerse en evidencia y aislarse. Pierde credibilidad en su labor de recopilación de datos y se hace daño a sí mismo, hasta producir pena. Sería aconsejable que mejorara su capacidad y sus formas de comunicación. Desconocemos los conocimientos y la autoridad moral de Antonio Amalio Sánchez Ochoa, aunque nos parece que debería mejorar su educación y su dicción y atender a las querellas que tiene presentadas por injurias y calumnias. Es un absurdo supino que Julio Paniagua busque para su caso la solidaridad que niega, de la manera más estúpida y aún cruel, a otros.
Antonia Carrasco no hace más que dividir y quemar energías convirtiendo en estéril todo el movimiento de oposición a la LIVG. El último hecho en ese sentido ha sido la explosión incontrolada del partido España Despierta, cuyo primer objetivo loable era la derogación de esa Ley genocida. Cuando se trata de alcanzar un fin los medios han de ser idóneos. Ni Antonia Carrasco ni sus afines pueden estar en las filas de quienes combaten las denuncias falsas porque ella presentó una. Eso es un hecho objetivo. No es cuestión de estar a favor de una persona o de otra, sino de sostener un principio. España Despierta no lo ha hecho y lo está pagando. En efecto, la dimisión de la presidenta, África Cuevas en su comunicado deja bien claro que rechaza ciertas conductas de Fernando Hernández, fundador del partido, y que está por completo en desacuerdo con la incoherencia de colaborar con Antonia Carrasco.
Están de más, son de una soberana estupidez, las bravatas con amenazas de acciones judiciales contra Rambla Libre. El tiempo de esas estrategias torticeras e infantiles ha pasado. Estamos entrando ya en una nueva etapa más constructiva en la que Rambla Libre no va a dejar de liderar la oposición a esa nefasta Ley, porque todos nos jugamos mucho en conseguir derogarla. Por lo demás, no somos nuevos en este oficio, ni en el ejercicio de la libertad de información, ni nuestras fuentes han estado nunca ni estarán secas. Es conveniente dejar de decir chorradas para conseguir respetabilidad y eficacia. En medio siglo de ejercicio profesional no hemos tenido el más mínimo problema judicial y no lo vamos a tener. Nos preciamos, además, de tener el mejor equipo de abogados de España con el equipo de José María Bueno y asociados.
Quienes intentan amedrentar a los demás no hacen más que el ridículo y se incapacitan para la tarea, exhibiendo resentimientos personales, complejos no superados o afanes de protagonismo inconsistentes. Queremos ser moderados y condescendientes, pero no vamos a permitir que se utilicen tales técnicas torticeras. Y nos manifestaremos con más claridad si es preciso.
Ese tiempo de la confusión está pasando, ha pasado, y quien no sea capaz de verlo quedará fuera de juego, como se puso a sí misma Antonia Carrasco con su patente incoherencia. Es pasado.
En cuanto a España Despierta, su grado de descomposición es tal que nos parece que ha quedado inhabilitada o abocada a su desaparición,