Miguel Sempere.
Mariano Rajoy no se ha situado a la defensiva frente a la moción de censura planteada por Pedro Sánchez, sino que en su primera intervención ha pasado directamente al ataque, situando esa iniciativa en términos de las urgencias personales del secretario general socialista para acceder a la presidencia del Gobierno sin el respaldo de las urnas, como una mera proyección del no es no, con una «temeraria iniciativa» desde la irresponsabilidad, que no genera confianza y que ha disparado la prima de riesgo y ha hecho bajar la Bolsa.
Rajoy, en un buen discurso, ha vapuleado al portavoz socialista José Luis Ábalos. Le acusa de hacer una «interpretación libre, interesada y manipulada de una sentencia judicial«, en la que no hay condena penal del Gobierno ni de ninguno de sus miembros, que se refiere a hechos de hace quince años, localizados en dos ayuntamientos. Hay una condena civil basada en que el PP no era conocedor de los hechos perpetrados por algunos de sus militantes.
Tras desmontar la fundamentación básica de la moción, Rajoy interpela con una serie de preguntas directa a Ábalos, con cadencia retórica demoledora, que se resumen en si está en condiciones de dar lecciones de moral contra la corrupción a alguien e incluso de asegurar si no ha acudido dopado a las elecciones. Ha negado, pues, que los socialistas puedan presentarse como «los paladines de la lucha contra la corrupción». También incide en el absurdo para la estabilidad de pretender tumbar un Gobierno que acaba de aprobar los Presupuestos Generales del Estado.
Rajoy ha puesto en la balanza los datos macroeconómicos y de empleo -570.000 empleos creados desde que Pablo Iglesias presentó su moción de censura- y los efectos demoledores sobre la prima de riesgo y la Bolsa desde que Pedro Sánchez anunció la moción de censura. El secretario general del PSOE sólo trataría de «enmendarle la plana a los electores» a la vista de que no remonta en las encuestas. La sola idea de un Gobierno presidido por Pedro Sánchez ha disparado «todas las alarmas» y la perspectiva de que ganara «pone los pelos de punta«.