Enrique de Diego.
Lo que más sorprende y enerva de mis compatriotas es la facilidad con la que se dejan llevar por oleadas de histeria moral buenista y por campañas de manipulación catódica –su tremenda dependencia de una televisión monopolística y ultracontrolada- ante las que nadie parece capaz de nadar contracorriente o hacer lo que propugnaba George Orwell para esos tiempos “en los que hace preciso defender lo obvio”.
Uno de esos tsunamis de imagen inducida se está produciendo en torno a Ciudadanos, que es presentado como la quintaesencia del aire fresco y la regeneración, cuando está formado por retales, deshechos y detritus de los demás partidos, cuando, en realidad, no existe como tal partido sino que es una mera marca que ha funcionado y funciona como patente de corso, banderín de enganche y furgón de cola de todos los trepas y corruptos.
Una franquicia, que subida a esa ola catódica, habla con engolamiento de la “dignidad de las instituciones”, exige dimisiones por cuestiones banales cuando su financiación es la más irregular y corrupta de todos los partidos, y aún de los imaginables, pues se financia literalmente como un parásito de esas instituciones que degrada con su comportamiento.
Una marca ultrapublicitada que denuncia la falta de democracia interna de los partidos y se presenta como paladín de la regeneración, cuando Ciudadanos es el nuevo Partido Nazi, y si no lo es, en términos ideológicos, punto en el que Albert Rivera ha dado más vueltas que una peonza, se le parece mucho.
Una estructura interna calcada del NSDAP
La estructura interna de Ciudadanos es calcada, idéntica a la del partido NSDAP de Adolf Hitler. Antes de entrar en esa cuestión, que se compagina con una inmensa hipocresía para denunciar en los demás lo que no se practica en Ciudadanos, hay que decir que Ciudadanos es un partido que practica la eugenesia política, en un sentido light y de márkerting, de forma que, al igual que el partido hitleriano, elige y exige a sus candidatos un ciertos canones raciales de belleza.
Ciudadanos tiene prácticas que no se le permitirían a nadie. Practica el darwinismo social estético en relación con sus candidatos. Y no solo es una evidencia, sino que hay pruebas sangrantes y clamorosas: Pedro Benayas apostó por Ciudadanos en Móstoles. Se implicó, se esforzó, luchó, iba a ir en la lista con primarias, todo inútil, no daba el perfil. Eso le dijeron desde la dirección nacional: «Pedro, no das el perfil, no puedes ir en la lista». Pedro Benayas no se puso a dieta a tiempo e iba algo sobrado de carnes, así que se lo dejaron claro: ‘no das el perfil’.
Ese criterio de eugenesia estérica, de pureza fue decisivo en la elección de la candidatura al Ayuntamiento de Madrid. Jaime Trabuchelli, que fue coordinador municipal de Ciudadanos y que optaba a ser candidato al Ayuntamiento de Madrid, fue descabalgado, en una tortuosa y tenebrosa operación interna de acoso y derribo, “dada la superioridad mediática e intelectual de Begoña Villacís”, a la que Albert Rivera había conocido en una tertulia televisiva. Ese Albert Rivera al que Trabuchelli define como un personaje ensoberbecido al que “la lluvia de elogios le hicieron perder el sentido de la realidad. Sí, esa realidad que se extiende desde los atriles y las tribunas hasta los ciudadanos a los que dices representar. Nada nuevo por otro lado, aunque ciertamente parecía otra cosa al principio”.
Hay dirigentes que han expresado opiniones claramente nazis, sin que hayan tenido consecuencias. Esto de la eugenesia metrosexual en Ciudadanos a veces ha superado los límites de la simple estética, como cuando en Las Mañanas de Cuatro, Javier Nart, dijo que “una mujer con tara de origen debe ser esterilizada”. El mismo Nart que tiene una cuenta en Suiza, detalle que o se le ha perdonado o es que tiene bula.
La obsesión eugenésica de Albert Rivera -personaje que ha demostrado estar dispuesto a ser próvida con Libertas, socialdemócrata y liberal; es decir, que no tiene una sola convicción, salvo el poder- es intensa y clamorosa. Cuenta Carlos Delgado, portavoz del partido ULEG de Leganés: “además de llegar una vez más tarde, casi una hora, parece que Albert no quería que estuviera a su lado un compañero con diversidad funcional de nuestra formación. Me quedé frío y no supe ni qué hacer. Por suerte o por desgracia no se subió a hacerse el retrato de familia final porque quería estar al lado de los reporteros gráficos inmortalizando él mismo el momento con una fotografía. Me sentí mal, si hubiera subido al escenario, lo mismo me piden mandarlo a la otra punta de la tarima de los premiados a lo que, por supuesto, me habría negado. Nada justifica faltarle al respeto a uno de nuestros más esforzados militantes de los independientes de Leganés”.
Carlos Delgado se refiere a la indicación del jefe de prensa de Albert Rivera, en el acto de entrega de los premios “Marcelino López Fernández” a los independientes del año: “Mira, Carlos, si van a hacer fotos, no es por menospreciar a nadie, pero le podrías decir a ese chico, el gordito, que se cambie de sitio…es que no me transmite buenas sensaciones”.
Carlos Delgado, que fue aliado de Ciudadanos en las últimas europeas y que lo ha tratado con frecuencia, en su libro “Albert Rivera es un lagarto de V” habla de “fijación de Albert Rivera y los suyos por la imagen. No en vano en las elecciones, en las elecciones regionales o municipales de 2015 destronó a numerosos números uno de las listas de Ciudadanos en pueblos, ciudades, capitales y regiones por no dar con su modelo de perfil fisiológico. Esa forma de valorar a las personas y de actuar después marginando de la foto al diferente, al alejado de los canones de beldad de moda, es toda una muestra de la nula empatía de quienes dirigen al partido catalán”.
Según Carlos Delgado, portavoz de ULEG de Leganés, partido que cuenta con seis concejales, y que ha tratado de Albert Rivera durante 10 años, y fue su aliado en las últimas elecciones europeas, “el biotipo que Albert Rivera quiere para Ciudadanos es aquel que física y estéticamente está más ajustado a Clark Kent o a una Barbie” (y no lo dice por Inés Arrimadas). Para Carlos Delgado, los candidatos del perfil de Ciudadanos son “pura pose”, pues “una vez que se salen de guión, del maquillaje y de los focos, de inmediato te das cuenta de la gran moraleja que refleja una fábula de Esopo (La zorra y la máscara): “hermosa cabeza, pero sin seso. Pues eso es lo único que tienen la mayoría de candidatos de Ciudadanos, hechos a imagen y semejanza de su único, inefable e infalible líder máximo, su gran timonel”.
“Estos señores –avisa Carlos Delgado– de la cúpula de Ciudadanos (Rivera, Villegas, Hervías, Alonso, Arrimadas, Villacís, el ‘doble agente’ Fuentes, Aguado…) nos van a engañar a todos los españoles a dejar en la estacada, nos van a mentir y van a hacer lo contrario de lo que predican”. Carlos Delgado que los conoce bien, muy bien, afirma que tienen todos “una doble moral”, lo que –en su opinión- «les hace peligrosísimos en un municipio, en una comunidad…y no digo nada en un Estado”.