Editorial.
Dado que con Rajoy no se sabe dónde está, ni si va o si viene, se puede llegar a pensar que a Rajoy le conviene la decisión del Tribunal de Schleswig-Holstein de dejar en libertad a Carles Puigdemont con una fianza de 75.000 euros y no contemplar el delito de rebelión de cara a una posible extradición. A esa decisión, de la Justicia alemana se suma la de belga de dejar en libertad a Toni Comín, Meritxell Serret y Lluís Puig.
Se trata de decisiones judiciales y el Gobierno puede acogerse, como ha hecho el ministro de Justicia, Rafael Catalá a lo socorrido del respeto a tales decisiones, consecuencia de la independencia del Poder Judicial. Ciertamente, la Fiscalía alemana había adoptado una línea fuerte, coherente con los intereses de España. En el caso de Bélgica, se trata de un Estado de ficción, que merece muy escaso respeto, y que es la simple proyección de la burocracia de Bruselas.
La dignidad de España no está en juego, porque las cuestiones en el Tribunal Supremo están actuando con corrección, y el magistrado Pablo Llarena está siguiendo una línea coherente. En ese sentido, las decisiones judiciales no son más que victorias pírricas para el separatismo, que está cayendo en la bufonada y el estrambote, además de irse despeñando por la senda de la coacción y la violencia. No es un triunfo de Carles Puigdemont, que sigue siendo un personaje inconsistente, pero es obvio que Mariano Rajoy es hoy el hazmerreír de Europa.
No es que sea un fallo de la diplomacia española, ni una muestra del escaso peso del Gobierno de España en el concierto europeo, pues se tratan -hay que insistir- de decisiones judiciales. Pero nunca se debió llegar hasta aquí. Ha sido Mariano Rajoy, quien con su pusilanimidad y su falta de liderazgo, ha dejado pudrir el problema. Ya avisamos editorialmente desde Rambla Libre que no tomar decisiones a tiempo no hace más que emponzoñar las situaciones y enconarlas. Rajoy nunca debió transferir fondos públicos para mantener una Generalitat sediciosa, nunca debió permitir que esa Generalitat convocara un referéndum ilegal y contra España, nunca debió permitir que se celebrara la mascarada, tuvo que detener a Carles Puigdemont hace mucho tiempo. Como tiene que aplicar de una vez el artículo 155 con todas sus consecuencias, interviniendo TV3 y Cataluña Radio y recuperando la competencia de Educación.
No hay ningún Gobierno catalán en el exilio, sino unos cuantos impresentables haciendo el más soberano ridículo.