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Eso de la verdadera cara de Letizia o la parte Ortiz ha eclipsado a la Borbón

Redacción




Yolanda Cabezuelo Arenas.

El cruel comportamiento de Letizia con la reina emérita reflejado en el desconcertante vídeo que se ha hecho viral, ha levantado una ola masiva de indignación en las redes. Apenas horas después de publicarse la noticia los españoles vuelcan en las redes todo tipo de opiniones que muestran repulsa por la grave falta de respeto hacia Doña Sofía.

La metedura de pata de Letizia ha desencadenado una ola de desencanto que viene a echar por tierra incluso la buena imagen de la princesa de Asturias, a quien se recrimina el gesto de desprecio a su abuela. La Infanta ha decepcionado, y toda la campaña de acercamiento de Leonor al pueblo ha venido a resultar completamente inútil. La parte Ortiz ha eclipsado a la Borbón.

https://youtu.be/kphJrmVZ_Bg

De Letizia se esperaba que tarde o temprano mostrase su verdadera cara, como ha comentado presa de la indignación Marie Chantal Miller, esposa de Pablo de Grecia, a tenor del vídeo de Palma. Se esperaba por informaciones anteriores que denunciaban el incomprensible interés por alejar a Doña Sofía de sus nietas y encargar su cuidado a Paloma Rocasolano, como si ésta tuviera más idea que Doña Sofía de educar a una futura reina. El resultado de la influencia Ortiz Rocasolano se ha hecho evidente gracias al comportamiento de una niña que, con un manotazo, acaba de ganarse la antipatía general. Aunque es posible que la mala impresión causada por Leonor termine atenuándose en consideración a su edad y al temor que seguramente le inspirará la rigidez inflexible de su madre, en el caso de Letizia las cosas han quedado tan claras que no es posible ya llamarse a engaño. Una vez mostrada la verdadera cara de la reina consorte, el deterioro de su imagen es ya irreversible. Nadie defiende a Letizia.

Se suceden los comentarios de preocupación por Felipe VI, pero en su caso sí hay disparidad de opiniones: mientras unos le reprochan no haber hecho caso de advertencias, otros lamentan que sea incapaz de imponerse a su esposa, y que consienta los desprecios de Letizia hacia Doña Sofía. A pesar de que a todo el mundo ha resultado evidente la vergüenza ajena retratada en la cara del monarca, se echa de menos una actitud firme como rey y jefe de Estado a quien su esposa deja en ridículo cada vez con mayor frecuencia. Perdido ya el respeto por Don Felipe, los desplantes comienzan a extenderse hacia su familia.

Algunos comentarios apuntan hacia la conveniencia de desfacer el entuerto con un divorcio, porque habiéndose hecho evidente la verdadera forma de ser de Letizia,  resulta evidente también que no cabe esperar mejoría en la actitud de la consorte. La antipatía que inspira Letizia se ha hecho crónica con el asunto de Palma; no sólo por la metedura de pata -que ha sido imperdonable- sino porque por fin hemos visto todos que Jaime Peñafiel tenía más razón que un santo.