Enrique de Diego.
Tendrías que pedir perdón al perro Jota, al que has abandonado y no has vuelto a ver desde el 29 de octubre de 2.016. Eres, Pedro J Ramírez, un mentiroso compulsivo. No te tengo por un periodista, sino, en cualquier caso, como el periodista más mentiroso de las últimas décadas.
Hoy, 11 de marzo, tendrías que pedir perdón a todas y cada una de las víctimas del 11 M, a todos y cada uno de sus familiares, por todas las mentiras que has vertido sobre ellas, ensuciando su memoria y llenando de angustia y zozobra a sus familiares. Y todo por tu ambición desmedida de poder y dinero. Tendrías que ir a la tumba de Francisco Javier Torronteras, a poner flores en señal de desagravio e ir a ver a su familiar a pedir perdón, por no haber sido capaz de respetar a un héroe que dio su vida por la seguridad de los españoles, esos a los que a ti te importan una higa y sólo te has dedicado a utilizarlos para tus fines deleznables. Tendrías que ir a ver a Pedro el tedax y arrodillarte en su presencia para solicitar su perdón. Tendrías que llorar ante la tumba de Magdalena, la esposa del comisario Rodolfo Ruiz, por todo el mal que la hiciste hasta llevarla a la depresión y al suicidio.
Tendrías que recorrer todas las ciudades y los pueblos de España a pedir perdón por todas tus mentiras, por haber desarmado a una sociedad ante el peligro islamista, sólo para conseguir tus objetivos de poder y dinero.
Deberías pasarte el resto de tu vida pidiendo perdón para resarcir el mal que hiciste. Tendrías que ir ante la tumba de Dreyfuss y pedir perdón por haberle comparado con el asesino Jamal Zougham.
No dijiste más que mentiras. No dijiste una sola de verdad, ni atisbo de ella. Te inventaste toda esa mierda de la conspiranoia para intentar mantener tu objetivo de controlar el Gobierno con eso que se llamó el sector liberal del PP, con los Zaplana, Acebes, Esperanza Aguirre...Utilizaste a las víctimas, sin decoro ni dignidad, para hacer negocio, para convertirte en el nuevo Polanco o el nuevo Cebrián, y las víctimas te maldicen desde su tumba y ya se han ido cambiando las tornas desde entonces, y ahora tienes una cruz muy dura de llevar que te abocará al desastre. Llegaste hasta la indignidad de pedir la libertad para los asesinos en serie. Acanallaste un tiempo a la sociedad con tus chorradas de parvulario esotérico.
Has mentido mucho, has mentido demasiado, por tu ambición desmedida de poder y dinero, y te quedarás sin ambos, más solo que la una.