Editorial.
Es lamentable y nauseabundo que al unísono los medios de comunicación se prestaran en la jornada de ayer a hacer una suicida campaña contra la maternidad. Lo es más aún que la patética jornada de huelga, que fue un completo fracaso, tuviera como uno de sus mensajes más directos el odio a la maternidad. A la espera de estudios sociológicos, el índice de fecundidad de las mujeres que ayer lucharon por el incremento de las subvenciones a las asociaciones feministas es de cero patatero. Es tremendo que las dos cadenas de la televisión que soportamos con nuestros impuestos sirvieran ayer de propaganda antinatalista. Es demencial que Ana Patricia Botín, la inútil heredera a la que numerosos indicios apuntan a que su padre no quería poner al frente del Banco de Santander, saliera ayer con esa matraca, como si no quisiera que en el futuro hubiera clientes para su banco.
Hay que dejarse de estos juegos florales estúpidos y suicidas. Es preciso salir de tanta frivolidad y tanto egoísmo. No vamos a bailarle el agua a las delirantes tesis del feminismo lésbico, que odia la maternidad, porque seguir con esa broma macabra nos lleva a la extinción como sociedad.
España tiene un gravísimo problema de natalidad. Desde el año 2.009 mueren más autóctonos de los que nacen. Hay que invertir esa tendencia. La maternidad ha de ser subvencionada y con generosidad, pues nos va a todos mucho en ella. No tienen sentido subvencionar a opciones que no se reproducen. Proponemos que por el nacimiento de cada niño español autóctono, la madre reciba un sueldo o ayuda de 500 euros mensuales, mientras no se incorpore al trabajo, durante los 7 primeros años de su vida. Necesitamos niños españoles y no comedias bufas antinatalistas.