Luis Bru.
No se habla de otra cosa en el mundo judicial que del distanciamiento del exjuez Javier Gómez de Liaño respecto a Pedro J. Según fuentes solventes, Gómez de Liaño ha dado «dos pasos atrás» respecto al periodista, cuya relación actualmente le estaría perjudicando. En ese sentido, la emisión de una amenaza preventiva antes de la emisión del programa Sábado de Luxe en el sentido de que Pedro J Ramírez se querellaría contra Ágatha Ruiz de la Prada si ésta insultaba o difamaba a Cruz Sánchez de Lara, su actual esposa, ha producido malestar en Gómez de Liaño, por la impresión de censura previa que se ha dado.
Gómez de Liaño ha sido quien ha llevado los trámites del divorcio entre Ramírez y Ágatha Ruiz de la Prada con no se qué cláusulas de retroacción que guarda en su caja fuerte, o eso dice. El ahora abogado fue expulsado de la Judicatura por prevaricación. En la corte del mesías digital Ramírez ocupa la posición del visir o del consigliere. Una relación que viene de su aciaga etapa como juez estrella de la Audiencia Nacional, donde llevó casos tan mediáticos como la colza, los GAL y el de Lasa y Zabala, por el que metió en la cárcel al general Enrique Rodríguez Galindo.
La actuación de Liaño –excarceló al capo mafioso Nunzio di Falco- en paralelo con Pedro J llegó a su culmen cuando en 1.998, el entonces juez procesó a Jesús de Polanco, Juan Luis Cebrián y todo el Consejo de Administración de Sogecable, mediante denuncia del inolvidable Jaime Campmany. Auténtica caza mayor. Da la impresión, visto con perspectiva, que Ramírez siempre ha querido ser Polanco. Gómez de Liaño retiró el pasaporte a Polanco, declaró el secreto del sumario y lo mantuvo parcialmente incluso cuando la Sala dictaminó que lo levantara, indicando que esa medida era “innecesaria, irrazonable, desproporcionada e inadecuada“. Siete de sus decisiones fueron revocadas, hasta que en 1.998 Jesús de Polanco contraatacó presentando denuncia por prevaricación. Javier Gómez de Liaño perdió el juicio. Fue indultado o amnistiado -entró dentro de un indulto a 1.443 por el Año Jubilar respondiendo a la petición vaticana de medidas de gracia- por José María Aznar el año 2.000, aunque sin poder volver a la Audiencia Nacional.