Enrique de Diego.
La manifestación de los pensionistas ante el Congreso, con réplicas en otros puntos de España, representa el fin del sistema de casta parasitaria, que estaba sostenido fundamentalmente por los jubilados, dependientes de la voluntad de los políticos. Esa voluntad es arruinarlos. La subida decretada el 29 de diciembre del 0,25% es una tomadura de pelo y una condena a la miseria. Representa la subida de 1,64 euros mensuales para pensiones como las de viudedad. De 2,4, a las mayores. Los que vengan detrás que arreen: desde el 1 de enero de 2.019 se va a dar un tijeretazo brutal.
El sistema no agoniza, está muerto y ya hiede. Las manifestaciones han sido convocadas por la Coordinadora Estatal para la Defensa del Sistema Público de Pensiones y ha sido respaldada por CC OO y UGT. Dirigentes de los sindicatos han resaltado el agravio comparativo que representa llevar a la miseria a los jubilados mientras se rescatan autopistas privadas o se indemniza a Florentino Pérez por el desastre sísmico de El Castor. Llevan ahí toda la razón. Pero la gente se va a tener que hacer muchas otras preguntas como si podemos mantener las subvenciones a Comisiones Obreras y UGT, si podemos seguir pagando ayudas de todo tipo a inmigrantes que no han cotizado nunca, si podemos seguir teniendo a las feministas depredando los Presupuestos e incentivando el asesinato, si podemos seguir teniendo autonomías, si podemos seguir mandando dinero al extranjero para los pederastas de las onegés.
Y el dilema es claro: o podamos a fondo el sistema, regenerándolo de arriba abajo o no hay dinero para las pensiones y el horizonte final de la vida de los españoles es el hambre y la miseria. Y eso no se puede consentir.