Enrique de Diego.
«Pedro J sólo tiene un amigo: Javier Gómez de Liaño«, según la descripción de Ágatha Ruiz de la Prada en su magistral intervención en Sábado de Luxe (15,9 de share, 1,9 millones de espectadores, ocho puntos por encima del siguiente programa, dato que Sábado de Luxe no tenía desde septiembre). Según fuentes solventes, Gómez de Liaño, que tiene una larga trayectoria de conductas de riesgo judiciales, siempre en la órbita de Ramírez, estaría detrás de la curiosa estrategia de la amenaza preventiva de denuncia que aventaron algunos medios inmediatamente antes de la aparición de la diseñadora en Telecinco.
Gómez de Liaño, que es miembro del Consejo de Administración de El Español, aunque no parece haber invertido, parece estar al borde del abismo dispuesto a dar un decidido paso al frente, porque convertir a Pedro J Ramírez en un enemigo de la libertad de expresión sería, desde luego, para nota.
Esa presunta amenaza preventiva, sin duda, es inequívoca muestra del estado de nervios que atenazó durante toda la jornada del sábado a la pareja del Orinoco, Pedro J Ramírez y Cruz Sánchez de Lara. Algunas fuentes describen una escena delirante del crepúsculo de los dioses de papel mojado, con Cruz y dos abogadas más sentadas ante el televisor tomando notas, con insanas intenciones. Esfuerzo estéril.
Gómez de Liaño ha sido quien ha llevado los trámites del divorcio entre Ramírez y Ágatha Ruiz de la Prada con no se qué cláusulas de retroacción que guarda en su caja fuerte, o eso dice. El ahora abogado fue expulsado de la Judicatura por prevaricación. En la corte del mesías digital Ramírez ocupa la posición del visir o del consigliere. Una relación que viene de su aciaga etapa como juez estrella de la Audiencia Nacional, donde llevó casos tan mediáticos como la colza, los GAL y el de Lasa y Zabala, por el que metió en la cárcel al general Enrique Rodríguez Galindo.
La actuación de Liaño –excarceló al capo mafioso Nunzio di Falco- en paralelo con Pedro J llegó a su culmen cuando en 1.998, el entonces juez procesó a Jesús de Polanco, Juan Luis Cebrián y todo el Consejo de Administración de Sogecable, mediante denuncia del inolvidable Jaime Campmany. Auténtica caza mayor. Da la impresión, visto con perspectiva, que Ramírez siempre ha querido ser Polanco. Gómez de Liaño retiró el pasaporte a Polanco, declaró el secreto del sumario y lo mantuvo parcialmente incluso cuando la Sala dictaminó que lo levantara, indicando que esa medida era «innecesaria, irrazonable, desproporcionada e inadecuada«. Siete de sus decisiones fueron revocadas, hasta que en 1.998 Jesús de Polanco contraatacó presentando denuncia por prevaricación. Javier Gómez de Liaño perdió el juicio. Fue indultado o amnistiado -entró dentro de un indulto a 1.443 por el Año Jubilar respondiendo a la petición vaticana de medidas de gracia- por José María Aznar el año 2.000, aunque sin poder volver a la Audiencia Nacional.
La utilización de su cargo de juez a favor de Ramírez llegó hasta el hecho altamente escandaloso del intento de quedarse con el sumario del asunto del vídeo sexual de Pedro J Ramírez con la guineana Exuperancia Rapú. Y la de su intelecto llegó al desfonde de avalar con artículos en El Mundo las delirantes, mendaces y absurdas teorías esotéricas de Pedro J sobre la masacre de Atocha. Ahora es, desde el 11 de julio de 2.013, el abogado del extesorero de Luis Bárcenas.
Hay escasos precedentes de una amenaza preventiva de querella y hasta el momento Pedro J Ramírez no ha salido a desmentir su presunto desfonde censor. Convendría que Ramírez y su consigliere Gómez de Liaño antes de despeñarse que tuvieran en cuenta: a) que ya no están el uno en El Mundo y el otro en la Audiencia; b) que El Español es un digital sin influencia; c) que para querellarse tiene que haber motivo y no sólo rabieta; d) que cualquier acción judicial contra la libertad de expresión sería el acabose y el hundimiento definitivo del ya bastante desacreditado Pedro J y e) que se ha levantado una enorme ola de simpatía en toda la nación -incluidos Logroño y Villanueva de la Serena- hacia la exitosa diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada.
Y no estaría mal que Javier Gómez de Liaño recordara que puesto que conoce a ambos desde hace décadas, y ha sido también amigo de Ágatha, lo normal y lo caballeroso sería que mantuviera una actitud neutral. Nobleza obliga. Pero a Gómez de Liaño le van las conductas de riesgo judiciales. Adelante con los faroles, Javier.