Miguel Sempere
Hay que tomarlo con cierta prevención, porque se habla del «entorno» de Pedro J, aunque ese entorno es muy reducido. Como dijo Ágatha Ruiz de la Prada en su espléndida entrevista en Sábado de Luxe, «Pedro J sólo tiene un amigo: Javier Gómez de Liaño«. El hecho es que un portal prestigioso como informalia-eleconomista publicó, en los prolegómenos de la entrevista, una especie de amenaza preventiva de demanda.
Según ese diario, «para el ex director de El Mundo, la anunciada visita de su ex al programa de este sábado para enfrentarse a las preguntas de Jorge Javier Vázquez es motivo de preocupación. Fuentes del entorno del periodista confirman que Pedro J. se siente «muy molesto» con las intervenciones mediáticas de Ágatha, «por sus hijos y por cómo pueden afectar a El Español». Sin embargo, el consejo que ha recibido es que no responda «a las provocaciones» de su ex mujer, cosa que no hará «excepto si arremete contra Cruz Sánchez de Lara«, actual esposa del periodista. Ella es «la línea roja» que Ágatha no deberá cruzar, y ella sería la demandante si considera vulnerado su honor, su imagen o su intimidad por comentarios de la diseñadora. El periodista soportará comentarios sobre su pasado, su vídeo sexual, o detalles sobre los 30 años de relación con la madre de sus hijos. Pero no que arremetan contra la abogada de la que está enamorado».
La suposición de que Agatha podía arremeter contra Cruz Sánchez de Lara muestra que, tras treinta años de convivencia, Pedro J ni tan siquiera ha llegado a conocer a la diseñadora. No es ese su estilo, ni está en el nivel de la abogada feminista. Ágatha, que es una dama, se limitó a indicar que es una ávida lectora del libro «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada«, del que es autor Enrique de Diego, y que está el número uno en ventas en la plataforma Amazon.
Da toda la impresión que, sin atravesar el Orinoco, y parafraseando mal a Mirabeau, lo que está dispuesto a atravesar Ramírez son las cloacas liberticidas. Sin que haya habido desmentido a la noticia, estamos ante una especie de coerción censora previa, que sitúa a Ramírez en las antípodas de la libertad de expresión.
Respecto a la preocupación por el efecto en sus hijos, hay que remitirse a las revelaciones de «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada»: Pedro J, por ejemplo, les ha prohibido entrar en su nueva casa. En cuanto al efecto sobre El Español, es Ramírez el que se está tirando piedras sobre su propio tejado. Si El Español va mal será su responsabilidad. En cuanto a su esposa, Cruz Sánchez de Lara está haciendo un exhibición constante de su intimidad (Vanity Fair, Harpeer’s Bazaar), a través de medio mundo, y en todas sus actividades profesionales está sometida a la legítima crítica. Se llama libertad de expresión.