Luis Bru.
Intereconomía está llevando, de nuevo, a sus empleados a una situación límite y angustiosa. Según fuentes internas, solventes y contrastadas, la plantilla lleva dos meses y medio sin cobrar y los trabajadores temen que tampoco se haga efectiva la próxima nómina.
Los trabajadores de lo que queda de ese Grupo llevan años siendo sometidos a un acoso laboral y a unas condiciones que pueden ser calificadas de neoesclavismo, lo que no es óbice para que desde los pocos programas propios que quedan se den consejos económicos o se establezcan juicios desde valores morales que en el seno de Intereconomía, su presidente, Julio Ariza se salta sistemáticamente a la torera.
La empresa, que se encuentra en situación de concurso de acreedores desde marzo de 2.015 en el Juzgado de lo Mercantil número 11 de Madrid, ha adoptado también medidas que conllevan lastrar aún más las débiles economías de los trabajadores. Se ha transmitido que Intereconomía no pagará taxis a los empleados que por su turno trabajan hasta más allá de las doce y no tienen medio público para volver a casa, con lo que se les obliga a tener que pagar para ir a desarrollar un trabajo por el que no están cobrando.
Es tremendo que el administrador concursal Fernando Martínez permita una situación en la que Intereconomía no ha afrontado ni una sola de sus abultadas deudas con proveedores, más de 69 millones de euros, cada vez debe más a la Agencia Tributaria, más de 12 millones de euros, y ni tan siquiera hace frente a las nóminas de los empleados.