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Los judíos, perseguidos en Francia por el islamismo

Redacción




Manifestación de estudiantes judíos franceses. /Foto: valeurs actuelles.

Virginia Montes.

«En algunas partes de Francia contaminadas de islam radical, los Judíos son obligados a emigrar«, alerta el historiador Kevin Bossuet.

Tres años después del ataque terrorista islamista perpetrado contra el Hyper Khoser de París, que causó la muerte de tres clientes y un empleado judíos, ha sido en Creteil, en la región parisina, que un establecimiento kosher ha sido de nuevo atacado. Durante varios días fue señalado con mensajes antisemitas y cruces gamadas, hasta que un incendio intencionado lo ha destruido.

Para Albert Elharrar, presidente de la comunidad judía de Créteil, ve detrás de este incidente la voluntad de sus autores «de castigar a su manera al gerente musulmán de ese comercio por haber osado declarar abiertamente que él, un musulmán, no tenía ningún problema en vender productos khoser a su clientela judía«.

Este acontecimiento trágico, lejos de ser anecdótico, se suma a numerosos actos antijudíos que se han multiplicado en los últimos años, en los banlieues, y especialmente en Seine-Saint-Denis. La agresión y el secuestro a una familia judía en Livry-Gargan en septiembre pasado, motivados explícitamente por la pertenencia religiosa, no hace más que revelar la suerte que corren numerosos judíos en ciertas zonas del territorio francés. «Vosotros sois judíos luego sois ricos», es lo que dijeron los agresores cuando entraron en la casa. Amenazados con un cuchillo, martirizados por judíos, con métodos repugnantes de los torturadores antisemitas.

Muchos judíos deciden cambiar de residencia, en un éxodo interior. Alain Benhamou, por ejemplo, después de haber pasado más de 40 años en Bondy, tras encontrar en su casa pintadas antijudías, decidió irse. Daniel, optó por abandonar su domicilio de Noisy-le-Grand después de haber recibido una carta con una bala de kalashnikov. «La próxima bala será para ti. ¡Muerte a los judíos!».

El director del departamento de opinión de Ifop, Jérôme Fourquet señala que «en Ile-de-France, en los últimos quince años, las familias judías han desaparecido de una serie de comunas de Seine-Saint-Denis. En Aulnay-sous-Bois el número de familias judías ha pasado de 600 a 100; a Clichy-sous-Bois, de 400 a 80, en Blanc-Mesnil, de 300 a 100 y a La Courneuve de 300 a 80».

Los actos antijudíos se han multiplicado especialmente en las escuelas públicas. Es suficiente que se planteen cuestiones como la laicidad, la Soha o el conflicto israelí-palestino para que una parte de los alumnos se muestren contrarios y violentos. Un profesor de historia que enseña en Seine-Sant-Denis se encontró con que buena parte de sus alumnos musulmanes niegan el genocidio o consideran que «los judíos se lo tenían merecido«. En su libro «Principal de collège ou imam de la République?», Bernard Ravet, que ha investigado en tres colegios de los más conflictivos de Marsella, ha mostrado como el antisemitismo en la escuela no es monopolio de la banlieu parisina. Cuenta el caso de una familia recién llegada de Israel, cuyo hijo tuvo que ser sacado del colegio, ante la oposición con que fue recibido. La incapacidad para proteger a un escolar judío muestra que el islamismo radical en algunos barrios ha ganado y los judíos deben tener cuidado o, mejor, marcharse.

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¿Qué hace el Estado francés? Nada o casi nada. Ciertamente, los actos antijudíos, que son publicitados en los medios de comunicación, son condenados por los dirigentes políticos, pero esto no es suficiente. La verdad es que el Estado francés no osa intervenir en los territorios en los que la ley coránica tiende a reemplazar a la de la República. La verdad es que el Estado francés prefiere dejar a su suerte a las familias judías antes de arriesgarse a avivar tensiones con los musulmanes que podrían desembocar en una guerra civil. Con esta funesta dejación, la verdad es que la comunidad judía está siendo perseguida en Francia.