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Instituto Juan Gil-Albert: La cloaca de las bellas artes

Redacción




Sede del Instituto Juan Gil-Albert. /Foto: alicanteout.com.

Yrene Callais

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Y eso ha ocurrido con el Instituto Juan Gil-Albert, de la Diputación de Alicante. Ha cambiado de sede, a una más sofisticada, con más pedigree, pero con un personal dirigente de tercera división, instalados, durante años y años, en la mamandurria del Estado: docentes de medio pelo, maximizando a su favor Presupuesto, consiguiendo unos eurillos de aquí y de allá, que en la última etapa ya no son eurillos sino milloncejos: recuerden el affaire Paco Sánchez, director del CEU, al frente del citado Instituto.

Soy de la opinión de que el Instituto Juan Gil-Albert, tal y como está planteado, debería echar el cierre por defunción. Es un foco más de corruptela política y parapolítica. Como les venía diciendo, desde hace décadas suenan los mismos nombres de gente mediocre, atrincherados en sus muros. Sin embargo, hay un caso de una persona que formó parte del equipo directivo durante algún tiempo, hasta que las envidias y la enfermedad terminal de su madre hicieron mella en ella y abandonó sus tareas. Me refiero a Assumpta Sánchez Tormo, proveniente de una de las familias señeras ilicitanas, emparentada con los Ybarra (Pedro, Aureliano, Asunción), Santamaría (Emigdio) y los banqueros Revenga, fundadores de entidades financieras que fueron luego la base de inicio de la Caja de Ahorros del Mediterráneo.

Esta señora trabajó con ahínco y abrió lo que era un reducto de cuatro mediocres docentes, rodeados de aduladores, que se repartían el botín, hacia la sociedad civil, con una actividad frenética en toda la provincia en el campo de la música. Lanzando valores que hoy día triunfan por todo el mundo y que eran desconocidos porque no se les daba una oportunidad o haciendo ediciones inéditas de toda la obra sinfónica de Ruperto Chapí, discos que ella misma prologaba, ahorrando gastos, y que su amplio abanico de relaciones en el mundo de la cultura no hizo sino beneficiar, puesto que cuando iba al Liceo de Barcelona, la propia Rosa Regás le abría su palco. Consiguió un acuerdo gratuito de grabación, por medio de subvenciones europeas, de obras inéditas de Óscar Esplá, a la que gratuitamente accedió Alicia de la Rocha, a la que le unía una gran amistad, a ceder sus derechos de autor y un extenso etcétera que no se puede resumir aquí, porque sería muy largo de contar, pero que queda en los anales del Instituto.

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Todo esto lo hizo con presupuesto escaso, casi irrisorio, pero Assumpta es una mujer con gran don de gentes, gran comunicadora, políglota y de gran sensibilidad social, a la que todo el mundo quiere. Claro, esto ponía en evidencia el trabajo de unos vagos, que como se vio en la oscura época de Paco Sánchez, no servía más que para darse comilonas, copetines, y nadar en la mierda de su mediocridad. Esta panda de aprovechados pone siempre a un hombre de paja como director, un hombre dócil, al que ellos puedan manejar, ora Paco Sánchez, ora Pepe Ferrándiz. A raíz de la presencia de Assumpta, el Instituto empezó a sonar con música propia.

Ella es una persona honrada; durante su etapa tuvo tal pulcritud y honradez que siempre en sus partidas presupuestarias había un sobrante porque siempre pensó que el dinero era del contribuyente y no podía endeudarse, sobre todo cuando existen necesidades tan urgentes en el mundo de la educación, para que en plena crisis se lucraran, como lobos hambrientos, los Ferris de turno, los Ferrándiz, con una personalidad débil y arrastradiza, que la lengua la tienen ya llena de mierda de tanto lamer el culo a los políticos, el señor Poveda, que ha ido de escribano y de traductor del catalán al tiempo que era un manipulador mediocre, que se vio envuelto en un turbio asunto de un premio de un libro presuntamente plagiado que habían dado a Ferris…En fin, que a día de hoy esta familia monovera, y tras pasar su hermano por la alcaldía de Monóvar, parece que, por arte de magia, y de créditos fallidos, según fuentes solventes, han conseguido incrementar el grueso de su patrimonio. Y es que Rafael es otro mediocre; es de esos mediocres que se esconden y a los que les gusta la adulación. A las pruebas me remito, qué se ha publicado últimamente en el Juan Gil-Albert de interés literario, nada. El señor Ferris puso su bota de snob diletante, con cargo al contribuyente, para publicarse infumables libros, tras conseguir en un amañado concurso el Premio Azorín, que ya no tiene ninguna virtualidad porque ya se sabe de antemano quien lo va a recibir.

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En resumidas cuentas, las obras completas de Azorín y las obras de Gabriel Miró siguen siendo la única referencia literaria, porque el resto de publicaciones de esta gente ha sido todo una caca de la vaca, pero eso sí, todos han incrementado su patrimonio: subvenciones, viajes, negocios, autopromoción, con cargo al contribuyente.

Josep Vicent. /Foto: elmundo.es.

Toda esta decadencia empezó cuando Pedro Romero recaló en el área cultural de Diputación, un personaje que ya venía precedido de una mala aureola, por un pasado dudoso de tesorero y con los ojos cegados por la luz de los diamantes, quiso lucrarse con el Auditorio, según fuentes solventes, pero le salió el tiro por la culata. En esa guerra, el Auditorio que tiene un Presupuesto descomunal, de millones de euros, queridos lectores, cuando no hay centros ocupacionales para jóvenes, cuando la enseñanza está por los suelos y tantas carencias.

Vino a recalar el pillo lampante de Josep Vicent, un triste percusionista, que no hacía más que bolos de orquestuchas, como director del Auditorio, que funciona fatal, porque el Presupuesto lo utiliza en promocionar su carrera, según fuentes solventes, este narcisista, más preocupado de las poses que Von Karajan pero sin su genio, pero eso lo dejaremos para otro artículo. El Auditorio no hacía falta, en esos términos faraónicos. Había Sociedades de Conciertos, llevadas por la sociedad civil, que funcionaban a las mil maravillas y que ahora, la competencia desleal del Auditorio, que le está grande a este tipo, y ya es hora de que alguien se lo diga, no ha beneficiado.

Toño Peral.

Toño Peral, como presidente del PP en Alicante, debería ser más fuerte y abrir bien los ojos, porque con esta gente su partido no va a ninguna parte, no son buenos compañeros de viaje.

Otrosí: Ahora, me dicen, que el Instituto Juan Gil-Albert, una institución que debería cerrarse para la próxima legislatura, quiere fichar abogados, jueces y fiscales, con la finalidad de blindarse ante posibles imputaciones, visto lo visto.