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El PP de Camps se sienta en el banquillo

Redacción




Vicente Rambla, Francisco Camps, Gerardo Camps y Juan Cotino.

Josep Sansano.

El PP de la Comunidad Valenciana, que vegeta aplanado por un pasado de corrupción, va a tener que pasar por el trago de ver en el banquillo a la trama Gürtel valenciana, de Orange Market, y a algunos de los más destacados dirigentes del PP de la época de Francisco Camps, como el entonces secretario general, Ricardo Costa, el vicepresidente de la Generalitat y director de la campaña de 2.007, Vicente Rambla, y el vicesecretario general, David Serra, que afrontan peticiones de cárcel por la fiscalía de 7 años y medio por falsificación documental y delito electoral.

La existencia de financiación irregular, el dopaje de 2 millones de euros en comisiones para la campaña autonómica de 2.007 y las generales de 2.008, con actos de campaña de Mariano Rajoy, es ya un hecho probado pues los empresarios que pagaban facturas por servicios no realizados o las comisiones a cambio de obtener beneficios legislativos, contratas o recalificaciones ya han pactado con la Fiscalía, a cambio de no pisar la cárcel, y también Francisco Correa ha admitido que todo el relato de la fiscalía anticorrupción es verdad buscando beneficios legales.

No se sienta en el banquillo Francisco Camps, que supuestamente estaría al tanto del funcionamiento del partido. Y Ricardo Costa solicita de nuevo la comparecencia de Mariano Rajoy como testigo para que confirme que la contabilidad del PP está centralizada y con un CIF único. Así debería haber sido, pero no fue. De hecho cada agrupación local del PP llegó a crear una asociación que servía de tapadera para la financiación del partido, como sucedía en Elda bajo la actual senadora, Adela Pedrosa y en Elche, con la exalcaldesa, Mercedes Alonso.

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Es decir, aunque la caja B directa se ha establecido en 2 millones de euros, el dinero manejado por el PP en B supera con creces esa cifra. ¿Cómo llegó el PP de Valencia a esa situación? Hubo una borrachera de poder y una sensación de impunidad, de que nunca perderían el poder y podrían controlar la situación, teniendo también al poder judicial a su servicio.

El PP de la Comunidad Valenciana vive uno de sus peores momentos, quizás el peor, como si se hubieran acumulado los restos de un naufragio y sin levantar demasiado la voz, con una oposición de perfil bajo, confiando sólo en los errores de sus contrarios y algo también en los datos económicos de Rajoy, pero sin discurso propio y sin un liderazgo capaz de coordinar un equipo con los dirigentes provinciales y locales.