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La Francia de Macron se hunde en la inseguridad

Redacción




Los policías no son respetados en la Francia de Macron.

Virginia Montes.

Francia es una sociedad cada vez más insegura, la gran asignatura pendiente de Macron, que parece incapaz de aprobar por sus errores de diagnóstico. La revista Valeurs Actuelles considera que el islam es el tabú de Macron y el islamismo, la inmigración musulmana, está detrás del fuerte incremento de la inseguridad. Junto a sus extraños aliados de la ultraizquierda.

El fin de año ha sido terrorífico: 213 identificaciones (202 en 2.016), 163 vehículos incendiados (136 el año anterior). Las Fuerzas de Seguridad son agredidas de manera constante, en un deterioro completo del principio de autoridad. Ha habido tres policías heridos. Los agresores, por lo común, son inmigrantes. El buenismo proinmigración naufraga en el terreno de la realidad; vende una mercancía inexistente.

En la confluencia parisina de los Campos Eliseos con la calle Balzac, siete individuos tiraban botellas y objetos al suelo, con un comportamiento vandálico. Fueron arrestados y retenidos pues estaban en situación irregular, eran inmigrantes ilegales. En Pas-de-Calais, un egipcio y un sirio tiraron al suelo a una anciana impedida y le robaron cuanto llevaba encima. La condena rápida ha sido a doce meses. Son ampliamente conocidos por la policía, viven del delito.

Campamentos improvisados, una inmigración fluctuante que recorre una Francia aterrorizada. En la banlieu parisina, el fin de año fue una fiesta con 87 coches quemados. Lo que más ha impresionado a la opinión pública ha sido la brutal paliza propinada a dos policías, uno de ellos mujer, en Champigny-sur-Marne. «Me he protegido con las manos. He recibido golpes en el rostro, en el vientre y en las piernas«, ha contado Laurie, la policía de 25 años agredida. Fue ayudada por dos muchachos y dos muchachas. «Me llevaron hasta el vehículo de unos colegas estacionado en la proximidad». Su compañero, un capitán de 37 años, narra el inicio del ataque: «Íbamos de frente, cuando he recibido un golpe en el espalda con un palo de madera. Mi chaleco antibalas ha absorbido una parte del golpe y he podido mantener el equilibrio hasta que de una patada me han tirado al suelo. Me han rodeado cinco o seis personas extremadamente violentas. El primer agresor seguía amenazando, he sacado mi arma reglamentaria«, lo que hizo huir a los agresores.