Miguel Sempere.
Podemos se ha convertido en una marca desacreditada, ante el histrionismo y los continuos bandazos de Pablo Iglesias, y eso empieza a pasar factura incluso en las llamadas confluencias. Compromís, de Mónica Oltra y Joan Baldaví, quiere presentarse en solitario en las próximas municipales y autonómicas, y desprenderse de Podemos. Las diferencias son cada vez mayores, desde el voto en contra al cupo vasco de Compromís, frente a la postura positiva de Podemos, hasta la negativa de Pablo Iglesias de incorporar a su formación a la Comisión Territorial que debatirá sobre la reforma constitucional, a la que Compromís se ha sumado y Pablo Iglesias rechaza porque considera que no sirve para nada.
De fondo de esos desencuentros, esta la percepción de que, en el momento actual, Podemos resta más que suma. Los resultados de Cataluña han sido, en ese sentido, demoledores. Catalunya en Comú ha perdido 40.000 votos, quedándose en 323.695, bajando de 11 a 8 escaños. Esos datos en sí no son lo peor. La cuestión es que esos 8 escaños no son decisivos, no dan acceso a la llave de la gobernabilidad, que es lo que hubiera hecho que el partido de Ada Colau salvara los muebles. En el camino, Pablo Iglesias se ha dejado a la organización de Podemos en Cataluña, que con Albano Dante ha apostado por Esquerra Republicana. Ada Colau y Xavier Domenech tienen su propio partido que no es el de Pablo Iglesias, aunque se multipliquen las fotos. A cambio, Pablo Iglesias se ha hundido en la ceremonia de la confusión, con posiciones cercanas a los separatistas, algo que seguramente no habrá sido comprendido fuera de Cataluña. A estas alturas resulta difícil definir si Podemos tiene una propuesta para España o es una simple apuesta por su disgregación. La transversalidad es un concepto que hace tiempo desapareció de su diccionario.
Enrique Rioboo, el hombre que mejor conoce la trayectoria de Podemos y que considera que han traicionado el espíritu del 15 M, vaticina que «en el futuro volverán a ser Izquierda Unida, o incluso menos. Sea como sea su regeneración pasa por desprenderse de Iglesias y Monedero. Son los mayores oportunistas y aprovechados que he conocido en toda mi larga carrera profesional. Lo usan todo y lo tiran, lo desprecian todo. No hay valor humano en ellos, y así no podemos llegar a ningún sitio».