Ignacio Ferández Candela.
El Ayuntamiento de Madrid muda de piel estos días con el cese del concejal de Economía, Sánchez Mato; un inesperado alarde de coherencia política que se convierte en excepción a la regla. No era aceptable que el delegado se ausentara del Pleno en que se debían aprobar los recortes impuestos por Montoro. No cabía tamaña desfachatez ni mayor incoherencia que negarse a defender el Plan Económico Financiero que él mismo había elevado a pleno en calidad de responsable de Área. Si había ruptura interna la disensión era ya notoriamente pública y en consecuencia no podía quedar sin reacción una decisión no consensuada que dejaba en evidencia la pérdida de control sobre el grupúsculo conformado por Ahora Madrid.
Acaso la alcaldesa prepara el camino hacia los nuevos comicios, en tanto va quedando en evidencia un equipo de gobierno que dos años y medio después pueden seguir tildando de aficionados. Aficionados y radicales; este último término es el que está generando la problemática que obliga a tomar medidas depurativas. Carmena está mal asesorada y comienzan a verse las debilidades extremas de un equipo de gobierno anárquico y poco disciplinado que hace y deshace al hilo de la ideología política, sin ocultar la evidencia de una organización deficiente y confrontada.
Un ayuntamiento conformado por seis partidos volubles y radicalizados no puede dar más de sí ridiculizado por la ocurrencia y la falta de pragmatismo, que es lo que falta a una gran ciudad como Madrid para que sea eficazmente dirigida. La Candidatura Ciudadana de Unidad Popular está resultando un fiasco de gestión y un hartazgo para la ciudadanía. Un duro aguante soportar a los ocurrentes surgidos de la traición socialista que arrebató la alcaldía a Esperanza Aguirre, la verdadera ganadora de los comicios según voluntad de la ciudadanía. Y si mal empezaba la complicidad del PSOE de Carmona con la candidatura bastarda-que accedió a las poltronas de las concejalías con elementos poco fiables y dominados por la rigidez ideológica cuando no por el resentimiento acomplejado de unos mindundis erigidos en equipo de gobierno-, peor acabará con las escisiones que ya no se disimulan. Las consecuencias de esta irresponsabilidad se constatan a diario. ´
Ejemplo de esta ineficacia es la radical peruana Rommy Arce que no teniendo mejor expectativa en su Perú natal parece que ha desplegado su inoperatividad e incompetencia en España. Esta anticapitalista está siendo objeto de críticas no solo por parte de la oposición, sino también por los socios de investidura del PSOE y los vecinos que piden su cese en vista de las inexistentes capacidades de gestión que ha demostrado junto a su vergonzoso sectarismo. Arce es la aficionada cuyos humos anárquicos son susceptibles de ser bajados con el mismo plumazo de cese que ha activado las alarmas de una Carmena bastante harta de que cada cual vaya por donde le apetezca. Si a esa falta de lealtad se une la incompetencia y la actitud chulesca y airada de una foránea que está convirtiendo en un aquelarre las competencias de la Concejalía de Usera y Arganzuela, no tardará en seguir el mismo camino que Sánchez Mato. Alfiles y peones pueden caer si Manuela Carmena decide escuchar al pueblo.
Rommy Arce es una nota desafinada cuya cercanía al ciudadano no atendido la convierten en un megáfono de las incompetencias locales. A decir de muchos una inútil y resentida contra España. Tan lejos de los vecinos y de sus necesidades se ha posicionado Arce como cercana defensora de delincuentes y alérgica a la Hispanidad. No obstante su experiencia como inmigrante sin papeles y su radicalización de natural resentimiento que muestra contra la ciudadanía, marca su trayectoria como aficionada de la política en un Madrid que ni respeta ni aprecia.
La gestión deficiente es susceptible de cese por el extremismo y la inutilidad. Si la serpiente ha empezado a mudar la piel con las últimas decisiones de Carmena, pronto veremos la de esta peruana fuera de la política donde ha demostrado ser de la del Diablo. Inoperante, chavista y fracasada, además.